Hacer un mal juego y vender más que nadie

Tiene gracia lo de Aliens Colonial Marines, que con menos de una semana en las tiendas ya ha generado más noticias que el último proyecto musical de David Bowie. Ahora ha saltado a la palestra las declaraciones de un tester que ha estado probando la versión Wii U del juego, tachándola directamente de chiste. Lejos de ser la mejor de las traslaciones (como aseguran desde Sega), el programa de Gearbox arrastra graves bajones en la tasa de imágenes por segundo, problemas en las texturas y la inclusión de horribles minijuegos de esos que se meten con calzador con la cosa de aprovechar las cualidades innatas de la consola. Tal es el embolado que, visto lo visto, Sega se está planteando el cancelarlo todo, a pesar de que el proyecto siga en marcha a día de hoy.

 

Pero esto no es todo. Ya sabemos por activa y por pasiva que Aliens Colonial Marines es uno de los mayores despropósitos que nos hemos topado en lo que llevamos de generación. Por esto mismo clama al cielo el que los xenomorfos bugueados de Gearbox hayan llegado al número uno en ventas allá por tierras inglesas. Es más: en su primera semana, han vendido más unidades que otros lanzamientos de nuevo cuño como Dead Space 3, DmC o Ni No Kuni, hasta el punto de ser el segundo mejor lanzamiento de la franquicia Alien (con algo de justicia sigue en primer lugar el Alien vs Predator del año 2010).

 

 

O sea, Sega consigue una jugosa licencia cinematográfica que ha estado dando vueltas y vueltas, para al final caer en un estudio como Gearbox que termina desaprovechándola mientras se centra en sus propios proyectos. Como no pocos conjeturan, gran parte del capital aportado por los padres de Sonic irían de cabeza al desarrollo de Borderlands 2, visto lo visto. En definitiva, terminas lanzando un engendro jugable, fruto de la desidia del estudio y el terrible desaguisado formado entre terceras compañías implicadas. A priori parece que el único resultado es el de conseguir una gran mancha en el currículum de Gearbox... otra más.

 

Pero nada más lejos de la realidad, puesto que su dantesco desarrollo ha terminado vendiendo como rosquillas. Con esto, y más allá de las críticas, es de suponer que Sega estará más que satisfecha, puesto que lo único que cuenta al fin y al cabo para una productora de su talla son los números, el dinerito que entre por la puerta. No podría asegurar si Gearbox se estará llevando unas palmaditas en la espalda por su chapuza generadora de billetes, pero tal y como está la industria, es lo más probable. Claro está que otra cosa será la cara que se le quede al pobre usuario que ha invertido más de sesenta euros en este Aliens Colonial Marines...

 

 

Con todo, es fácil sacar otro tipo de conclusiones a este respecto. En primer lugar, está la gran importancia del valor que tiene una IP como Aliens, a lo cual hay que unirle una buena campaña de marketing en la que, por cierto, no han faltado las mentirijillas habituales del amigo Patchford. No obstante, me quedo con el detalle de lo poco importante que resulta al final para un gigantesco grueso de usuarios la valoración de la prensa especializada. Ya no solo lo que diga el crítico de turno, sino que igualmente se ha ignorado al núcleo de usuarios activos que, a través de la red de redes, opina sobre todo lo que se ponga por delante.

 

Claro está que han existido otros activos a tener en cuenta. Aparte del hecho de estar ante una franquicia de peso con un producto absolutamente fan-service, teníamos antes del lanzamiento un buen puñado de trailers que en verdad mostraban poco o nada de lo que ha sido el juego al final... y lo más importante: un contundente embargo de prensa que no permitía publicar reviews hasta el día de salida. Al final uno se da cuenta de lo bien calculado que ha estado todo en términos de que los fans, engañados en primer lugar por las triquiñuelas de Gearbox y animados por ver de nuevo a sus Aliens, acudan masivamente a las tiendas al poco de tocar las estanterías.

 

Claro está que habrá a quien le guste este Aliens Colonial Marines. Yo mismo me he descubierto amando ponzoña infecta que provocaba urticaria al resto de mis conocidos. Pero desde luego que esto no justifica todas estas feas artimañas, el truculento pensar de unas empresas que no quieren otra cosa que sacarle la sangre al usuario, aunque para ello se tenga que pasar por el aro de la inmundicia. Lo cual me recuerda al debate todavía candente que tenemos aquí mismo... ¿qué opinas tú?

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