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Dificultad 2.0

Jueves 13 de Octubre de 2011 por Alejandro Pascual
Atrás queda una época basada en los créditos, las vidas y los continues, sustituida por regeneraciones automáticas y checkpoints. Pero aún hay vida para el jugador con ganas de un reto mayor. La pregunta es: ¿dónde?

Nunca he sido un jugador que elija el modo de dificultad más elevado. Es más, cuando un juego me pone en la tesitura de elegir, sin aún saber cómo me voy a desenvolver en él, me crea un conflicto de intereses. ¿Perderá intensidad si selecciono una dificultad demasiado sencilla? ¿O será demasiado tedioso si escojo la más difícil de todas? Ante eso, siempre me han gustado los juegos que no preguntan, porque sé que, pase lo que pase, será el nivel elegido por el desarrollador para crear la mejor atmósfera posible.

Dificultad


Quizá por eso adoro Demon's Souls y el reciente Dark Souls y no me veréis nunca quejarme porque sea demasiado difícil. Todo lo contrario, adoro cada una de las muertes que he tenido que sufrir en el juego y las entiendo como parte de la propia experiencia. De hecho, Dark Souls ni siquiera me parece un juego difícil, simplemente un reto donde prima más la paciencia, el hacer de tripas corazón y consultar una buena base de datos creada a través del esfuerzo de muchos, ya sea con los mensajes de texto que propone el juego o con wikis/vídeos creados por usuarios que quieren compartir sus conocimientos. Es la dificultad 2.0.

Dificultad


Muchos opinarán lo contrario, que Dark Souls es difícil como el que más. Pero después de terminar con los dedos cruzados con juegos como Ninja Gaiden no le veo el sentido. DS no depende de tu habilidad con el mando, tanto como de la información de campo que tengas. Evidentemente, si nos metemos en una zona infestada de criaturas con mucho nivel moriremos, pero esto es de lo que nos quejábamos con Oblivion y su auto-nivelado.

Es más, si me apuráis, compartiría eso que dicen de que Dark Souls está pensado de modo que puedas vencer a cualquier enemigo final independientemente de tu nivel. Aquí está la prueba, tomada de EpicGameBro, un usuario que mantiene una guía en vídeo y que suelo consultar antes de dar un paso en falso. En este vídeo, por cabezonería más que nada, termina cargándose un jefe final a base de observar, entender sus puntos débiles y aprovecharlos. En el proceso muere como cuatro o cinco veces. La diferencia, sencillamente, es que no se rinde.





Pero es cierto que la saga de From Software puede considerarse única en su género. Otros juegos, como el anteriormente citado Ninja Gaiden, han ido en detrimento de la dificultad. Mi compañero @TonichanGarcia afirma que Ninja Gaiden III será igual de difícil si eliges la dificultad correcta, y puede que sea verdad, pero si lo comparamos con el primer NG de Xbox, donde no había elección que valga, lo cierto es que ha abandonado el concepto que mencionaba al principio de esta columna, no dar elección, en pos de la accesibilidad. Puede que así más gente juegue a la saga de Hayabusa, pero otros tendremos que volver a mirar bien las opciones de dificultad antes de tomar una decisión incorrecta y siempre pensando que la única diferencia serán los puntos de vida y daño de los enemigos.

Dificultad


Ante eso, existe la fórmula definitiva, que abandona la Inteligencia Artificial y donde no hay cambios que valga: el multijugador competitivo es quizá la más pura de todas las fórmulas de dificultad posible, donde no hay truco; la dificultad depende de tu habilidad y al de tu adversario humano. A parte de Demon's y Dark Souls, juegos como FIFA, Street Fighter o Call of Duty son los únicos que me han hecho leer páginas y páginas de información, estadísticas, consejos... así como ver vídeos y más vídeos para aprender técnicas nuevas. Lo que los demás llaman nivel de dificultad no me supone más que un volver a intentarlo, hasta que cuele, sin aprender nada en el camino. Quizá si los estudios dedicaran un poco más de atención a pulir su juego y definir el reto en un único patrón de dificultad, muchos juegos olvidados estarían ahora en boca de todos. Es posible que la libertad de elección no sea siempre la decisión más acertada.
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