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Mario Kart 8. Cómo perfeccionar una fórmula

Superando el género de juego inicial
Por Adrián Suárez Mouriño

Mario Kart es el ejemplo de cómo una saga de videojuegos puede crecer hasta rozar la perfección. No juego a títulos de conducción si no tienen necesidad de análisis, no me pongo en casa videojuegos de coches para echar unas partidas y relajarme, pero sí que llevo un mes en el que me apetece más que comer hacerme copas en Mario Kart 8, y no es para menos, el juego de conducción de Nintendo hace tiempo que ha sabido trascender de esa etiqueta.

 

Mario Kart 8 podría ser perfectamente un juego de plataformas, repleto de ítems y de competidores por llegar a tomar la bandera de un nivel común de un Super Mario Bros cualquiera. Ir en coche no es más que una hábil reducción jugable de ese concepto, dándole coherencia a esa persecución. Los primeros de Super Nes sí que eran juegos de carreras, y también el maravilloso título de Nintendo 64, pero Mario Kart 8 ha sabido trascender y mezclar plataformas, batallas, velocidad y reflejos para generar unos instantes de tensión terriblemente adictivos.

 

 

Porque lo mejor de Mario Kart 8 no ni son sus circuitos ni su abrumadora colección de ítems, tampoco todas las variaciones que se le pueden hacer a los vehículos o la gran cantidad de jugadores, lo más destacado es cómo se ha sabido mezclar todo esto con maestría para producir una divertidisima cantidad de peleas multitudinarias por ganar un puesto en esa competición. En esas peleas prima la variedad y en cantidad.

 

Esto es así porque esa tensión del enfrentamiento entre dos corredores necesita siempre de un puntito de incertidumbre y de no contar con todas las variables que se precisas para resolver la ecuación. Si yo voy corriendo con mi Bowser y me peleo con Mario, resulta fundamental que el escenario pueda sorprenderme, que lo pueda hacer mi competidor a través del ítem, de la configuración de su vehículo y de los otros corredores. En el momento en el que se repiten varias veces las mismas condiciones de esa lucha entre dos, el juego pierde fuerza, y por eso es tan acertada la tremenda variedad de elementos que posee el título.

 

Llego tarde a Mario Kart 8, pero no puedo dejar de alabar el excelente trabajo de búsqueda de la perfección y de entendimiento de una serie como la que ha hecho Nintendo con esta marca. Mario Kart 8 no es un juego de coches, porque si lo fuera yo no disfrutaría tanto con él, es otra cosa, un título que sí se apoya en dicho género, pero que toma tanto de otros que ha sabido construir una perfecta amalgama que se refleja en la excelente tensión de cada enfrentamiento particular.


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