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Esclavos de la red ¿Dependemos demasiado de internet?

Te puede pasar a ti
Por Rafa del Río

Uhm...

Eh...

¡¡He vueeeeeltooooo!!

 

Vale, eso ya ha quedado claro: he vuelto, después de casi un mes con un 'problemilla técnico' en mi caja de telefonía que se ha traducido en cuatro de las semanas más duras y coñazos que he tenido el placer de vivir en mis últimos años. ¿El motivo? Una desconexión casi total del mundo exterior y volver a los felices años 80, eso sí, con móvil pero sin datos ni cobertura. 

 

¿Y si nos pasamos a la fibra?

Esa fue la pregunta, fatídica hasta hace un par de días, que lo empezó todo. Vivo en 'culo del mundo', al norte de 'a freír gárgaras' y muy cerquita de la cueva de las maravillas a la que van a morir los calcetines izquierdos que desaparecen de la lavadora. Para que os hagáis una idea, si buscas mi calle en Google Map veréis un descampado, un dibujo de Smaug y la siguiente anotación cartográfica: 'Aquí hay dragones'. Es por ello que, como ya dije alguna que otra vez por aquí, mi conexión a internet, un ADSL de 10 Mb, era en verdad una cuerdecita de gato que apenas alcanzaba los 700 kb/s. 

 

Así que cuando cablearon el barrio aproveché y dí el salto a la fibra óptica. ¡100 Mb, tío! ¿Cómo decir que no a eso? El 27 de enero pedí el paso. El 2 de febrero me hicieron la portabilidad, me hicieron la instalación y, a las diez y media de la mañana, me quedé si servicio en la anterior operadora. Ya con la casa llena de fibra, el instalador con cara de preocupado y el teléfono e internet muertos, me entero que el último puerto al que puedo ir conectado está roto y tienen que venir los de la subcontrata. 

 

Los de la subcontrata llegan oliendo a cáñamo y una sonrisa que no desmiente mi capacidad olfativa y, entre dientes, me dicen que hay que llamar a Telefónica. Que esta tarde me llaman. Esa tarde me dicen que no pueden darme servicio, así que pido que me vuelvan a poner ADSL, que es viejo y lento pero es mío y lo quiero. Me dicen que sí, que mañana. 

 

Dos semanas después, tras cinco reclamaciones y siete peticiones de ADSL, me dicen que hasta abril no pueden hacer nada, y me niegan la portabilidad a otra compañía porque han eliminado el cobre. A las dos horas, dos tíos de Teleco llegan a casa y me dicen que al día siguiente estará arreglado... Cosa que no es verdad...

 

Y bueno, podeís haceros una idea: 

Cuatro semanas sin internet son, cuando menos, divertidas. Empiezas dándote de cuenta de lo más obvio: No puedes trabajar, así que te vas a la biblioteca, pero va por límite de tiempo. Intentas rascar wifi en la universidad pero va lento de narices. Así que le robas, es decir, le pides amablemente al vecino la contraseña de su Wi Fi, sólo que esto es zona de casas y la señal del vecino no llega.

Te enconges de hombros.

Llegas a la conclusión de que no puedes trabajar, y entonces empiezan los otros problemas: la tele de la niña, ese canal de Clan que le pones vía internet para que no dé la brasa en la comida, no va. Tiras de tarifa de datos hasta que se te gastan los megas y facebook va como el culo, Line y Wathsapp tira que va, pero olvidate del navegador para consultar cosas. ¿Horarios de tiendas? ¿Pedir comida? ¿Mirar tu correo electrónico? Nada.   

 

Para colmo, y como los minutos gratis se te han gastado en dos días, le pides a la familia que te llamen al móvil para estar conectado, pero... eh, esta zona tiene una cobertura de mierda, y las conversaciones, previa carrerita a la buhardilla, son pitidos, preguntas, peticiones de ¿qué has dicho? y un mal sabor de boca al final porque a nadie le gusta hablar así. 

¿El fijo? Muerto en su soporte. 

 

Entonces llega el viernes y descubrs que esa serie que te gusta ver con una copa juno a tu esposa sigue en su lugar en internet, de dónde no has podido bajártela aunque estés pagando el servicio de suscripción, lo mismo, lo mismito que te ha pasado con los juegos el Plus, que para un mes que la cosa pintaba bien, tienes que fastidiarte y aguantarte. 

 

Te limitas a jugar a lo que tienes, sin conexión, suerte que Playstation 4 no es tan pejiguera como otras, pero ese sí, Destiny, te mira desde tu ludoteca partiéndose la caja de tu cara de tonto al ir a meterlo en la consola para jugar. 

 

Pronto descubres que, sí, Playstation 4 te permite jugar sin conexión, pero los bugs y los glitches se multiplican por doquier al no tener el soporte de la red. Juegos que no se me habían bloqueado jamás, se quedaban ahí, congelados, mensajes de error al intentar acceder a la red que me rebotaban al dashboard, opciones de juego que no están presentes...

 

Esclavos de la red

Somos esclavos de la red en tanto en cuanto a que dependemos de internet mucho, pero mucho más de lo que somos conscientes. Y somos esclavos de las compañías, las empresas y las operadoras que hacen con nosotros lo que les sale de las narices, especialmente si vives algo lejos y no eres un cliente VIP. Ahora, tal y como termine este texto, me iré a la Asociación de Consumidores a imponer mi demanda, y si los hados son propicios aprovecharé la indemnización para huir de mi equipo plesitocénico y entrar en el siglo XXI.

 

Y es que si algo me ha enseñado esta experiencia es que, esclavizados o no, internet es una herramienta cojonuda, así que vamos a comprar un buen equipo con el que sacarle todo el jugo.

 

¡Nos leemos!

 

PD: Gracias a todos los que me habéis dado vuestro apoyo en las redes sociales. Aún tengo que contestar mil cosas y ponerme al día, pero sea como sea, gracias. 


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