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Analisis Prototype 2 PC

Miercoles 02 de Mayo de 2012 por Raúl F. Rosso
No me había dado cuenta de la existencia de este subgénero como tal. Me refiero a esos juegos con estructura de sandbox que nos ponen en la piel de señores todopoderosos con los que derrotar a los enemigos en masa y sentirnos satisfechos al jugar precisamente por eso: saber dosificar un exceso de fuerza con respecto a nuestros rivales en un vasto escenario donde dar rienda suelta a nuestra megalomanía. Permitirnos darnos un festín de sodomizante bullying digital en un entorno controlado.

Les hablo de los videojuegos de Spiderman que alcanzaron su cénit en Web of Shadows (uno de mis fetiches personales), algunos de los últimos videojuegos protagonizados por Hulk a colación de sus últimos films, el sempiterno Crackdown y evidentemente, la saga que tenemos entre manos. El primer Prototype no sabía muy bien a qué jugaba, anquilosando una propuesta como las que les he enumerado con demasiadas concesiones a un argumento bobalicón y un protagonista con el carisma bajo mínimos. ¿Un héroe con capucha? ¿Acaso vuelven los 90?

No es baladí el hecho de estas menciones ya que Radical Entertainment ya estaban curtidos en esto de los sandbox y precisamente fueron los creadores del gamberrete videojuego de Hulk basado en la película de Ang Lee que ya les he mencionado. Retomando ese espíritu de ?me importa un pito todo, yo lo que quiero es liarme a guantazos con la vida? llega Prototype 2. El rollo emo-globínico (¿lo pillan?) de las andanzas de Alex Mercer ha dado paso a la liberación más absoluta del concepto, que se centra en lo que verdaderamente importa sin miramiento alguno con resto de sus facetas. Somos un tío muy cabreado con una mutación que le hace una máquina de matar, así que eso es lo que hay. Bueno, eso y algunos detalles muy majos para diversificar el camino.

James Heller no es un amargado con capucha, sino un soldado al que le han tocado las narices matando a su familia. El tópico como forzada entradilla para excusar unas ansias de venganza inacabables hacia la maléfica mega corporación que tiene a la ciudad de Nueva York patas arriba entre sus experimentos con bichos mutados por el virus de su cuño y las trastadas de Mercer tras la primera entrega. El caso es que acabamos obteniendo unos poderes que nos permiten ser los reyes del mambo con los que decidimos plantarle cara a todo el mundo mientras saltamos entre edificios y hacemos papiroflexia con tanques y helicópteros, y es justo esa sensación de poder sobre la que gira todo lo que se intenta plasmar.

El juego es condescendiente con su idiosincrasia aunque bebe de los hábitos que rigen el género: si montamos una tangana subirá nuestro nivel de búsqueda y tendremos que dar esquinazo a los enemigos mientras vamos encadenando misiones cuyos objetivos se nos marcan en el mapa, lo de siempre. Lo que no es tan habitual es un par de pinceladas al concepto que le dan el puntito suficiente para que Prototype 2 tenga esencia propia y no sea uno más de la lista.

Y es que tenemos la posibilidad de jugar con el sigilo y la ocultación con nuestra habilidad para adquirir la apariencia de los inocentes a los que les absorbamos la vida, de modo que podremos hacer cosas como infiltrarnos en instalaciones enemigas haciéndonos pasar por cualquier incauto soldaducho al que le hayamos sorbido el seso. La otra gracia es la posibilidad de buscar a enemigos concretos utilizando una especie de radar natural que no es más que una forma de darle cuartelillo a la clásica flecha que nos indica la posición de nuestro próximo objetivo.

Dos tontería que se mimetizan con la fresquita sangría que supone el devenir de nuestra partida, en la que como ya les he comentado, la mayor satisfacción y motivo que nos impulsa a seguir avanzando son esas ansias por ser el más poderoso, llegar a saltar más alto y golpear más fuerte. Ahí está el verdadero gancho del juego en detrimento del anodino mcguffin que supone cualquier tipo de misterio relacionado con los experimentos de Blackwatch o nuestro papel y el de Alex Mercer en todo el sarao.
9

/ 10


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