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Twilight Princess, un caso especial en la saga

Tres generaciones seguidas, tres controles distintos
Por Víctor Junquera

En 2016 no sólo se cumplen 30 años del nacimiento de la saga The Legend of Zelda, sino que, aunque parezca mentira, también se cumplen diez añazos del lanzamiento de Twilight Princess, ese deseadísimo 'Zelda Mature' con el que Nintendo puso fin a GameCube e inicio a Wii a la vez, un buen 8 de diciembre en el que llevábamos semanas esquivando spoilers en internet.

 

Eran otros tiempos, y tras Ocarina of Time y la mítica demo técnica de Zelda en el Spaceworld del año 2000, la gente quería justo eso, algo como Ocarina of Time pero con gráficos de secuencia CG, un Link adulto chocando espadas con Ganondorf, una epopeya digna de El Señor de los Anillos,... Y puede que haya quien no lo recuerde, pero cuando se anunció que el primer Zelda que recibiría GameCube no sería algo así, sino Wind Waker, aquel internet pre-YouTube se echó las manos a la cabeza con aquel tráiler.

 

Y parecía que nada se podría llegar a ver mejor que entonces.

 

La 'Nintendo Kiddy' era el hazmerreír de una ola Sonyer con PS2 que miraba extrañada a cosas como Kingdom Hearts, y los fans empezaron a rogar por ese 'Zelda Mature' (terminología de la época). Dicho Zelda llegó en 2006, pero ya era demasiado tarde. Aún así, llegó, pero curiosamente Wind Waker terminó por ser querido y bien recordado por todos (bendita madurez y pérdida de prejuicios), mientras que Twilight Princess,... Pues no.

 

The Legend of Zelda: Twilight Princess llegó en 2006 en dos versiones, una para GameCube, con un control convencional, y otra para Wii, con el comienzo del control por movimientos del Wiimote+Nunchuck que hacía que Link tuviese que ser diestro por primera vez en la historia y que el mando/espada coincidiese con la mayoría diestra de jugadores. Para eso, no se cambió sólo al personaje, sino que todo el juego se pasó por un espejo, e izquierda era derecha con respecto a la concepción original. Un espejo que, ya de paso, llevaba al juego al formato panorámico.

 

Historia del E3.

 

La semana pasada, Nintendo anunciaba una versión HD de éste, uno de los Zelda que más polémica levantó en su momento y que hoy es uno de los que nunca entra en las listas de favoritos. Tras la lección de historia que sirve para recordar por qué hay quien tiene miedo de que Nintendo lance el Zelda de 2016 tanto en Wii U como en NX, cabe destacar un hecho - The Legend of Zelda: Twilight Princess es un juego que, con su remasterización del año que viene, habrá salido en tres generaciones seguidas, aunque en las tres con esquemas de control bien diferenciados.

 

No quiero entrar a juzgar en la necesidad o no de esta remasterización, aunque no me parece innecesario como sí lo suelen ser la mayoría de las remasterizaciones que llegan a las consolas actuales. La excusa de llegar al menos a la alta definición me parece suficiente, y al menos ya ha quedado claro que este trabajo no es el motivo del retraso del nuevo Zelda original. No era el juego que pidiese a gritos la remasterización existiendo la bendita retrocompatibilidad, pero me vale por el más que necesario lavado de cara (fuera de las secuencias, la cara de Link es un amasijo de píxeles como puños), aunque me lleva a pensar en qué harán cuando llegue el turno de Skyward Sword HD (que llegará), que si perdiese su control por movimiento perdería bastante gracia.

 

La llegada de las BSO orquestadas a la saga, qué maravilla.

 

Y con todo esto, The Legend of Zelda: Twilight Princess HD llegará para Wii U dentro de unos meses, e imagino que en Nintendo tienen bien previsto que no vaya a ser precisamente un vendeconsolas, con todo lo que pudo suponer en su día. Twilight Princess es un juego que tuvo muchos aciertos y que supo dar mucho de lo que se le pedía a la saga, pero como siempre, pesan más los defectos y se le recuerda por ser el Zelda de ir con el lobo a buscar bolitas brillantes, el Zelda de mecánicas repetitivas, el Zelda de los secundarios random, Ucayaya y Zant, el Zelda que en la caja del juego incluía una imagen que no correspondía (¡barra de magia donde no debería!), y el Zelda de olvidarse de los items recién conseguidos nada más salir de la mazmorra correspondiente.

 

Es cierto que es irregular y que la apertura del mundo va demasiado poco a poco, dando una sensación de tener un desarrollo mucho más guiado, pero también es el Zelda del buen combate a caballo, el Zelda del buen número y variedad de mazmorras, el Zelda de la maravillosa Midna, el Zelda de ver el Templo del Tiempo por dentro y de maravillarse con un Templo del Agua que parece diseñado por Gaudí, el Zelda de la épica batalla final en varias partes a cada cuál mejor,...

 

La HD le hacía mucha falta, aunque con ello se pierde parte del efecto de difuminado que le daba el toque onírico al Crepúsculo.

 

No entra en las listas de favoritos de la saga, pero se me hace raro cómo hay quien puede llegar a recordarlo como un mal juego, y está lejos de serlo. Es curioso cómo le ha ocurrido esto al juego que todo el mundo quería, al que más ha apuntado a querer ser más y mejor que Ocarina of Time, al inspirado en El Señor de los Anillos y La Princesa Mononoke, y que incluso tiene ese par de minutillos dignos de David Lynch. La verdad, me cuesta recordarlo tan mal como he ido viendo a lo largo de estos nueve años.


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