The Swindle, o cómo partirlo con un juego sencillo
Playstation Plus ha vuelto a hacerlo este mes, y mientras sigue sin atreverse a regalar esos triple A que ya se echan de menos en exceso tras haber cumplido PS4 tres años de vida a finales de 2016, al menos se ha recreado con varios indies de calidad entre los que destacan, sin duda, la fascinante remasterización de El Día del Tentáculo, el profundo aunque estresante This War of Mine: The Little Ones y el sorprendente The Swindle, del que nos toca hablar hoy.
Ya hace una semana Mou nos adevertía de que algo grande se ocultaba bajo el título de The Swindle y su aspecto relativamente sencillo aunque impactante. Vuelve ese mundo steampunk que nos lleva al imprescindible Londres Victoriano, protagonista de mil y un libros, películas y videojuegos, y que en esta ocasión se nos viste de dos dimensiones y varias capas dibujadas a mano en vectorizado para dar como resultado un juego que tiene pinta de clásico pero aprovecha las nuevas tecnologías para dar un golpe en la mesa y dejar claro que está ahí y lo está haciendo realmente bien.
Sencillo y profundo a un tiempo
El planteamiento de The Swindle es terriblemente sencillo pero esconde una profundidad en su interior que recuerda al espectacular Rogue Legacy y que, sin tener que ver con el juego de Cellar Door Games más que el género roguelike, coincide en esa forma de ver las cosas 'a la larga' mediante una serie de personajes que irán muriendo y dejando su lugar a otros personajes que se aprovecharan de los logros obtenidos por sus antecesores para hacer de su misión algo más sencillo y atractivo según vamos jugando.
El objetivo está claro: tenemos cien días para realizar todos los robos posibles y gastar el dinero en mejoras, habilidades, herramientas y equipos que nos permitan dar 'el gran golpe', robar una IA que está siendo dearrollada por Scotland Yard y que, si se activa, acabará con nuestra vida de maestros ladrones para siempre. Para llevar a cabo el gran golpe deberemos desvalijar todos los hogares, almacenes, mansiones y demás escenarios que podamos, contando con que cada intento de robo contará como un día en la cuenta atrás y que deberemos gastar inteligentemente nuestros botines en cosas como piratear ordenadores que nos den mayor botín, bombas que nos permitan acceder a cámaras acorazadas y, por supuesto, mejoras de movimiento, saltos y pases que nos den acceso a zonas más ricas aunque también mejor vigiladas.
El golpe pefecto
Todo esto contado parece complejo, y realmente lo es, pero al final todo se resume a la sencillez de entrar en los lugares protegidos en unas jugosas 2D muy old school que no renuncian a movimientos avanzados como el agarre en pared, el doble -y triple y hasta quintuple- salto y los saltos con rebote para esquivar las medidas de seguridad -o inutilizarlas- hacernos con todo el dinero posible y huir sin dejar rastro, lo que nos dará una bonificación por 'fantasma' o bien escapar antes de que llegue la policía siu hemos hecho saltar alguna alarma.
Lo mejor es que junto a todo el asunto de los robos y la estrategia de compras que nos obliga a estar preparados antes de invertir en un pase a una nueva zona encontramos cosas como las bonificaciones por Fantasma o los multiplicadores de experiencia que se van sumando según llevamos a cabo golpes con éxito sin que nos capturen/maten y que a la larga hacen que sea más rentable dar golpes humildes en zonas pequeñas y huir antes de que nos pillen, que optar a las zonas ricas sin estar preparados y ver cómo pasan los días en una fila de ladrones muertos sin lograr su objetivo.
En definitiva, Mou tenía razón: Size Five games ha dado con la fórmula del indie perfecto con este The Swindle que es un jugoso caramelo al que hincarle el diente entre partida y partida al juego de moda y que, como sucedía en los juegos de antaño, guarda esa magia de notar cómo nos fusionamos con el juego y, según evoluciona el personaje, también evolucionamos nosotros aprendiendo comportamientos enemigos, rutas, movimientos y formas de lograr nuestro ojetivos. Estáis tardando en echarle un ojo.
¡Nos leemos!
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