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El crossplay: una lucha contra los roles de género y esterotipos

Otra forma de expresión
Por Kysucuac

Me da mucha pena no haber podido disfrutar de Halloween todo lo que me gustaría, aunque al menos fui disfrazada al curro. El mundo de los disfraces, el maquillaje para caracterización y efectos especiales es algo que me fascina desde siempre. Por ende, me encanta el universo del cosplay y (casi) todo lo que le rodea.

 

Habrá quien piense que el cosplay es algún tipo de costumbre extraña que se da únicamente en los salones manga y que es sólo para aquellos que se disfrazan de personajes de cómic japonés. Nada más lejos de la realidad. Yo misma soy un ejemplo: Mi primer cosplay fue el de Selphie, de Final Fantasy VIII. Lo curioso es que mi personaje favorito de este juego es Quistis, pero yo soy así.

 

A estas alturas ya os estaréis preguntando con qué tema voy a hilar ahora estos dos párrafos. Bueno, no va a variar demasiado el asunto, ya que, sí, voy a hablar sobre el cosplay. Concretamente, sobre una absurda prohibición que se ha llevado a cabo en la Tokyo Comic-Con (que no tiene nada que ver con la Comic-Con internacional).

 

Resulta que desde la organización del evento se ha declarado totalmente prohibido el crossplay, es decir, el cosplay de un personaje del sexo opuesto. No obstante, hay que leer la letra (no tan) pequeña para enterarse de que queda prohibido para hombres y transexuales.

 

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Una medida homofóbica disimulada con otras más lógicas

Dicha prohibición – podríamos decir discriminación – se une a otras normas que se han impuesto en el evento y que tienen un mayor sentido común, como la prohibición de vestir uniformes militares reales o atuendos que dejen poco a la imaginación. Esto último, si bien es muy conservador, puede llegar a entenderse por la asistencia de menores al evento (que bien podríamos dejar de pensar en sexualizarlo todo y dejar que los niños vean un cuerpo desnudo como algo natural, y no como un demonio). Pero no hay forma de entender el ataque al crossplay.

 

Aunque mi primer cosplay, como he mencionado antes, fue de Selphie, un personaje femenino, pronto me pasé al crossplay. Primero fue Nekozawa, de Ouran Host Club, y luego vino Link. ¿Por qué? Por ninguna razón en concreto, simplemente quería hacerlo y me hacía feliz. Creo que eso debe ser el motor de todo lo que hagamos en la vida.

 

¿Qué se supone que es, entonces, esta medida en contra del crossplay masculino? No más que una norma homofóbica y retrógrada de esa parte conservadora de los nipones – es un país de contrastes, todo hay que decirlo – que tan poco nos gusta y tanto se nos olvida cuando nos ponemos a envidiar la cultura japonesa.

 

He aprovechado la ocasión para preguntarle por su opinión a Alice, una crossplayer fantástica (cuyo trabajo hace las veces de portada de este artículo). “Esta norma es una estupidez, nadie debe decirte de qué puedes ir disfrazado”, responde, tajante. “El cosplay no tiene nada que ver con la sexualidad de cada uno. Yo misma hago crossplay porque puedo sentirme más identificada con un personaje masculino”.

 

Lo que la organización de la Comic-Con japonesa está haciendo es “coartar la libertad de los hombres en una práctica donde, por una vez, la mujer sale mejor parada”, según dice Alice. “A mí sólo me han llegado a comentar una vez si era lesbiana por vestirme de personajes masculinos, mientras que se da por hecho la falta de hombría de aquellos que se visten de mujer, más allá de por hacer la broma y la parodia”.

 

Esta norma no es más que un viaje atrás en el tiempo, sin entender la necesidad de la libertad de expresión. Me quedo con esta frase de Alice:

Una buena manera de luchar contra los roles de género es el crossplay, y prohibirlo es una forma de opresión."


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