Zombis, zombis, zombis. Nunca pasan de moda.
Los zombis son perfectos para el mundo del videojuego, eso es así. Hemos visto y veremos más y más juegos con estos adorables comecerebros como protagonistas, y no creo que sea porque están de moda, porque ya no lo están. Tuvieron su momento de gloria con la serie deThe Walking Dead pero tras darnos todos cuenta de que los únicos capítulos buenos son los que abren la temporada y los que la cierran, y que los demás son todos paja, pues el fervor zombi se ha relajado.
No, los no muertos no están de moda, pero le van como un guante al videojuego. Las reacciones de los enemigos ante el escenario, ante nuestros actos y entre ellos suelen dar mucho que desear. Estos se chocan contra cualquier rama o escollo, a veces no nos ven o pasan de largo o se impiden el paso los unos a los otros. Esta manera de comportarse es insulsante si los enemigos son humanos, pero si son no muertos ya tienen excusa.
Los zombis, además, pueden ser tanto de la modalidad rápida, de los que se te tiran al cuello con los brazos extendidos y la boca babeando por tus carnes, o de los que se quedan tranqui en una esquina del escenario. El primer modelo le va como un anillo al dedo a los juegos de disparos, ahorrándose las críticas aquellas de “es que los enemigos van hacia el protagonista como pollos sin cabeza”. Por otra parte, los otros son ideales para un título de sigilo. Es horrible cuando el malo de turno se pone a mirar una pared y a hablar en alto, todo listo para que podamos atravesar la sala sin que nos vea o noquearle. Si este personaje es un zombi ya sí se explica que haga esto: quiere comer cerebros porque le falta uno.
Los zombis tampoco necesitan animaciones extra por si les disparas en lugares variados del cuerpo puesto que ellos no lo notan, ni siquiera hay que hacer varios modelos de zombis, y cualquier cosa que hagan rara viene explicada por su propia naturaleza. Claro que todo esto no es mérito de ellos, sino demérito de los PNJ humano.
Cuanto más ambicioso es un videojuego, cuanto más grande, cuando más detallado, más se le nota el cartón en los elementos que, tristemente, se siguen considerados como nimios. La representación de las personas y sus actitudes pocas veces van de la mano de la calidad de los entornos, y ahí llega el valor de un zombi; porque los humanos que solemos ver no dejan de ser zombis un poco menos feos.
<< Anterior Siguiente >>