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Tales of Zestiria y los cielos azules

Es mágico empezar un JRPG de corazón shonen
Por Adrián Suárez Mouriño

Hay un instante de especial paz, relax y placer, para mí, en esto de los videojuegos, algo que sigo sintiendo desde aquellos pixelados años de Megadrive. Hablo de ese momento en el que empiezo un JRPG de cielos azules y marcado carácter shonen, encarnando un personaje al que la vida no le lastima (Cloud sabe de lo que estoy hablando, y Squall y Lightning y...) y con un sueño por delante, que, como Luffy, seguro cumplirá a mi lado.

 

Esta semana le estoy dando todo mi amor a Tales of Zestiria. El título no oculta que llega de PS3, que sus mundos no son precisamente de los más llenos del mundo y que su trama tira de tópicos: el mundo necesita de nuevo a su elegido para acabar con el mal.

 

 

La diferencia con otros títulos de elegidos harrypoterescos es algo muy sútil: aquí el protagonista sí quiere ser aquel que salvará el mundo. De una manera cíclica siempre ha aparecido un pastor, un ser que guiará el mundo hacia la luz cuando la oscuridad cubra el mundo. La presencia de este pastor está recogida en diversas ruinas; nuestro personaje, Sorey, como Nico Robin, sueña con explorar todas las tumbas para saber más y de paso, hacerse pastor. Sorey quiere ser el elegido que salve el mundo. Parece una tontería, ¿pero por qué nadie quiere ser el elegido en estas producciones?

 

Vale que ser este personaje que arruine los planes del malo como parte de una profecía es un marrón: mucha responsabilidad, más curro y una recompensa moderada. Siempre que se ha apuntado con el dedo a alguien por esta causa hay protestas por su parte, falsa modestia o desagrado, pero Sorey no, Sorey estudia a los pastores del pasado y quiere convertirse en uno, salir de su casa en el pueblo (fundamental el rollete bucólico para construir un JRPG de cielos azules) y recorrer el mundo.

 

Empezar Tales of Zestiria es relajarse y recordar esos videojuegos luminosos y azulados, algo que solían hacer muy bien los JRPG como parte de su género, y que los Tales han sabido mantener, con capítulos más oscuros mediante, todo sea dicho. Iniciar ese viaje marcado por el camino del héroe, y continuarlo a través de unas conversaciones bien construidas y que, por fin, saben no hacerse pesadas, es una de las cosas que más disfruto de este Tales of.

 

Entiendo que todos los juegos de rol tengan que tener una trama que quiera cambiarte la vida y basen en el grueso de esa historia toda su energía, pero también agradezco volver a este tipo de historias de siempre a las que se les da un pequeño giro, una vuelta de tuerca, que sepa aportar cierta profundidad, pero sin oscurecer esos brillantes cielos azules.


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