Mosqueado con los marcadores en The Witcher 3

Estoy mosqueado con los marcadores y los localizadores en The Witcher 3: Wild Hunt. No es que me maten, tampoco es eso, pero hay algo en esa forma de allanarnos el camino y en invitarnos a hacer la búsqueda más 'cómoda' que me molesta como jugador que disfruta investigando un -vasto- escenario. 

 

La interrogante marca el lugar

Decía el doctor Jones que la búsqueda del tesoro es cuestión de investigación, no de mapas: 'La X nunca marca el lugar', y llevados por esta filosofia, los chicos de CD Projekt RED han decidido no tirar de equis y marcarnos los 'sitios de interés' con un flamante interrogante blanco en el mapa para que no nos dejemos ningún rincón por visitar. 

 

'¡Pero antes hay que visitar los tablones informativos!' dirán los típicos pejigueras del coro. Pues sí, es cierto, en The Witcher 3 partimos de un mapa en blanco en el que, poco a poco, van surgiendo distintos localizadores que nos marcan los puntos de interés, los postes de viaje rápido y los embarcaderos. La forma de que surjan estos puntos es, o bien descubrirlos por nuestra cuenta o bien visitar un tablón de anuncios como esos que suelen poner en la puerta de los ayuntamientos para anunciar el censo. Basta con leer un mensaje como 'niños, no comáis gatos que sientan mal' para que automáticamente aparezcan un puñado de interrogantes por el mapa que nos apuntan donde están los tesoros, las cuevas, las personas en apuros y demás cositas interesantes. 

 

 

Un poco tonto todo, o al menos muy falto de lógica, lo que no deja de rechinarme en un juego que mima tanto el detalle como éste de los chicos de CD Projekt RED. ¿Era necesario ir junto a Geralt dándole collejas para que no se deje ni una cosita por remover? ¿De verdad necesitaban hacer todo tan sencillo al jugador? Por mi parte, desde luego, podrían habérselo ahorrado, pero claro, es sólo una opinión.

 

'¡Pues no mires los tablones!', vuelve a la carga el tonto del coro. Pues sí, es una opción como otra cualquiera y, de hecho, estoy cribando los escenarios por mi cuenta para que los tablones no me destripen nada antes de echarles un ojo porque, lamentablemente, es la única forma de conseguir los contratos de brujo. Sin embargo es una solución a medias, pues hace que te enfrentes a situaciones que te superan, o mejor dicho, superan tu nivelactual a la vez que luego te llevan a realizar los contratos de brujo con un nivel muy superior al de la criatura a cazar, lo que lo deja todo un poco descompensado. 

 

Pero es que el tema del niveles otro de esos puntos en los que los chicos de CD Projekt se han visto obligados a echarnos una mano: ¿De verdad era necesario decirnos el nivel aconsejable para acometer tal misión o tal trabajo? Francamente, habría preferido darme de leches contra un muro hasta darme cuenta de que, quizá, sería mejor mejorar antes mis habilidades para cumplir tal o cual contrato, pero los polacos han pensado que nada mejor que una advertencia para marineros: 'cuidado, chicos, esta misión es de nivel 11. Os lo avisamos y lo ponemos en rojo para que nos os liéis'. Una forma como cualquier otra de sacarnos un poco del papel de brujos.

 

 

Ah, la libertad...

Sí, soy un pejigueras, pero por mucho que esté disfrutando con The Witcher 3 me gustaría que hubieran sido un poco más ambiciosos y nos hubieran exigido un poquito más a los usuarios como jugadores. Las marcas de las presas que tienen algo que ofrecernos pintan en rojo en el minimapa junto a las hierbas, los tesoros y esas interrogantes que, sinceramente, habrían sido más honradas como signos de exclamación: 'Eh Geralt, aquí, ¡Aquí! 'AQUÍ, GERALT, COJONES, QUE NO MIRAS!'. Demasiada información para mi gusto. 

 

Echo de menos la libertad de mapas como el de Fallout 3, Fallout New Vegas y Elder Scrolls: Oblivion y anteriores, pero también, si me apuráis, la de títulos mucho peor vistos como Risen, Two worlds y demás ERPGs de corte medio. Witcher 3 me gusta, me gusta mucho y tiene regalitos geniales con unas misiones secundarias que sólo encuentras en ocasiones cuando las buscas -nada como ir a echarle un palito a cierta bruja y terminar jugando a Entre Fantasmas con una linterna-, pero aún así no he conseguido ese nivel de perderme en medio de la nada que se logra con los títulos anteriormente mencionados. 

 

 

The Witcher 3 es, en ocasiones, como una excursión multiaventura en la que todo es adrenalina y diversión pero en la que los riesgos están perfectamente calculados y nunca vas a pasarlo realmente mal. Oh, sí, puede que mueras a manos de los labriegos al intentar salvar a un desertor alem... digo... nilfgaardiano, y puede que tengas que andar un rato para llegar a un sitio u otro, pero nunca faltará tu fiel sardinilla para que no canses tus pies ni los localizadores que te dirán en todo momento donde está la estación Repsol más cercana.

 

En definitiva, The Witcher 3: Wild Hunt es un gran juego y me está ofreciendo grandes momentos a los mandos de mi Play, pero eso no quita que algunas cosas podrían, sino haber funcionado mejor, sí haberse adaptado más a mis gustos. Echo en falta una -sé que imposible- cámara en primera persona y sé que eso es una idiotez por mi parte, pero también me habría gustado que fuera menos Red Dead Redemption y más Oblivion, y creo que eso no habría sido mala idea.

 

¡Nos leemos!

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