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Metal Gear Solid V: The Phantom Chicken

Un gorro de pollo que es una genialidad
Por Adrián Suárez Mouriño

Pues a mí lo del gorro de gallina de Metal Gear Solid V, que se traduce en jugar en modo fácil, me parece una idea magistral. La variación de la dificultad de un videojuego es una manera de personalizar la experiencia, gracias a ello el título deja de resultar frustrante para algunos, los retos no lo son tanto y el videojuego se pasa solo. Pero la experiencia original del creador cambia, es otra cosa llamativamente distinta, y el videojuego tiene que hacérselo llegar al jugador. De hecho, lo del gorro va incluso más allá, pues introduce el modo fácil en el mismo juego, activándolo al ponérnoslo.

 

Hay un videojuego fetiche en mi vida, por aquello de la nostalgia seguera, que es el Castle of Illusion de Megadrive. Me gusta mucho de ese juego que el modo fácil no es una reducción de la dificultad, sino una reducción del propio título. Si seleccionas el modo de dificultad más bajo el título te entrega solo un puñado de pantallas, y al terminártelas, el juego se acaba triunfal. Entiendo el gorro de pollo de un modo similar.

 

 

Lo dije por aquí hace poco: me cabrea no saber si el modo de juego en el que estoy jugando es a la que el desarrollador quería que yo jugara. Al cambiar la dificultad cambia toda la experiencia de juego, cambia cómo te enfrentas a los rivales, hasta qué punto te comes el tarro para llegar a determinadas soluciones, etc. Ese gorro de gallina te está diciendo: esto no es Metal Gear Solid V, y viste (nunca mejor dicho) el modo fácil. Sí, te saca de la experiencia de juego. En una guerra o un asalto no tiene ningún sentido ver a alguien disfrazado de Angry Birds, pero esa es precisamente la esencia del asunto, que te saque de ahí, que sepas que no estás jugando a lo que tienes que jugar.

 

Me encantaría que en otros títulos de rol, aventuras o lo que fuera, distintos personajes cambiaran sus diálogos, diciéndote que estás jugando en una realidad paralela para cobardes; es decir, que el juego te dijera que esa no es la mejor manera de hacerlo.

 

Por supuesto, esto también es extensible al modo de juego más difícil, pues tampoco es la experiencia original, pero sí una preparada para ser un mayor desafío, y el videojuego tendría que premiarte o animarte sabiéndolo.

 

El gorro de pollo, por lo tanto, me parece todo un acierto, uno que conseguiría que los modos de dificultad adicionales fueran otra cosa, nuevos modos a descubrir, no una manera de pervertir el conjunto del diseño al gusto del jugador.


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