Nada como el multijugador... local, si es posible
En mi juventud, lo más avanzado en cuando a multijugador era el estar en el salón recreativo de turno y tener la suerte de que instalaran una recreativa de esas en las que se podía jugar hasta cuatro personas a la vez. Dejando atrás los vicios de Atari dándole a Gauntlet o Super Sprint, el máximo regocijo llegó cuando Konami se lanzó de lleno a eso de producir brawlers multiplayer a la usanza de Teenage Mutant Ninja Turtles o The Simpsons, maravillas del entretenimiento en la que el verle la cara a los colegas valía su precio en oro. Y ya si recordamos aquel X-Men para seis jugadores, apaga y vámonos.
Con esto quiero romper una lanza a favor del multijugador local, tal olvidado hoy día y que tan buenos momentos otorga cuando nos alejamos de la red de redes e invitamos a los amigos a eso de sentarnos alrededor del ordenador o de la consola. En este sentido, servidor parece haber empezado el año con buen pie, aprovechando por un lado el frikismo masivo de aquellos que me rodean y tirar de entornos aptos para reunirnos mogollón de nosotros con la sana intención de pasar un buen rato frente a la pantalla mientras picamos algo y endulzamos el momento con alguna bebida espirituosa.
Acostumbro a jugar día sí y día también a FIFA a través de Xbox Live... y me lo tomo muy en serio, que conste en acta. Sin embargo, no puedo comparar la experiencia de jugar al fútbol online con lo que es ponerte con tres amigos y hacer el bárbaro formando equipo. Últimamente estamos poniendo a prueba nuestra amistad jugando a FIFA Street en partidos de dos contra dos, pero hace un par de jornadas nos dio por hacer lo propio enfrentándonos a la IA los cuatro colegas... ¡y menudo vicio! Alucinante... qué paliza nos metieron, pero lo que nos reímos fue a todas luces impagable. Llegó la cosa al punto de que se me sobrecargó el gemelo derecho al tensar todo mi cuerpo cuando mi jugador no llegaba a rematar un pase... ¡me lesioné en la vida real jugando al fútbol virtual!
Fijaos hasta dónde llega la cosa de disfrutar entre amigos que se puede pasar un magnífico rato incluso frente a un juego mediocre. Este pasado fin de semana, sin ir más lejos, decidimos comernos un rosco de reyes mientras la liábamos parda jugando a The Expendables 2. Ya sabéis, liciencia del film 'Los Mercenarios 2', un arcade de acción de lo más normalito a la usanza de los clásicos arcade de disparos al estilo Commando o Who Dares Wins. Pues imaginad eso a cuatro jugadores, con la pantalla repleta de proyectiles, compañeros pidiendo ayuda, etc. Conste que todos eran conscientes de lo discretito que era el programa... ¡pero daba igual! A lo cual diré: si un videojuego consigue su propósito de divertir, es que no será tan malo.
Cambiando la consola por el PC, hicimos también la prueba de catar de lleno el multijugador de un auténtico juegazo indie, como es JamesTown. Al estilo de los matamarcianos de Cave, este shmup del millón de balas es una joya que no debería pasar desapercibida para nadie. Pues bien, permite la participación de cuatro usuarios a la vez: dos con pad, uno con teclado y el otro con ratón. ¿El resultado? Una serie de imposibles momentos de piques, de resurrecciones a mogollón y de frustración al morir todos a la vez y, en consecuencia, perder un crédito. En resumen: diversión en estado puro.
Y es que con momentos así es imposible que uno se acuerde de tirar de internet para jugar. En este sentido, doy la bienvenida con los brazos abiertos a la propuesta jugable de Wii U, donde sin apenas esperarlo me lo pasé como nunca dándole a Nintendo Land o haciéndole la puñeta a mis compañeros plataformeándoles negativamente en New Super Mario Bros U. Nada mejor que el calor de los buenos amigos alrededor de un videojuego para hacerlo valedor de la mejor de sus bondades... el pasarlo bien.
<< Anterior Siguiente >>