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Yaiba: Ninja Gaiden Z - Todo potencial, poco acto

O, en otras palabras, avance del juego
Por Dayo

Yaiba: Ninja Gaiden Z es una locura. Bueno, no. Bueno, sí. No, espera, debería empezar por el principio ¿recordáis esa saga de acción que se caracterizaba por el dominio y el manejo cauteloso de las mecánicas y las distintas habilidades del protagonista, forzando al jugador a darlo todo para sobreponerse frente a unos enemigos que exigían adaptarse a nuevas estrategias constantemente?


Eso ya no existe.


No, esperad. Rebobinemos otra vez. Yaiba: Ninja Gaiden Z. Tiene a Spark Unlimited, a Team Ninja y a Comcept (también conocida como el estudio de Keiji Inafune) detrás, así que simplemente por el número de estudios espero que merezca la pena. La premisa de este nuevo título de la veterana franquicia tiene una simpleza casi nostálgica: el protagonista es el titular Yaiba Kamikaze, un maestro ninja que de pronto se da cuenta de que el clan al que pertenece está lleno de cobardes y decide matarlos a todos. El problema es que Ryu Hayabusa pertenece a ese clan, así que en la primera cinemática de juego vemos cómo el protagonista de Ninja Gaiden le mata. Corte a dos semanas después y de pronto nos han resucitado y somos un cyborg ninja enfrentándonos a un apocalipsis zombie. Es un espíritu tan retro que empiezo a ver píxeles.

 

Tan lejos que podía llegar...


¿Trama, quién necesita trama? Al ponerme a los mandos de Yaiba lo primero que se hace evidente era que esta obra no se va a tomar en serio a sí misma y que sigue la filosofía de John Carmack: “la historia de un videojuego es como la de una película porno. Se espera que esté ahí, pero no es tan importante”. Inafune explica que para este juego querían volver al espíritu de los 80 y 90 y hacer un título que se centrase en la acción. No puedo negar que lo haya hecho. Las cinemáticas son cortas, el diálogo es absurdo y llamar a la trama “excusa” sería sobrevalorarla. La exposición es tan rápida y simple que da la sensación de que ni siquiera pretenden esforzarse en hacer la historia convincente. Mirad, hay zombies. Os han resucitado, ahora sois un cyborg ninja. Matad zombies.


A pesar de que sea yo quien lo diga, no veo esto como algo malo: hay muchos grandes títulos que se centran en las mecánicas, y la verdad es que echo de menos ver algo que no se tome en serio a si mismo. Mi primer contacto con Ninja Gaiden Z fue sorprendentemente positivo: esperaba otro título de acción más y de pronto resulta que esta es una obra protagonizada por un sociópata que disfruta matando al ritmo de un dubstep tan abrasivo como el del ahora infame DMC: Devil May Cry. Yaiba es un protagonista que se ríe entre dientes cuando está a punto de arrancarle los brazos a un zombi y que antes de morir se carcajea. Este tipo llama tanto la atención y disfruta tanto con su papel que podría sostener el juego sin ayuda de nadie.


Pero hay una gran diferencia entre ver un trailer y jugar a un juego, y lo que esperaba que fuese un título frenético y desafiante ha acabado siendo un machacabotones tirando a genérico. Los combates son multitudinarios, llenos de zombies que no suponen ninguna amenaza para nosotros, recuperamos vida haciendo ejecuciones y un pequeño recuadro nos sugiere combos porque supongo que de otro modo no podríamos recordar cómo se enlazan cuatro botones. Aunque eso en el fondo da igual porque si empiezas a alternar ataques fuertes, ligeros y de control de masas obtienes prácticamente el mismo resultado, tal es la cantidad de combos que hay.

 

Sin título 4

Como veis, el juego pone énfasis en las emociones


Yaiba sólo tiene como armas principales su brazo mecánico, una cadena y su katana, ya que el resto lo obtiene de sus enemigos. Los zombies especiales, ya sea el clásico bruto o un zombie incendiario (hola, Lollipop Chainsaw) ofrecen un cierto desafío al aparecer, y cuando los ejecutamos, se les arranca una extremidad para utilizarla temporalmente como arma. Esto añade una cierta capa de profundidad al diseño por una parte, pero por otra hace todavía más simples los combates, ya que suelen o tener combos extremadamente fáciles y repetitivos o son armas de fuego que despachan enemigos a toda velocidad.


El diseño, como veréis, está totalmente enfocado en los enfrentamientos. Siguiendo la tradición de Devil May Cry, nos desplazamos entre arenas de combate intercaladas por secciones de algo que llamaré “puzles” pero que en realidad son “¿ves ese zombie con una señal brillante? Arrójalo contra esa puerta” y momentos en los que Yaiba salta que describiría como “plataformas” pero en realidad son quicktime events. El sistema de niveles, tropo clásico del género, ofrece mejoras apenas notables, y en las dos horas que pude jugar desbloqueé cerca de la mitad de las habilidades. Lo que sí llama la atención es el otro gran clásico: el modo furia, o Devil Trigger, o como queráis llamarlo. Además de convertir a Yaiba en una máquina de matar aún más agresiva, le dan personalidad a través de las animaciones. El tipo empieza a calentar dando brincos, moviendo las piernas y los brazos, y gime, gruñe y grita de placer durante los pocos segundos que dura el clímax.


Yaiba: Ninja Gaiden Z es distinto según lo mires. Cualquiera diría que su estética y su filosofía de acción juvenil casan perfectamente con la acción directa, pero los errores en el diseño sumados a la simpleza de sus mecánicas lo dejan a medio camino. Este título no es Ninja Gaiden, pero tampoco parece querer serlo. Hay potencial para satisfacer a los que busquen algo directo y los más nostálgicos, pero los tres estudios que están desarrollando el juego no parecen haber encontrado el punto que convierta esas posibilidades en un hecho. Aún hay tiempo para que el juego demuestre que me equivoco, pero de momento no pondría muchas esperanzas en él.


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