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Analisis Blur PS1

Jueves 03 de Junio de 2010 por Omar ?lvarez
Blur no es especialmente más profundo que otros arcade racers de calidad, pero sí que consigue en pocas partidas y sin grandes exigencias, demostrarte que estás ante un juego de conducción serio, muy serio.

Aunque el proyecto siempre nos cautivó las dudas sobre su posible fugacidad tras el impacto, una vez digerida la sorpresa inicial ere grande. Nada más lejos de la realidad, cada partida de Blur es enérgica y excitante, imprevisible sí, pero de una forma consentida y cerebral, un arcade de verdad que rinde pleitesía a la filosofía fácil de aprender, difícil de dominar.

La fusión entrecomillada de Proect Gotham Racing, Mario Kart y el colorido de un Geomtry Wars sabe recoger lo mejor de cada y crear un producto 100% Bizarre: las carreras son visualmente portentosas, apoderando la pantalla de neones y luces inimaginables hasta ahora, las carreras tienen un factor de tensión, aleatoriedad y caos habitual en los juegos de karts, pero inhóspito incluso en franquicias como Burnout, eso sí, sin aditivos ni florituras de cámaras lentas, ralentizaciones o aviones aterrizando en tu carretera.

Los populares Kudos de PGR desaparecen para dar lugar a las luces, puntuación que conseguiremos al ganar cada carrera, aunque Bizarre ha aprendido una lección vital para una generación de jugadores marcados por los logros, Facebook, trofeos, regalos y Twitter: Blur está continuamente dándole una palmadita en la espalda al jugador, premiando sus carreras y ofreciéndole nuevos retos con una media sonrisa que dice: eres bueno, pero puedes mejorar.

Así pues en cuando llevas unas horas de juego, descubres que es esencial para avanzar conseguir embestir a un rival 3 veces durante una carrera, pasar por unos arcos holográficos, eliminar a determinado número de rivales y por supuesto, quedar entre los tres primeros, pero nos sigue fascinando la facilidad con la que en unos minutos asumes todas las posibilidades de los ítems con los que protegernos, enviar proyectiles, dejar granadas, o minar la pista con un campo de rallos: Icónicamente perfectos, multidisciplinares y sobre todo, esenciales para equilibrar la carrera, opción de preservar y usar los más destructivos en momentos clave o utilizarlos de seguro de vida ante un ataque por la espalda traicionero. Aunque los potenciadores son el gran elemento bandera en Blur, no son completamente imprescindibles para ganar una carrera. Si llevas una distancia muy prudencial, no habrá ningún infortunio místico (como trampas de I.A.) ni misil nuclear de última hora que destruya tu avance, Blur recompensa muy bien lo que siembras. En realidad, no es más profundo ni necesita más dedicación que un buen Mario Kart, Outrun o RR, pero sí consigue mirar frente a frente a los arcades de conducción más eclécticos con la barbilla bien alta.

A decir verdad, jamás sospecharíamos de un arcade de conducción firmado por Bizarre, pero nos queda la espina clavada del concepto juego social a través de nuevas redes: la integración de Facebook y Twitter es más anecdótica que otras geniales ocurrencias que si tendrán más longevidad en nuestro recuerdo y salón de juego: pantalla partida a cuatro jugadores, rankings online en cada prueba y una constante comparativa con las hazañas de tus rivales son un valor, finalmente, más interesante y definitivo que postear una foto de tu mustang color magenta.

El reclamo del primer gran juego integrado en redes sociales queda completamente relegado a un segundo plano gracias a su campaña multijugador: perks, estátus, vehículos nuevos, estrategias y una competición masiva de 20 correros simultáneos que continuamente te incita a una-partida-más, más habitual en FPS como Modern Warfare que en puros arcade.

Por desgracia, el diseño de circuitos se queda a medio gas entre crear un escenario realista y tangible (de hecho se basa en ciudades populares) y un verdadero paraíso para un cuatro ruedas (en nuestra memoria arcade nos llegan destellos de Daytona USA, OutRun, Scud Racer?). Aunque la BSO siempre sea un factor de segundo plano en un juego de esta índole en una generación que permite la reproducción simultánea de cualquiera de tus discos mediante MP3, siempre teníamos esperanzas en el estudio que mejor selecciona sus tracklist para sus carreras, más allá de una colección de potentes temas dubstep rescatados de Ninja Tune (entre nosotros, la BSO de Blur se arrima más a la lista de reproducción de un adolescente poligonero británico adicto a la E4 que al del preppy de gales que lleva a todas partes a Schubert). Eso sí, mención aparte a los FX, totalmente integrados con la partida e incluso alterando y distorsionando las pistas que suenan en tiempo real.

Gracias, Bizarre, por un grandioso multijugador basado más en la conducción y la estrategia que la aleatoriedad de una incómoda concha azul que destroza nuestros progresos. Gracias también por un entorno onírico y colorista, aunque no prescinda de vehículos y ciudades reales. Gracias por una inteligencia artificial sádica y ácida, que intenta en todo momento arruinar tu carrera y no limita el modo para un jugador a jugar cuando no dispongamos de una conexión a internet o a amigos en el salón. Blur es el arcade revolución de la temporada y, aunque le quede por pulir el diseño de circuitos y detalles menores, se ha ganado a pulso nuestro beneplácito gracias a su contundencia. Nosotros le damos esa palmadita: Blur, eres bueno, muy bueno, pero te toca dar un pequeño paso más para alcanzar el estado de clásico.

NOTA FINAL: 9
9

/ 10


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