Sábado 19 de Noviembre de 2011 por Enrique Luque de Gregorio
Actualmente, no existe casi ningún juego en el mercado que no pudiésemos enseñar a nuestras abuelas para que éstas se llevaran las manos a la cabeza. Algo curioso, teniendo en cuenta que los videojuegos van, generalmente, dirigidos a un público masculino y menor de cuarenta años. ¿Tal vez por la injusta coletilla de ser una industria asociada en sus orígenes con la infancia? El caso es que Saint?s Row The Third rompe con eso. Es un juego políticamente incorrecto, gamberro, hecho para divertir y provocar. Pero también para maquillar así sus limitaciones jugables.
THQ y Volition han hecho del género sandbox su propio patio de instituto. El mismo editor del título ya es una clara demostración de intenciones, en el que no solamente podemos elegir la apariencia o la ropa de nuestro personaje, sino también el tamaño de su paquete (o de su pecho, si elegimos chica), el bronceado (moreno albañil) o incluso el ir desnudos por la calle. Eso por no hablar de una cantidad de modelitos, posturas y provocaciones que hacen que el editor de los Sims parezca didáctico.
El argumento del juego apenas importa, y ahí es precisamente donde Saints Row flojea. El sentido del humor, el desenfado y las situaciones absurdas no tienen por qué ir desligados con una historia que, pese a todo, resultara interesante o mínimamente entretenida. Porque si no, una vez saciado el inconformista vacilón que llevamos dentro, el juego corre el riesgo de perder la gracia demasiado pronto, como así sucede. No obstante, sería injusto no decir que las primeras horas de Saint?s Row The Third son una auténtica locura.