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Estoy disfrutando más con Mad Max que con Witcher 3

No hace falta estar loco, pero ayuda
Por Rafa del Río

Hace unos meses, con la llegada del calor, guardé a Geralt en su bonito estuche lleno de pegatinas y decidí dedicar el verano a títulos más de chapuzón y aguas cristalinas. Cayó Black Flag, cayó Risen 3, y cuando quise darme cuenta, estaba vagando por el desierto con Journey y, finalmente, Mad Max y The Last of Us

 

La idea era sencilla: Esperar el otoño para volver a las islas de Skellige y retomar el romanece de Geralt, buscar a la niña de la promesa, hija de la vieja sangre, y manejar a Ciri un rato en sus emotivos flash backs. 

 

Pero el otoño ha llegado y sigo jugando a Mad Max y con pocas, muy pocas ganas de retomar The Witcher 3. ¿El motivo? Uno que muy pocos entenderéis: Estoy disfrutando más con el dúo Mad Max - The Last of Us de lo que disfruté en su momento con The Witcher 3. Eso dice mucho de la situación actual del mercado, al menos para los jugadores que, como yo, no comulgan del todo con los grandes movimientos de opinión y criterio de la industria.

 

 

El poder del mainstream

Podemos vestirlo de flamenca, decir que es una mona y sacarlo a pasear, pero lo cierto, al final, es que la industria, el mercado, la prensa y los usuarios nos movemos por las grandes corrientes de opinión y criterio que manejan los temas de moda en determinados momentos para crear verdades universales que, como dogmas, son indiscutibles.

 

El juego de septiembre era Metal Gear Solid V: The Phantom Pain, y nada que saliera de esa formulación de Big Boss y la chica calladita que te jodía la partida podía ser cierto. Internet se llenó de dieces, porque era lo que debía ser, y luego se llenó de ceros porque el final no gustó al aficionado. 

 

Algo muy parecido a lo que le pasó en su momento a The Witcher 3, que ni los bugs ni los glitches más galopantes lograron hacer caer del trono, porque el juego molaba, porque la saga molaba, y porque CD Projekt RED mola y todo lo hace bien. 

 

 

Dogmas condenados a olvidarse

Sin embargo, y aunque todo esto pueda ser cierto, en mayor o menor medida, la verdad, mi verad, es que aquí sigo, jugando a ese Mad Max al que la críticas ha dejado por el suelo disfrutando de cada puñetero segundo en el páramo mientras Geralt sigue esperando en su estuche, con un considerable dolor de huevos, a que tenga la amabilidad de meterlo en mi play 4 y le deje asistir a esa fiesta en la que tenía por seguro que iba a volver a tirarse a Yennefer

 

Y sí, por supuesto que Witcher 3 es un gran juego, y sí, puede que Mad Max no tenga tanta historia detrás, sin embargo disfruto más cumpliendo misiones secundarias en el juego de Warner, vagando a mi antojo por el páramo y partiéndole la cabeza a las diversas facciones mientras busco chatarra y saqueo los escondrijos de los supervivientes. Disfruto como no pude hacerlo en Witcher 3, donde la gravedad de las misiones y la urgencia del argumento me dejaban un mal sabor de boca al dedicarme a cazar monstruos en vez de buscar a Ciri.

 

 

Lo que os decía del Mainstream

Y es que aquí entra lo que os decía antes del mainstream, de la facilidad de perdonarle todo a quien está de moda para, luego, hacer caer sobre él la lluvia de la indignación absoluta. CD Projekt sacó al mercado un juego estupendo, sí, pero que nos ofrecía una doble vertiente que poco o ningún sentido tenía: Por un lado, la urgencia de una historia en la que hasta el último minuto contaba. Por otro, la necesidad de unas mecánicas en las que era necesario 'pararnos a oler las flores' -y hacer pociones con ellas-, cumplir mil y una misiones secundarias y combatir hasta con las ratas para subir los más que necesarios niveles de destreza de un brujo cazador de monstruos que tras dos entregas anteriores comienza la aventura, una vez más, 'siendo un mierdecilla'. 

 

No se trata de crear paralelismos para engrandecer a uno frente a otro, sino de demostrar que, en efecto, a veces las corrientes de opinión pueden hacer mucho daño a un juego o un gran favor a otro. Sí, The Witcher 3 es una pedazo de obra y algún día volveré a Skellige, donde Yennefer sigue esperando muerta de frío en la puerta del castillo de los reyezuelos de las islas ese polvo con el que el pobre Geralt sigue soñando mientras Ciri sigue huyendo de La cacería Salvaje

Algún día.

Pero por ahora, prefiero seguir levantando arena con mi Magnus Opus en busca de un platino que hace ya muchos, pero muchos años que no intentaba conseguir. 

 

¡Nos leemos!


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