Hay que olvidar a los viejos: La transgeneracionalidad daña al videojuego

Ayer Techland decidía abandonar a los usuarios de Playstation 3 y Xbox 360, negándoles Dying Light para exprimir al máximo las posibilidades actuales de Playstation 4, Xbox One y PC. Mosqueos de los usuarios de la séptima generación a un lado, la verdad es que la opción parece tan acertada como la de Ubi a la hora de sacar Unity para next gen y PC y Rogue para Playstation360... y PC -malditos usuarios de PC, os odio-. La transgeneracionalidad de los títulos, que salgan para dos generaciones a la vez, es un juego peligroso.

 

Hay que ir con los tiempos  

El otro día hablábamos de nueva generación, Nintendo y WiiU, y un usuario, @DanGimeno, ponía el dedo en la llaga al decir que no podemos hablar de nueva generación hasta que no salgan juegos exclusivos REALES más allá de los primeros experimentos y de todos estos títulos que tratan de explotar la portabilidad ofreciendo experiencias que se quedan cortas en ambas generaciones. 

 

Por poner un ejemplo al azar, The Evil Within, a pesar de ser un gran juego, ve la IA de sus monstruos lastrada en la nueva generación por culpa de las limitaciones de las CPUs de la década anterior, mientras su puesta en escena en Playstation 3 y Xbox 360 tiene un algo raro que recuerda a lo sucedido en Watch Dogs o Suspect Murdered Soul: Una especia de neblina, de confusión gráfica que canta en exceso respecto a los modelados entornos, rostros y texturas. Como si hubieran tenido que añadir blur a un proyecto más perfecto para permitir que corran en las viejas plataformas, creando una indefinición en alta definición que demuestra que falla algo.

 

 

Se acabó lo que se daba

Seguirán saliendo juego, por supuesto, y nadie quiere que se acabe tan pronto la carrera de Playstation360, pero no nos engañemos: Ya nadie investiga para ellas, ya nadie le aprieta las tuercas más allá de intentar portar un proyecto sacado para sus hermanas más potentes. No hay interés en explotar las posibilidades de estas máquinasporque ahora los desarrolladores tienen juguetes nuevos, y cuanto antes aprendan a trabajar con ellos, más jugo podrán sacarle y mejor correrán en la competición de los próximos años por ver quien se lleva el gato -nosotros- al agua.

 

 ¿Significa esto que hay que abandonarlas y tirarlas al arroyo? Por supuesto que no, aún les queda algo de vida y sería una pena acabar con las posibilidades que no se han descubiertro hasta hace relativamente poco, sin embargo...

 

Hay que olvidar a los viejos

No para siempre y no de forma definitiva, pero sí que hay que olvidarlas cuando se trabaja en un proyecto que realmente aspira a ser impactante en su generación superior. No deja de sorprenderme como Red Barrel, Naughty Dog, Ninja Theory o Insomniac hablan de lo agradable que es centrarse en una sola plataforma para desarrollar un videojuego mientras que otras compañías se empeñan en seguir sacando los juegos para todas las plataformas -menos WiiU, que ahora les cae mal- en un intento de estrujar y apretar a costa de lo que podría haber sido. 

 

Tal vez ha llegado el momento del se acabó, de aplaudir a Techland por tener los santos cojones de admitir que no hay cojones -cuatro en la misma frase- y centrarse en todo lo bueno que puede sacar a un título que pretende redefinir el género con su verticalidad y libertad de movimientos. No sería justo que Dying Light se hubiera visto capado por culpa de la vieja generación, como no es justo que las limitaciones de Playstation360 capen y lastre las posibilidades de sus hermanas prodigiosas Playstation 4 y Xbox One, por no mencionar a la raza maestra, que sigue esperando con paciencia a que las consolas vuelvan a crecer para obtener lo que es suyo por méritos propios.  

 

 

Hay que diversificar

Con los sandbox, sí, pero también con el desarrollo. Llega el momento de decidir qué quieres hacer y para quién. Si quieres trabajar para la séptima generación, aprovechando sus bondades y su cantera de usuarios, o si quieres desarrollar para la octava y aprovechar el tirón y las posibilidades que permite. Los pasos intermedios no llevan a ningún lado, y ya es hora de que reclamemos que las compañías se decidan y tomen partido. A nadie le gustan los indecisos. 

 

¡Nos leemos!

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