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Tekken Tag Tournament 2: Apasionada lucha destartalada

Surrealista versión para Wii U
Por Raúl Rosso

Tekken Tag Tournament 2 está en la calle y todos están contentos por la pureza que desprende. El Dream Match de la saga que hizo la chorrada y el despiporre como seña de identidad ha encontrado en esta entrega su tope creativo para ese canto a la tontuna que supone enfrentar lagartos con guantes de boxeo con colegialas japonesas y demás farándula asidua del torneo Iron Fist. Pero cuando creía que que esta marimorena no podía alcanzar mayores cotas de absurdez, llega Nintendo y anuncia la edición del título para Wii U en el pasado Nintendo Direct.

 

Jin y Heiachi Disfrazados de Mario y Luigi, un modo de juego que hace crecer a los luchadores al recoger champiñones, amén de otros tantos skins de personajes icónicos de la compañía mancillados por el tacto cárnico de aceite y sobaca sudada que tanto le gusta a Namco. Pero aún cuando podría resultar la muestra vergonzosa, encaja como anillo al dedo en el juego precisamente por ese “de perdidos al río” conceptual que emana la entrega.

 

Ya es prácticamente imposible dar un sentido argumental a este popurrí de contendientes dándose de tortas, y aunque ya queda muy lejos aquel Gon jugando al Modo Volleyball en Tekken 3, la cosa ha ido a más en iteraciones posteriores hasta el punto de obviar cualquier vestigio de coherencia en pos de la variedad. De hecho, Tekken Tag 2 no tiene modo historia ni añadidos de ningún tipo que se alejen de su verdadera idiosincrasia: luchar hasta reventar. Y a lo sumo, ponerle un sombrero de Papá Noel a Yoshimitsu.

 

 

Por eso me resultan burdas las posibles críticas que surjan en torno al juego en cuanto a su “infantilización” por parte de Nintendo metiendo con calzador su lore de la forma que hemos visto. ¡Si es que da igual! Tekken no es gente seria sangrando, sino monigotes destartalados en brillantes parajes azuzándose golpes con brillitos. Tekken 6 intentó oscurecer la propuesta con un registro más seriote, pero todo ha vuelto a su cauce. Un buen juego de lucha y la diversión que propone no está disputado ni mucho menos con lo hortera de su imaginería o los japonesísimos añadidos en forma de ropitas, gags humorísticos y demás cosas que tanto gustan a la chavalada de por allí.

 

Eso es lo que hay. Si le dan una oportunidad al juego sea en la plataforma que sea y llevan a la espalda un mínimo de bagaje cultural con la saga se darán cuenta de que toda esta fachada no es más que mero ornamento oriental para ocultar el que puede ser mejor Tekken de todos los que se han lanzado hasta ahora gracias al completismo de su oferta y su inamovible centro de atención: Ser un juego DE LUCHA, y no de otra cosa. Aunque haya trajes de colegiala y sombreros de cowboy de por medio. El 30 de noviembre Wii U se une a la fiesta del absurdo. Y sin complejos, oiga.


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