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Videojuegos del pasado: Empezar por lo básico

Tenemos una obligación con las nuevas generaciones
Por Rafa del Río

El otro día, mientras estaba en Cádiz de vacaciones, me encontré con un viejo amigo al que hacía la leche que no veía. Era un colega de mis tiempos adolescentes, de cuando una tarde de videojuegos, bocata de chopped y colcacao era todo lo que le pedías a la vida para ser un enano feliz. Yo tenía por aquel entonces una Nes piratilla -la de la foto de abajo, sí-, y él un flamante Amiga. Ahora yo tengo una peque de tres años y él un chaval que está a punto de convertirse en un hombrecito. 

Cómo pasan los años, tete...

El caso es que, hablando, hablando, me preguntó si la peque le daba al videojuego. Y bueno, sí, claro. Hasta hace poco, mi hija sólo era una espectadora, pero ahora ya le pega ella solita al Hohokum, a las tablets y se hace unos pinitos en mi Green Gold -la de la foto de portada, sí-, la vieja arcade que restauré hace años, 11 meses antes de que la peque naciera. Sin embargo, le confesé a mi amigo, reconozco que excepto en el caso de las tablets, mi hija tiene problemas con los controles. 'Empieza por lo básico', fue su respuesta. 

 

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Empezar por lo básico

El problema con los controles de los juegos -al menos para mi hija-, radica en que por mucho que pensemos que los controles de un mando son intuitivos, lo cierto es que no lo son ni de coña: La habilidad que hemos ido desarrollando para enfrentarnos a los dos sticks, los cuatro gatillos, los tres botones funcionales y el pad táctil es el resultado de una evolución 'gamer' que nos llevó de los primeros controles direccionales y los botones A+B a los actuales mandos inhalámbricos.   

 

Estoy convencido de que muchos de los que leéis esto recordaréis los problemas que tuvisteis al principio al manejar un videojuego: partidas perdidas porque la palanca de la arcade no acababa de marcar bien la dirección, game overs en casa porque el control de las flechitas os movía a un lado cuando sólo queríais saltar, un tanque que saltaba por los aires en cuadraditos porque cogíais mal el joystick de la Atari, y no me hagáis hablar de o.p.q.a.m... La práctica hace al maestro, y tras años de juegos, conseguías controlar varios tipos de mando, pero era en el camino, en esa senda del gurrero en busca de la maestría, dónde se ocultaban los momentos más mágicos de la vida de todo videojugador. 

 

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Un deber para con las generaciones venideras

He hecho caso a mi colega y, aprovechando que aún estaba en Cádiz, he pillado mi vieja Famicom junto a todos los cartuchos que he podido encontrar y tengo pendiente una revisión a fondo de la placa en busca y erradicación de hongos para, este fin de semana, jugar con mi peque al Super Mario, al Excite Bike, al Blue Shadows y al Twin Bee. Más adelante pasaremos al Batman de Sunsoft, Ninja Gaiden -el de NES-, y otros más complicadillos que le resultarán más cómodos cuando vaya entendiendo el concepto del control direccional.

 

A sus pies tendrá mi Genesis perfectamente restaurada y con juegos como Turtle in Time, Story of Thor y Light Crusader, la Dreamcast con todo lo bueno que pude apañar, una Playstation 2 para la que su lente fundida ya no es un problema y, por supuesto, una Master System y una Atari que ya llevan años en mi nueva casa en La Mancha. 

 

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Cuestión de retrocompatibilidades

Y sí, sé que mucho pensaréis que todo esto es una idiotez -empiezo a pensar que escribo esto en todos mis artículos-, pero es una cuestión importante cuando eres padre y quieres que tu hija comprenda todo lo que nos ha llevado a nuestros días y la actual evolución. Al igual que sé que, en su momento, Dayo querrá explicar a sus hijos quien fue Harold Lloyd o cómo es posible enviar un mensaje en una comedia a través de una mente creativa como la de Sir Charles Spencer Chaplin, yo quiero que mi hija entienda también los fundamentos de unos tiempos más sencillos e igualmente adictivos. 

 

Y tampoco hace falta ser un coleccionista compulsivo -o un cabrón que supo cuidar sus máquinas en su momento- como yo. Basta con buscar esas consolas de corte retro que venden en las tiendas chinas de tofdo a cien con nombres evocadores como Boxstation o Gamebox para aplicar los viejos juegos a nuestra tele y jugar como en los tiempos pasados.

 

Porque no, los indies pixelados no son un espejo en que contemplar lo retro, y sólo conociendo nuestr pasado podemos entender nuestro presente y predecir nuestro futuro. 

 

¡Nos leemos!


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