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¿Qué valor tiene un logro?

El mérito vacío de los trofeos
Por Dayo

Mi entrada a la séptima generación fue con Xbox 360. Supuso la introducción a muchos nuevos conceptos, tanto para mí como para el público en general. El online empezaba a popularizarse y, con él, el componente social de los videojuegos. Una de las adiciones más significativas que demostraban esta nueva filosofía fueron los logros, esas marcas de progreso brillantes. Recuerdo pasarme y repasar mis logros una y otra vez, compararlos con los de otros, mirar a qué nuevos logros aspirar. Cuando empecé a jugar online a Halo pensaba en dónde podía entrar para conseguir ese logro específico, y Final Fantasy XIII me frustró con sus indicaciones tan obtusas para desbloquear nada. Pero hace unos días se publicó en VG247 un rumor: The Order 1886 no iba a tener trofeos de bronce. Las noticias sobre posibles logros o trofeos de futuros lanzamientos no son poco habituales, pero por algún motivo esta me llamó la atención. Quizá fuese el hecho de que trataban la ausencia de trofeos de bronce como algo relevante. No sabía que eso pudiera ser noticia. De hecho ni me fijaba en que los trofeos fuesen noticia, a pesar de verlas día sí y día también; mi poco interés en ellos los había convertido en ruido de fondo.

 

Sé en qué punto dejé de contemplar los logros como algo relevante: fue al adquirir PlayStation 3, que no ponía los trofeos en primer plano y hacía necesario pasar por una serie de menús y esperas no tan cómodas para ver qué habías conseguido. Además saber que tienes X trofeos de oro, Y de plata y Z de bronce no es lo mismo que tener 1.000, 2.000 o un millón de puntos: en un caso se divide en grados de rareza (¿y qué significa un trofeo de oro, en cualquier caso?), mientras que en el otro hay una medida universal. O tienes más puntos que el otro o no los tienes, pero si tú tienes 15 de oro, 30 de plata y 100 de bronce ¿cómo te comparas con alguien que tenga 200 trofeos de bronce y nada más? Sea como sea, es pura especulación sobre por qué un sistema funciona y otro no. La pregunta real es: “¿Qué tienen de interesantes los trofeos?

 

 

Jamie Madigan, de Psychology of Games, puede tener la respuesta. En un artículo en que habla brevemente sobre el atractivo del botín cita un estudio sobre la anticipación y la satisfacción realizado con un mono. “Descubrieron que mostrar un pedazo de fruta al mono de laboratorio causaba una reacción de las neuronas de dopamina. También descubrieron que, cuando precedían repetidamente la oferta con una luz o sonido, las neuronas reaccionarían en cuanto el mono viese la luz o escuchase el sonido”. Esto se completa con otro artículo de en el que Madigan habla sobre cómo Valve manipuló los hábitos de compra de su público en 2010 con la gran caza del tesoro en Steam, que ofrecía diversas recompensas si se completaban una serie de tareas, la mayoría de las cuales ocurrían en juegos que curiosamente estaban de oferta. Sin embargo, había otras recompensas menores, como ponerte un avatar, a lo que los jugadores tenían formas rápidas y fáciles de empezar a ganar puntos. Y una vez que has empezado ¿para qué detenerte ahora? El artículo cita que “la gente que consigue dos estampas gratuitas en una tarjeta de ‘compra diez y consigue una gratis’ tienen más posibilidades de comprar las que faltan”, citaba. Steam jugó con esas ideas.

 

Los logros y trofeos tienen que ver con los estudios que expone Madigan. Muchos juegos recompensan al jugador por repetir tareas o hacer algo durante un tiempo determinado. Mass Effect tenía logros que premiaban jugar toda la campaña con un determinado personaje en el grupo, The Order: 1886 tendrá logros que recompensen por matar 100 enemigos con un disparo en la cabeza, etcétera etcétera. Revisas los logros, ves que ya llevas 23 headshots y ¿por qué no? Vamos a por todas. Es algo que funcionaba conmigo, al menos. El simple hecho de saber que estás acercándote a esa meta te hace sentir que consigues algo. Si tienes 34 muertes con una escopeta y te piden 50, coges la escopeta y matas a cuantos necesites. Y cuando empiezas a acumular logros te fijas en otros, en objetivos específicos que quizá no estén basados en tareas redundantes.

 

 

Call of Duty lo aprendió con el primer Modern Warfare. Entre sesión y sesión era habitual echar un vistazo a los desafíos que tenía pendientes, cuál podía conseguir en la próxima partida. Cambiaban mi forma de jugar: ora matar enemigos tumbado, ora disparar sin usar la mirilla. Pero la gran diferencia es que esos logros tenían un impacto en el juego, recompensaban con puntos de experiencia en un juego con un sistema de niveles. Si querías desbloquear las mejores armas o habilidades, tenías que subir de nivel, y los desafíos estaban ahí para ayudar. Precisamente ese es el motivo por el que ya no presto atención a los trofeos; si acaso los reviso por mera curiosidad, pero ya no aspiro a conseguir nada. Los trofeos y los logros no valen nada, no dan nada. Son medallas al mérito, pero hay tantas y tantas formas de conseguirlas que pierden el significado. Yo tengo 100, tú 110. Bien. Su abundancia las hace prácticamente inútiles. Pueden tener su gracia para ver quién ha hecho qué, si has llegado a ese punto tan escondido de determinado videojuego. Si vas de acosador por la vida lo puedes utilizar para saber quién se ha pasado un juego o por qué punto va.

 

No lo negaré, puede tener su valor en un pique entre amigos, si eres de compartir experiencias de juego a ese nivel. Pero yo ya no lo veo así. Hablo con la gente en otros términos, en cómo es el juego en general, ciertas mecánicas, ciertos puntos. No recuerdo haber sacado a coladero los logros de nadie en mucho tiempo ¿Tú tienes más puntos que yo? Vale, has jugado según las directrices del desarrollador ¿Pero por qué no explorarlos más allá? Un trofeo o logro es algo arbitrario: podrían recompensarte por pasarte un juego caminando de espaldas ¿es eso relevante? Hay un juego, Achievement Unlocked, que habla precisamente sobre el nulo valor que tiene un logro, sobre cómo no marca nada más que lo que se le ocurrió al desarrollador para hacer que el jugador se sintiera bien. Hay otras formas de contemplar los videojuegos. Si realmente quieres exprimirlo, quizá sería mejor interpretar el juego a tu manera, tal y como mostraba Anthony Burch en su blog No Wrong Way to Play. Al único al que le han servido para algo ha sido Raymond Cox, quien tiene el récord mundial como jugador con más puntos. En marzo del año pasado Cox llegó al millón de puntos en su cuenta de Xbox Live y en el evento de lanzamiento de Xbox One a finales de 2013 Microsoft recompensó sus esfuerzos con una copia gratuita de la consola y una subscripción Gold vitalicia. Para el resto de nosotros, mortales, son distracciones de formas de expresión propias.


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