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Quiero un Regalia en Mass Effect Andromeda

Conversaciones que surgen sin buscarlas
Por Adrián Suárez Mouriño

Final Fantasy XV deja una lección que me gustaría que recogieran futuros juegos de rol japonés: dejar a sus personajes hablar, preparar para ellos un espacio de reunión frecuente y que permita las charlas y las conversaciones espontáneas. Esto difiere un poco de lo planteado por juegos como Dragon Age Inquisition. En el título de Bioware tenemos una base y también conversaciones espontáneas mientras avanzamos por los distintos mundos de juego, pero en ambas secciones hay juego asociado a ellas, hay cosas que hacer, siendo las conversaciones palancas que activan o complementan este. El Regalia de Final Fantasy XV desnuda al juego de materia jugable, dejándote hacerlo igualmente si así lo deseas pero planteando una zona en la que solo se va a hablar.

 

La gracia del Regalia es que ir en él es útil, porque avanzamos de zona a zona en él. Este ejercicio recuerda mucho a los tiempos de carga que nos cuentan cosas mientran preparan la siguiente sección, solo que aquí esos intermedios se visten de coche y los datos entregados de charla. Hablar en una base, en la nave Normandia o en otra zona del estilo está bien, pero nos obliga a ir a la búsqueda de gente para charlar con ella, lo que destroza esa espontaneidad que sí tiene Final Fantasy XV. Me gustaría que al viajar en la nueva nave de Mass Effect Andromeda el trayecto se iniciara en un bar, dejando un margen a propósito en el que el viaje se produce y los personajes hablan.

 

Hablando en profundidad y con spoilers de cómo narra Final Fantasy XV

 

En Dragon Age Inquisition, en Mass Effect o en Skyrim disfruto de la lectura de su mundo en códecs o a través de conversaciones concretas, pero con ese bar que sugiero, ese en el que se habla por hablar, en el que no hay que ir a buscar a nadie y al que se regresa de manera recurrente se crea un espacio único que no buscas, que simplemente sucede, como cuando quedas con tus amigos.

 

En el fondo es un pequeño matiz, algo que parece ridículo, pero con el que se elimina ese aburrido proceso de tener que recorrer un mismo espacio en círculos por si alguien tiene algo que decirte, generando espacios de amistad y en el que se habla sin necesidad de tener que decir nada importante. Pensadlo y repetid conmigo: en la nueva Normandia quiero un bar en el que relajarme con mi tripulación para charlar entre cañas.


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