La realidad virtual y aumentada no son El Futuro

Ante las nuevas tecnologías es normal sentir un poco de miedo o respeto, pero aunque sigamos siendo un medio relativamente joven (el de los videojuegos en general, digo), ya hemos visto una buena cantidad de cambios que han sido bien aceptados incluso a pesar del recelo inicial, y no han sido cambios precisamente que hayan sustituido a lo anterior, sino perfectas alternativas.

 

El control por movimientos es uno de ellos, por ejemplo, y uno de los más recientes. Ha habido diferentes intentos, pero algo que a día de hoy parece tan sencillo como mover un mando y que exista una reacción en la pantalla podía parecer impensable hace diez años, y hoy no sólo es parte de los juegos convencionales sino también, parte importante de la inmersión en esta entrada a la realidad virtual que estamos a punto de presenciar.

 

Hay que diferenciar, eso sí, entre realidad virtual y realidad aumentada. Las Hololens de Microsoft van por un lado completamente diferente del que van Oculus Rift y Project Morpheus, pero son apuestas igualmente interesantes basadas en, al fin y al cabo, expandir la experiencia de juego de una forma única. ¿Pero de verdad aportan tanto al juego?

 

 

Pensando en Oculus/Morpheus primero, que es la tecnología que más gente ha podido probar, realmente no tiene una aplicación tan directa para muchos juegos completos. Lo hablábamos en su día, desde luego, es necesario un mando, y de hecho Oculus no sólo contará con la posibilidad de jugar con el mando de Xbox One sino también con esos dos pequeños mandos con sensores de movimiento (Oculus Touch) que ayudan a la inmersión. Lo mismo, cambiando Oculus, mando de Xbox One y Oculus Touch por Morpheus, Dual Shock 4 y PlayStation Move.

 

Pero no es una tecnología como para que un jugador de bien se siente en su sofá o silla pro gaming durante diez horas seguidas con el headset puesto, completamente alienado de la realidad. No es una tecnología como para esas aventuras a las que echarle 15 horas o esos RPGs de 100 horas, y de hecho no lo están vendiendo como tal, sino ofreciendo pequeñas 'experiencias'.

 

Habrá juegos, claro, pero creo que Oculus y Morpheus tienen todo su potencial por explotar en esas pequeñas demos que van mostrando, en una experiencia terrorífica como es Kitchen, en un paseo por una montaña rusa, en una secuencia de acción guionizada al volante, o disparando por la ventanilla, en un viaje espacial,... En el fondo, no sería muy diferente de esas atracciones de feria que te meten en una cabina totalmente a oscuras y simulan un viaje trepidante acompañado del movimiento de esa cabina, y un modelo de negocio mediante 'pruebas' de esas experiencias sería mucho más atractivo que lanzarse directamente a videojuegos completos tal y como los conocemos hoy en día.

 

 

Por supuesto, las aplicaciones lejos de este mundillo son ilimitadas, desde entradas virtuales a conciertos, partidos y todo tipo de eventos a mucho más que, desde luego, no nos corresponde a nosotros idear. Y por otro lado está Hololens, el gadget al que no se puede llamar realidad virtual y no es tanta holografía como la que impera en la ciencia-ficción, sino que, por el momento, no deja de ser algo de realidad aumentada. Espectacular, pero realidad aumentada al fin y al cabo.

 

Hololens es una versión hipervitaminada y en formato molón de esas apps de 3DS, Vita o smartphones varios que, mediante una tarjeta, nos permiten ver cosas a través de la pantalla que no vemos con nuestros propios ojos. Esto, claro, puesto en un visor, acompañado de un sonido envolvente fantástico y a través de una experiencia bien diseñada, da un resultado que parece lo más futurista que he vivido nunca, pero pensándolo con la cabeza fría, tampoco le veo tantas aplicaciones de cara a jugar.

 

Podemos pensar en una pantalla libre de HUD y que tengamos toda la información directamente en las gafas, proyectada en cualquier otro sitio aparte de la propia pantalla, pero no sería algo tan práctico si al fin y al cabo tenemos que jugar con un aparato extra apoyado sobre la nariz (unas almohadillas para ahí no le vendrían mal, dicho sea de paso) y tenemos que desviar la mirada de la acción principal.

 

 

Lo presentado en el E3 además de la demo de Minecraft en la conferencia, era una experiencia 'en vivo', no era tan sencillo como sentarse y ver cosas delante de una mesa, sino que al movernos y caminar se veían diferentes puntos de destino para terminar ante una mesa de operaciones con un briefing del siguiente combate de Halo 5: Guardians. Es una experiencia complementaria, pero no veo una forma lógica de implementarlo de verdad en un juego.

 

Hololens puede llegar a tener ni más ni menos la aplicación que nos mostraban en su vídeo de presentación, pero evidentemente muy reducida. Colocar diferentes apps por casa, y tener el tiempo sobre la nevera, las redes sociales en una pared o incluso un monitor donde no lo hay, pero todo esto, como realidad aumentada que es, depende de algún tipo de 'tarjeta' programada para mostrar esa función y no otra.

 

No veo Hololens como una plataforma para la que crear juegos exclusivos. Veo Hololens como una ampliación de experiencias, como algo adicional para darle algo más de espectáculo a un juego o una película en alguna proyección tipo IMAX. Tiene posibilidades, pero no como para ser algo que desbanque la forma actual de ver los videojuegos. Claro que la mejor aplicación que hemos podido pensar poniéndolo en común entre unos cuantos que hemos probado Hololens era un Paintball aumentado, una experiencia en la que puedas ver de verdad las barras de vida de tus rivales, la munición restante, el mapa del terreno, la posición de tus aliados,... Quizá acercar más la realidad a lo que conocemos de un videojuego, si, pero no hacer videojuegos convencionales con ello.

 

Estamos a punto de vivir la llegada de una tecnología muy interesante a la que no hay que tener miedo. Desde luego, no van a ser 'El Futuro', como única opción que se antepondrá a la forma convencional que tenemos de disfrutar de los videojuegos. Pero desde luego, se merecen ser 'Un Futuro', una alternativa más para evitar el anquilosamiento de la industria.

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