Furi y sus fases entre combates
Furi es uno de los últimos juegos en incorporarse a la biliblioteca gratuita de cualquier usuario de PS4 suscrito al servicio PlayStation Plus, convirtiéndose en otro título independiente que realiza su estreno y se deja ver al mundo entero prácticamente gracias a este hecho, porque de lo contrario es muy probable que su estancia en el mercado hubiera pasado sin pena ni gloria. Pero a pesar de ello tampoco es que haya conseguido destacar en exceso, y eso que se trata de un título visualmente interesante que hace bastantes cosas bien, sobre todo en sus combates.
Sin embargo, tal y como apuntaba en el análisis, Furi falla estrepitosamente en sus intentos de convertirse en "algo más", en una especie de obsesión por querer resultar interesante no solo a través de unas mecánicas o un concepto de juego concreto, sino también aportando una historia y un contexto atractivo que en muchas ocasiones son los factores que determinan si un desarrollo independiente va a calar hondo entre los jugadores o no. En este caso, siempre bajo un punto de vista subjetivo, la obra pierde calidad en el mismo momento en el que otros muchos estudios independientes fracasan cuando buscan emular algún otro éxito del pasado: cuando se creen más de lo que pueden llegar a ser, exhibiendo unas formas que solo denotan las ganas del estudio por convertir el producto en algo realmente pretencioso.
La gran baza de Furi son sus combates, donde realmente tenemos una lista de control adecuado y el jugador puede dar rienda suelta a su imaginación para disfrutar de enfrentamientos tensos y bien pensados. Pero para adornar todo esto, el estudio decide incorporar algunas fases jugables entre estos combates en los que, básicamente, el jugador pasea por algunos escenarios de forma pausada en busca del siguiente combate. Estas fases preparatorias no están del todo mal pensadas, ya que sirven como descanso entre batallas y bien implementado pueden ofrecer datos interesantes sobre el enemigo que acabamos de derrotar o al próximo al que nos vamos a enfrentar, pero falla totalmente en las formas. Tratando de ser en todo momento misterioso y especial, Furi incorpora en estas fases a una especie de hombre vestido de conejo que no para de aportar datos que casi parecen aleatorios, pero que tienen que ver con la historia y el contexto que rodea a la obra. En ningún momento llega a ser interesante y lo que podía ser un buen método para aligerar tensiones entre combates se transforma en unos minutos tediosos, que se hacen excesivamente largos y donde el control ni siquiera está ajustado.
Los que hayáis jugado sabréis el problema evidente que presentan estas fases entre combates de Furi: no solo está el aspecto personal y la opinión de que al juego no le sienta nada bien intentar ser algo más de lo que es, sino que el control es desastroso solamente en estas fases. La dirección de movimiento no varía cuando hay cambios de cámara (que son muy numerosos), por lo que si seguimos manteniendo el stick en una posición concreta para hacer que el personaje avance hasta ella, lo seguirá haciendo cuando cambie el plano, generando situaciones antinaturales en las que el jugador suelta el stick extrañado para volver a situarlo en la dirección correcta. Lo peor de ello es que existe la posibilidad de pulsar un botón para que el movimiento del personaje sea automático en estas fases, sin necesidad de que el jugador haga nada, lo que demuestra que el estudio es consciente de estos desajustes y no hace nada por tratar de arreglarlo, solo incorpora un remedio que ni anuncia al jugador.
Con este caso, simplemente, quiero que entendáis que no todos los títulos independientes deberían ser profundos, con historias increíbles y con una revolución en la manera de aplicar su narrativa, sobre todo si no eres capaz de hacerlo bien. Furi funciona correctamente en los combates, pero es en la obsesión que parecen mantener sus creadores en querer convertirlo en una obra que vaya más allá donde fracasa, ya que no son capaces de conseguirlo.
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