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Oculus Rift: más difícil de vender de lo que parece

Una realidad difícil de mostrar
Por Toni Piedrabuena

Aceptemos una circunstancia que normalmente olvidamos: somos el culo del circuito comercial de videojuegos. Algunas de las plumas afamadas del medio español se empeñan en vendernos una realidad anti-Call of Duty, anti-FIFA y anti cualquier cosa que huela a mainstream que muchos se dedican a aplaudir. Luego viene ADESE con sus peculiares datos y presentaciones y tiran por tierra nuestro idílico planeta de videojuegos maravillosos que nada tienen que ver con el fútbol o los tiros anuales. ¿Conclusión rápida? El hecho de que nos mole algo, mucho o poco, no acaba siendo definitivo para su éxito, por mucho que nos empeñemos y mucha tinta que gastemos en ello.

 

El caso de Oculus Rift, por ejemplo, me tiene un tanto preocupado. No se trata de mainstream o juegos del público llamémosle casual, se trata que nuestro mensaje, por centenares de miles de visitas que tengan, no acaban siendo definitivas para su éxito, y no llegamos a tanta gente como pensamos que llegan. Hacer triunfar al accesorio nos va a costar mucha tinta y mucho esfuerzo por muchos motivos, el primero es por la ceguera que supone enamorarse de un producto tan solitario y difícil de enseñar al jugador medio, y no hablo precisamente del tipo que juega a FIFA o Call of Duty: ese ya es prácticamente inaccesible para el presente producto.

 

Hubo un artículo sencillamente espectacular en la primera RetroGamer española que trataba la caída de la realidad virtual en la industria del videojuego, un campo en el que se han invertido millones de kudos y que ha acabado pereciendo de forma lamentable. Dejando de lado elementos que impiden su éxito y unos campos de trabajo en ordenadores y plataformas que impedían hacer entornos y elementos que estuvieran a la altura de la tecnología usada, el hecho de ser un ejercicio tan solitario y tan difícil de exponer si no eres tú el que lo está practicando supone una barrera infranqueable a la hora de hacer algo rentable.

 

OculusRift7

Demostraciones multitudinarias, no muy cómodas

 

Pongámonos en situación: llegas a la feria, ves a un tío con Oculus Rift y una pantalla en la que se está mostrando lo que el fulano ve. ¿Está a la altura esa imagen que se expone en pantalla con la que está disfrutando el usuario en sus morros? Es evidente que no. Ese tío que ha ido a la feria puede ser un hardcore de la ostia, pero sin saber nada del producto y sin probarlo es difícil caer en sus encantos. De hecho, ni siquiera eso es definitivo, a falta de saber el precio real del invento, el poder adquisitivo de la gente por hacer “mejor” algo que ya hace con una pantalla normal quizás no justifique un gasto que será, por poco que sea, un número de tres cifras.

 

Oculus Rift no va a cambiar el videojuego, y se sabe que tampoco pretenden hacerlo, pero viviendo en un negocio y una industria en la que se debe sacar el dinero como la nuestra va a resultar difícil hacer rentable el accesorio, y un producto tan difícil de mostrar y enseñar a los jugadores. De hecho, ¿gustará una experiencia tan solitaria como la de Oculus Rift? Se trata de perder el sentido de la vista y el oído a favor del juego, y técnicamente nada de lo que ocurra más allá del videojuego será ajeno a nosotros. Si te lo paras a pensar, es hasta inquietante. En una industria en la que los usuarios hardcores aseguran marearse con las tres dimensiones de la Nintendo 3DS, ¿qué no les pasará con un sistema como el presente? La sensación será mucho más inmersiva que cualquier cosa que haya existido en un accesorio doméstico que haya salido al mercado por un precio más o menos popular, por lo que la novedad, estoy convencido, acabará asustando a muchos. Tiempo al tiempo.

 

Me resulta inevitable, salvando distancias de años y filosofías transoceánicas, el caso de Virtual Boy de Nintendo, el fracaso más grande del más grande, Gunpei Yokoi, y las historias que se cuentan del invento. Técnicamente, ¿cómo vender algo que no estás viendo? ¿Cómo mostrar algo que únicamente puede disfrutar una persona? En fin, tengo preguntas, pero al Pascual parece que le ha convencido absolutamente.


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