1. Mundogamers
  2. Analisis
  3. PS1

Analisis Split/Second: Velocity PS1

Viernes 28 de Mayo de 2010 por Alejandro Pascual
En la industria de los videojuegos hay un concepto con lo que pocos géneros se atreven a jugar, y si lo hacen, no suele ser más que a través de una simple categoría, como los juegos de rol. Un factor entre muchos otros. Dicho concepto es la suerte, la aleatoriedad. Esa forma impredecible en la que pasan las cosas a tu alrededor y que se escapan a tu control.

Hacer esto en un juego de rol puede aplicar variedad al conjunto, llegando a hacer que un golpe de espada, por ejemplo, infrinja más o menos daño a nuestros rivales, pero en un juego de carreras puede llegar a ser algo muy peligroso, ya que estás quitando el poder al jugador de cometer sus propios errores y lo estás sustituyendo por algo que no depende de su habilidad. Una habilidad que ha estado puliendo a lo largo de todas las carreras que ha disputado en el juego y a lo largo de toda su experiencia en el género de la conducción.

En Split/Second: Velocity los rivales no serán tanto problema como esta circunstancia. Basado en una mecánica única (y muy original) en la que podremos detonar partes del escenario para lanzarlas contra nuestros oponentes, Split/Second logra fugarse de los tópicos del género, rellenos de turbo, choques y objetos de ataque. Confiar todo tu sistema en base a una sola habilidad puede llegar a ser peligroso, y pese a que funciona suficientemente bien cuando aplicamos nosotros esta técnica, no es igual cuando nosotros somos el objetivo.

Para entendernos, es como si cogemos Mario Kart y eliminamos todos los objetos de ataque a excepción de las conchas rojas y azules. ¿Hasta qué punto podemos adjudicarnos el mérito de una victoria? ¿O acaso el fracaso de una derrota? En Split/Second, embadurnado de un preciosismo virtuoso, casi se nos olvida el hecho de que, cuando atravesamos la línea de meta, no logramos reconocer cuándo hemos ganado por méritos propios y cuando la suerte no ha tenido que ver. Sí lo reconocemos más cuando una bomba explota a nuestro lado en la ultima curva sin posibilidad alguna de poder esquivarla ni reaccionar a ella. Ni si quiera un aviso de emergencia. 3,2,1? Nada.

Por otro lado, cuando comienza a dominar esa dinámica de vehículos útiles y vehículos que no sirven para nada, cuando se derrapa majestuosamente sobre una cámara aberrante heredada del mejor Project Gotham, cuando se alcanzan velocidades sinfónicas atravesando una curva, saltando un barranco y esquivando un derrumbamiento, la sensación sigue siendo tan buena, o mejor, que la de los mejores arcades de conducción. No nos malinterpretes, Split/Second es, posiblemente, el arcade más bonito que existe en el mercado, sin necesidad del fotorrealismo de un PGR o un Gran Turismo, salpicando la cámara en una macedonia de colores y algo de barro para que no empalague. Tiene pruebas originales y clásicas, destacando y superando (quizá por primera vez en la historia) el modo Carrera con ese modo Detonador que nos deja solo a la intempestividad del escenario; un recorrido de minuto y medio por un circuito guionizado, donde todo se desmorona a su paso.

Las otras pruebas novedosas, las de barriles y de helicópteros, cumplen con su función de dar variedad a cada capítulo de la temporada, pero son demasiado anecdóticas para ganar al jugador en su afán de conseguir la medalla de oro.

Black Rock es, sin duda, un estudio inteligente y quiere que cada carrera que realices en Split/Second se convierta en todo un reto. Pero en su afán de trasladar el espectáculo a la conducción ha olvidado por el camino algo tan simple como ser real y consecuente con el ritmo de la carrera. Algo que, de hecho, ya logró en Pure. Y es que en Split/Second no hay modo de alejarte nunca de tus adversarios, ni que estos lo hagan de ellos mismos. Haz una vuelta perfecta y déjalos explotándose entre ellos, que aunque les saques 10 segundos volverás a tenerlos pisándote los talones enseguida, si no adelantándote.

Porque hay que seguir explotando. Porque ir el primero en Split/Second no saca ventaja de la única y original función que se nos presenta, ya que si no hay delante de nosotros vehículo que explotar, no hay destrucción de la que gozar. Así, la obra de Black Rock Studios se convierte en el primer título de conducción guionizado, como el blockbuster dirigido por Michael Bay que siempre ha querido ser. Si buscas ese estilo (novedoso, todo hay que decirlo), te proporcionará la emoción de ganar carreras por menos de una décima de segundo, y lo hará bien. Pero si buscas una conducción ávida de la perfección, donde si eres bueno lo más probable es que vayas solo en cabeza toda la carrera, descubrirás que el conejo nunca estuvo en el sombrero.

NOTA FINAL: 7.5
9

/ 10


<< Anterior Siguiente >>