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Feliz 10º aniversario, Oblivion

Mi primer gran mundo abierto
Por Bruno Louviers

Cada año que pasa, los aniversarios de los videojuegos que han marcado mi vida me van a ir traumatizando más y más, demostrando no solo que la industria del videojuego va envejeciendo, sino que yo también lo hago junto con ella. No es algo malo per se, pero sigue siendo algo impactante que Pokémon haya cumplido 20 años o que hoy, The Elder Scrolls IV: Oblivion vaya a cumplir 10. Parece que fue ayer cuando ese mundo lleno de caras más bien poco humanas se abría ante nosotros, y de qué manera.

 

Creo que todos hemos sentido lo mismo con Oblivion, y eso dice mucho de él. Salir de las cloacas tras presenciar el asesinato del emperador Uriel Septim VII (que ahora me entero de que fue doblado por Patrick Steward) y contemplar ese mundo abierto, colorido, lleno de sonidos y donde nada ni nadie nos indica exactamente hacia dónde debemos partir ni qué hacer primera; ese preciso instante, es parte de la historia de los videojuegos, casi tanto o más que el resto de la aventura que se abría ante nuestros ojos.

 

 

Personalmente, jugué a Oblivion en una versión pirata bajada para PC porque no sabía si iba a ir bien en mi ordenador antes de comprarlo. Jugué como 30 horas a dicha versión hasta que la compré en disco físico, algo que jamás había hecho anteriormente con un juego de ordenador, y le eché otras 100, por lo menos. Y no sé vosotros, pero si tuviera que quedarme con una sola cosa de este juego, sería con las misiones de la Hermandad Oscura. Todo alrededor de sus misiones era perturbador, y el desenlace era algo que no podría creerme.

 

Las misiones del gremio de los ladrones no le andaban lejos, ojo, pero desde el momento en el que recibí cierta nota tras matar a un vagabundo inocente para dormir en su cama, quedé prendado de todo lo que tenían que ofrecerme. Además, encajaba con mi personaje: jugué a Oblivion con sigilo, a pesar de que por entonces no era precisamente la mejor opción porque la estadísticas del juego estaban muy mal implementadas y no era el camino más fácil a seguir. Lo disfruté igualmente, claro.

 

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No eran las únicas misiones que se disfrutaban, claro. Ahora mismo, no recuerdo ni papa de las misiones principales porque me importaban bastante poquito. Yo era de los que, en un momento dado, eran contagiados con vampirismo y se pasaban horas buscando una solución. Para mi sorpresa, di con ella sin guías ni leches, y toda la misión para conseguir las plantas y la cura todavía sigue siendo la satisfacción más grande que obtuve de perderme por el mundo de Oblivion. Poco me importaba el penoso rendimiento del juego en mi viejo ordenador.

 

Sumemos a esto la banda sonora del juego, por supuesto. Creo que a día de hoy puedo recordar una inmensa mayoría de las melodías de Oblivion y tararearlas. Lo bucólico de sus villas, los sonidos lejanos en el mundo abierto, lo trepidante de sus momentos de combate... Aunque el himno del Dovakhiin ahora mismo haya fagocitado buena parte de la labor musical de Oblivion por su incontestable épica, esta sigue destacando en las pequeñas melodías que nos acompañan sin más, que son un personaje secundario siempre a nuestro lado.

 

 

Es inútil seguir contando anécdotas sobre Oblivion porque seguramente tengáis vosotros tropecientas más y mucho más personales que las mías. Hablando del tema con un amigo que era muy fan de Oblivion, me ha contado que una vez tuvo a un NPC persiguiéndole horas por el mapa del mundo, mientras él hacía el cabra tranquilamente. Son estas pequeñas historias, me temo, las que luego hacen que disfrutemos tanto de los mundos abiertos, y no pasa nada. Seguro que en Bethesda están encantados con que así sea. 

 

Puede que Skyrim, actualmente, sea mucho mejor en algunas cosas que Oblivion por diferentes motivos, pero la nostalgia es más poderosa a través de este juego. Y qué demonios, tenía cosas geniales que no ha heredado su descendiente.

 

No me quiero ni imaginar lo que sentirán aquellos que ya jugaran a Morrowind y sinteran lo que yo con Oblivion, pero seguro que alguno aparece por estos comentarios. El caso es que si los mundos abiertos ahora son casi la norma en nuestra actual generación de consolas, en parte, es gracias a Oblivion, que abrió nuestras mentes, nos enseñó cómo se debían estructurar ciertas misiones y nos impresionó con el detallismo de su mundo.

 

Ah, y los memes, benditos memes...

 


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