1. Mundogamers
  2. Noticias
  3. PS3

Todos los héroes de videojuego están fatal

Psicópatas insensibles que matan sin remordimiento alguno
Por Bruno Louviers

Sigo jugando a The Evil Within y sigo alucinando. Aunque el personaje del videojuego parece saber algo que yo no sé, me sorprende la naturalidad con la que afronta determinados acontecimientos que se suceden delante de sus narices. Yo no creo que estuviera tan tranquilo cuando delante de mi han aparecido cientos de imágenes y he acabado transportado a otro mundo. No la primera vez, al menos. Sebastián Castellanos, sin embargo, permanece estoico ante todas las movidas que le pasan.

 

Obviamente, esto es un defecto de diseño, quizá incluso una seña de identidad de los juegos de terror de Mikami: todos sus protagonistas están bastante mal de la cabeza, desde Chries Redfield o Jill Valentine en el primer Resident Evil hasta Castellanos en The Evil Within. Pero los seres humanos funcionales no funcionan como ellos, solo alguien enfermo permanece impasible ante lo que ellos viven.

 

Lo sé, lo sé: es un videojuego. Lo normal es que el personaje solo sirva de recipiente para lo que nosotros sentimos y que su impasibilidad sea más bien fruto de las limitaciones de presupuesto o de diseño o de mecánicas que de otra cosa, pero aún así. Existen otros juegos donde el protagonista se asusta y grita y se caga las patas abajo (Alien: Isolation un poquito, Amnesia: The Dark Descente lo hace mejor) y no pasa absolutamente nada.

 

Esto no es un problema de los juegos de terror, ojo. No es normal que un soldado promedio mate a cientos o miles de enemigos y se quede tan campante y haga bromas de machirulo con sus colegas mientras la sangre del último ser humano al que ha negado la existencia estallándole la cabeza o sacándole las tripas le gotea de la cara. Este es el retrato que normalmente hacemos de los psicópatas de nuestra sociedad, caray.

 

La culpa de esta desconexión la tiene, creo, la velocidad a la que ha evolucionado el medio de los videojuegos. Antes toda esta violencia era puramente cómica y absurda. Sigue existiendo en la forma de juegos como Bayonetta, por ejemplo, pero antes aplastábamos champiñones marrones con un fontanero gordo. Ahora, eso se ha transformado en pegar un tiro en la cabeza a un hombre con calidad suficiente para ver sus sesos esparramarse por el suelo. 

 

No estoy diciendo, pues, que la violencia de los videojuegos sea algo malo, porque no casi nadie en su sano juicio (hablo de nosotros, no de los protagonistas) puede asociar unas mecánicas de ganar o perder que se representan mediante violencia con mucha fidelidad gráfica con el hecho en sí de coger una pistola y matar a miles de personas. Simplemente digo que, viéndolo en perspectiva y sin el prisma del jugador, estos personajes que manejamos están todos putamente idos de la cabeza. 

 

Que eso sea divertido o no, ya es otra cosa. Es que, madre mía, poneos en la situación de Nathan Drake: en Uncharted 2 quiere frenar a un genocida con acento de Europa del Este matando a todo su ejército uno a uno. Si eso no es una locura propia de un demente, que baje dios y lo vea.


<< Anterior Siguiente >>