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Redescubriendo Metal Gear Solid 2

Una joya adelantada a su tiempo
Por Tipo de Incógnito

Soy el primero que no considera Metal Gear Solid 2 el mejor de la saga porque Metal Gear Solid 3 es francamente emocionante y tiene una mejor jugabilidad por momentos; pero, como muchos otros, me he dado cuenta con los años y leyendo a gente más inteligente que yo de que es un juego fundamental que realmente tiene los mejores detalles y los momentos más perturbadores de toda la franquicia. Además, es una mirada muy compleja y acertada del presente en el que ahora vivimos. 

 

MGS2 lo tiene todo: un grupo terrorista que amenaza a la sociedad, un presidente fascista con planes que no son precisamente propios de un demócrata, inteligencias artificiales que amenazan la sociedad y un grupo secreto de hombres y mujeres poderosos que gestionan la información y nos controlan a través de un torrente de datos y de nimiedades que impiden que conozcamos realmente las atrocidades que suceden a nuestra alrededor. Si esto no os hace pensar en 2016, pensad al menos que Kojima percibió hace mucho años algunos problemas reales a los que nos enfrentaríamos. 

 

Curiosamente, él ya hablaba de memes, aunque en rerefencia a cuestiones muy diferentes a las que nosotros solemos referirnos con esa palabra. 

 

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Lo perturbador y lo repetitivo, la imitación intencional que Raiden suponía de Snake durante todo el juego explotaba en nuestra cara al final de la aventura. Después de descubrir muchas nuevas formas de infiltrarnos y de ser descubiertos (esas pisadas marcadas en el suelo que delataban nuestra posición a mí me volaron la cabeza entonces), parece que el final era demasiado raro y estúpido para un Metal Gear Solid, que demostró en PSX ser un juego serio y con personajes más molones que un señor gordo con manos pequeñas y un bailaor flamenco-vampiro.

 

Han tenido que pasar muchos años para que, volviendo al juego, entendamos lo premonitorio y horrible del mensaje del falso coronel Campbell al final de la aventrura y para que, lo que en su día parecía burda imitación, encaje realmente como esa emulación e interpretación de lo que era el propio juego y que, en el fondo, se dirigía más a nosotros, como jugadores, al ponernos en la piel de Raiden. Nosotros somos los suplantadores de Snake y Kojima nos lo echa en la cara en la secuela de forma brillante. 

 

Ha tenido que pasar tiempo y hemos tenido que volver a jugar a MGS2 para darnos cuenta del valor que tiene en comparación con el resto de la saga. Hay momentos estúpidos en todos ellos, pero el tono que adquiere hacia el final esta segunda parte no es épico, como ocurre en el resto de juegos: es un mensaje que analiza la propia franquicia, antes incluso de que despegara por completo; y que evidencia que Kojima entiende, o entendía, los videojuegos como un medio complejísimo con unas posibilidades que no todo el mundo explota.

 

Antes de que Braid, The Stanley Parable y otros muchos juegos plantearan cuestiones sobre qué es jugar, ahí estaba Metal Gear Solid 2 volándonos la cabeza hasta el punto de no entenderlo. Me alucina que muchos, yo entre ellos, le diéramos otra oportunidad y, esta vez sí, como adultos, lo hayamos valorado mucho más que en su día. Se lo merece.

 

PD: Fuck Konami


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