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Dragon Quest VIII: Un capítulo especial por muchos motivos

Llega a iOS
Por Toni Piedrabuena

Dragon Quest VIII fue un capítulo especial por muchos motivos. Puede que esté lejos de ser el mejor de la serie, puede que también esté lejos del top-5 del género en PlayStation 2 y puede que sea una obra detestable en muchos puntos (la biblioteca de Trode, el báculo y el perro, etc.) pero resulta indiscutible esa categoría de único en nuestro país por ser, primero, el estreno de la exótica franquicia en castellano en España y segundo por tener la sensación de haber degustado en nuestra pobres máquinas PAL un producto que se nos venía negando desde hacía décadas.

 

También resulta indiscutible que en los lápices de Toriyama y en la batuta de Sugiyama se encierra una experiencia audiovisual que a poco que te guste el trabajo del padre de Dragon Ball, debes conocer. ¿Cómo? Parece que pronto tendrás la oportunidad de hacerlo con tu dispositivo Apple, puesto que el estreno del juego para esa plataforma parece inminente en territorio Occidental. Se habla de 20 dólares, y parece complicado que vaya a llegar en castellano, pero es una opción interesante para conocer la presente entrega si no dispones de una PlayStation 2 y tiempo libre para buscar el juego en algún mercado aleatorio de segunda mano.

 

Una cosa lleva a la otra y claro...

 

El caso es que es un juego con prácticamente diez años a sus espaldas, pero es uno de los juegos más exigentes del género. Recuerdo la primera frustrante experiencia a sus mandos, el primer gran owned detrás de la cascada y el convencimiento de que el viaje por Dragon Quest VIII no bastaría con ir haciendo random battles mientras seguía la historia, y que el universo del título me llevaría, obligatoriamente, a batallar y sumar niveles por todo su amplio mundo. Luego, recuerdo un momento mágico con la princesa, sentirme estúpido con algunas actitudes del personaje protagonista y una batalla final épica que me costó sudor y lágrimas.

 

Los sidekicks del héroe sin nombre (en mi caso Dai, como en el anime de Dragon Quest que se estrenó en la península en su momento) tenían su miga: Yangus era el rey, uno de los personajes más entrañables y con el pedigrí auténtico Toriyama en todos los sentidos; Trode era el Rey literal, el que daba nombre al título de hecho, no luchaba, pero era una parte esencial del equipo; Medea, la yegua, era la princesa del reino de Trode, encierra un momento mágico para mi experiencia a los mandos de una PlayStation 2. Lástima que Angelo y Jessica no estén a la altura de los otros tres.

 

Otra virtud, o no, es su duración. Dragon Quest VIII es largo como un demonio. La aventura gira ochocientas veces y tiene giros en el guión que te llevan a alargar el periplo hasta límites insospechados. Creo que es un juego que odio, pero me gasté mis 60 euros y lo reventé entero, viendo incluso el final (no tan) secreto del mismo, a pesar de ese extraño odio encierra algo dentro que me provoca un gran cariño. Puede que algún día lo desempolve. Si tú quieres hacer lo propio, espera noticias de la versión en iOS, que apunta a que caerá ya.


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