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Qué nota le ponemos a 2016

Un año intenso
Por Julián Plaza

Con la que nos ha caído este año en múltiples frentes, el videojuego ha sido una auténtica vía de escape. Resumir lo que terminaremos sacando de sus 365 días en una palabra es imposible. No podríamos decir que por una de cal hemos recibido otra de arena, pero a pesar de todos los buenos ratos que nos ha dado la industria es de recibo apuntar aquellas tendencias, opiniones y erratas que se han dejado caer.

 

Primero, lo más importante: los juegos. El presente ha sido el año del carpetazo, con The Last Guardian, Final Fantasy XV, Owlboy y DOOM llegando al mercado, títulos que por una u otra razón han sufrido problemas de desarrollo y sobre los que han pesado cancelaciones, cambios de nombres y saltos generacionales. Casos como estos han servido para ejemplificar que una larga fase de desarrollo no es sinónimo de un mejor producto final y, especialmente, que seguimos siendo bastante desconocedores de todo el caos, el estrés y las presiones que se pueden llegar a vivir en el interior de un estudio.


TLG

Un sueño cumplido

 

La peor cara de esta realidad son los juegos ‘en construcción’, títulos que pasan el estándar de calidad interno y que nos llegan sin parte de lo que terminarán siendo dentro de unos años. Street Fighter V, No Man’s Sky y, de nuevo, Final Fantasy XV serán distintos en 2017, hasta el punto de que sus respectivos análisis sufrirán -si no lo hacen ya- un preocupante problema de caducidad. La misma, en este caso más acelerada, que han sufrido videojuegos como Evolve o Battleborn, incapaces de funcionar ni pasando a ser gratuitos, mientras al juego que unos consideran como el mejor del año y que parte de un concepto parecido al suyo se le sigue achacando que no lo sea: Overwatch.

 

Los grandes nombres quieren seguir siendo noticia y hemos vuelto a hablar de Skyrim, Bioshock y Batman Arkham. Han conseguido lo que querían, en parte, porque sus titulares también han hablado de retrasos, bichos y parches muy necesarios. El último tercio del año ha sido de infarto, con aplazamientos y un calendario que ha terminado siendo un cuello de botella del que todos han salido escaldados. La industria triple A ha vuelto a vender menos, cambiando los bajones de calidad de otros años por la desconfianza de los usuarios, la nula dosificación de los estrenos y lo que algunos han llamado el ‘efecto No Man’s Sky. Pero la máquina sigue engrasada y girando.


NMS

Un espacio infinito que solo ha llenado a algunos

 

La octava generación de consolas nos ha presentado su versión 2.0, su salto a un 4K que algunos ya conocían y que a otros tanto les da, y la definitiva llegada de la Realidad Virtual, esta vez con unas mayúsculas justificadas. En Sony han decidido mover con las blancas, salir antes con menos potencia pero aprovechando el tirón de una consola que cerrará el año con cincuenta millones de máquinas colocadas. Microsoft nos ha hablado de teraflops, de la llegada de la bestia de las consolas el próximo año, cerrando el presente con un trato al usuario mucho mejor que el de su rival. Los juegos del Gold se han comido los doce meses del Plus y los trescientos títulos retrocompatibles de Xbox One le pesan cada vez más al gigante nipón. A Phil Spencer solo le ha faltado un catálogo más potente.

 

El otro coloso asiático sigue a su aire, aunque parece haber encontrado vientos favorables. Nintendo Switch, la vieja NX, se expresa mucho mejor que Wii U y nos pide salir a la calle con ella sin dejar de ser nuestro principal entretenimiento dentro de casa. Difícil, pero si alguien puede conseguirlo es la gran N. El salto a los móviles se ha hecho definitivo con un Super Mario Run descargado millones de veces, y con un Pokémon GO que ha sacado una cifra similar de personas a la calle durante varios días para atrapar criaturas virtuales. 3DS permanece inagotable con un nuevo Pokémon que sigue evolucionando su fórmula y con un catálogo que seguirá ampliando en 2017, mientras Wii U cede el testigo a los nuevos tiempos.


Mario

La nueva Nintendo también es la de siempre

 

La industria nos ha escuchado. El problema es que lo ha hecho con lo que ha querido. Nos brindará las demandadas secuelas de Beyond Good & Evil, Red Dead Redemption y The Last of Us, dejando la originalidad en los grandes estudios en terreno marginal, pero también nos impedirá analizar algunos juegos hasta que estén a la venta. Solo el tiempo dirá si eso es bueno, aunque la intención de no ver perjudicado el periodo de reservas es evidente. El DLC se sigue reinventando, y algunos estudios como Respawn o Ubisoft se tiran del barco de los pases de temporada. Expansiones gratis, veremos si llegan a un Assassin's Creed.

 

Cada compañía busca el ecosistema que le es más propicio. Los influencers ganan peso, la Gamescom y el TGS se dice que lo pierden y eventos como la PlayStation Experience dan con bombazos dignos de un E3. Cuando llega la entrega de premios más importante del año hablamos de sus anuncios. Si alguien se pone serio en su discurso sientes que no es el marco adecuado, cuando debería serlo. Nos hacemos mayores aunque no lo parezca. Muchos desarrolladores son padres de familia y los hijos están llegando al videojuego con ganas de decir la suya. A ver qué nos cuenta el del nuevo Kratos, a ver si Ellie quiere seguir siendo nuestra niña.


GOW

Nuevos protagonistas

 

2016 ha tenido grandes estrenos, tanto en el terreno del alto presupuesto como en el de los indies. Nos ha dejado títulos, obras maestras para unos y productos sobrevalorados para otros, que han generado algo muy sano: debate. La cartera se hubiese visto perjudicada si no fuese porque nos hemos encontrado con temporadas de rebaja que han dejado algunos estrenos de ese mismo mes a mitad de precio. No es normal, pero quizás tampoco lo sean los precios de salida. No sé qué nota ponerle a este año, lo que sí puedo hacer es recomendarlo. Seguramente nos sirva de referencia para entender estrategias futuras en muchos terrenos y nos dará perspectiva. A veces eso es lo más importante.


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