Avance [GC 11] The Elder Scrolls V: Skyrim PS1

Segunda contacto con Skyrim, esta vez, en una partida totalmente distinta a la que Bethesda nos ofreció en su Gamer's Day en Utah. Si antes, la compañía había querido mostrar el juego en todo su esplendor, con los dragones como protagonistas absolutos y la historia principal del juego como telón de fondo, esta vez el reto era mucho más interesante. Con un Pete Hines como maestro de ceremonias, la idea de esta nueva presentación trataba de mostrarnos cómo se comportaba la quinta entrega de The Elder Scrolls como una de tantas veces que abrimos una partida empezada, en medio de la nada, y comenzamos a andar.



Bajo este planteamiento, ocurrió lo más normal del mundo para cualquier jugador que haya pasado sus horas en el Tamriel de Oblivion: terminar en una mina cualquiera por el puro afán de explorar que ofrece la libertad del juego. En esta ocasión, y por la sugerencia de uno de los presentes, llevábamos un argoniano (los reptiles antropomorfos), una de las elecciones más excéntricas de todas las razas posibles en el juego. El paisaje que teníamos a nuestro alrededor antes de adentrarnos en la mina recordaba mucho a lo visto en Oblivion, con mucho bosque y ruinas antiguas, aunque sí se notaba el cambio de escenario a una corriente más nórdica, con un mayor número de zonas nevadas.

Durante todo el transcurso de la misión, no pudimos quitarnos una sensación quizá algo amarga, que Skyrim, pese a toda su magnificencia, resultaba demasiado similar a lo ya visto en Oblivion, y que su motor gráfico, si bien luce mucho mejor que la anterior entrega, no logra sorprender tanto como su predecesor para el panorama tecnológico en el que nos encontrábamos; hay que recordar que Oblivion fue uno de los primeros juegos de la presente generación de consolas y el salto en PCs era igual de exponencial. Esto se dejó ver aún más en las mazmorras, que si bien Bethesda ha prometido que serán mucho más diferentes entre sí, no dejan de tener ese carácter genérico tan característico de la anterior entrega, habitadas por todo tipo de seres con una aleatoriedad desconcertante.

Lo que sí resultó ser un cambio de agradecer fue la parte más logística del juego. Si bien Oblivion era una pelea constante con el menú de inventario y de gestión de armamento y magia, Skyrim parece haber aprendido todos los fallos de su predecesor y pretende ofrecernos una amalgama de accesos directos que nos permitan, por ejemplo, recoger armas y equiparlas con un sólo botón, asignándolas a la mano que queramos y desprendernos de las que ya no necesitemos mediante un sencillo sistema que las compara. Claro que los looteros como nosotros que no quieren tirar nada y prefieren ir a la tienda a vender seguirán teniendo muchos problemas con el factor del peso, obligándoles a tener que decidir a cada paso de qué despojarse y de qué no.

Las habilidades siguen funcionando de la misma forma que en juegos anteriores. Hacer un mayor uso de uno tipo de arma nos permitirá ir subiendo de nivel en esa faceta más rápidamente y asignar puntos a dichas características. Algunas, como el sigilo, han sido bastante mejoradas y nos permitirán ser más letales, además de responder mejor a nuestros atacantes si somos descubiertos, permitiéndonos cambiar rápidamente nuestra configuración de armas.

Skyrim tiene aún mucho que demostrar. La primera vez vimos su lado más bonito, claro está, donde más diferencias hemos encontrado. Esta vez, nos hemos encontrado con su lado más humano, donde vagabundear por el mundo nos ha resultado muy familiar. Claro que la gracia del juego está en este contraste entre lo épico y lo mundano, pero aún tendremos que jugar con mucha más profundidad de la que te permite una demostración para saber hasta qué punto se ajustan todas las novedades y hasta qué otro punto siguen resultando frescas las mecánicas de juego que se crearon hace siete años. El 11 de noviembre lo descubriremos.

Ficha técnica

Salida: 11-11-11

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