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Doom sigue siendo alucinante

Sus mods lo dejan bastante claro
Por Bruno Louviers

Cierra los ojos. Piensa en Doom. Piensa en su primera pantalla. Piensa en su música. ¿Lo tienes? ¿Verdad que sigue haciéndote sonreír como la primera vez que lo jugaste? Y no importa que lo jugaste el día que se lanzó o si lo hiciste hace 15 minutos, este juego tiene algo que va muchos más allá de sus macarrónicos controles y sus píxeles como puños. No hace falta haberlo vivido en su día para reconocer su esencia en cualquier parte.

 

Podríamos pasarnos un buen rato hablando del legado de Doom en el género que casi ayudó a crear, pero no estamos aquí para hacer eso otra vez. Su influencia es tan potente que traspasa no ya la barrera de los gustos sino sus propias limitaciones y del mismísimo tiempo. ¿No es absurdo que haya gente utilizando Doom para gastar bromas en impresoras con fallos de seguridad o para recrear otros juegos?

 

Estos días hemos visto cómo un señor muy mal de la cabeza metía Doom en la impresora de su trabajo como forma de evidenciar un problema. No solo esa un protesta ingeniosa, es una manera casi de reivindicación tecnológica: meter el mejor juego jamás concebido (exageración necesaria) en cualquier dispositivo porque se puede, por el mero hecho de demostrar que la tecnología avanza.

 

 

También hemos visto cómo otros señores optan por coger Doom, aplicarle un famoso mod que lo convierte en la herramienta perfecta para hacer lo que dé la gana y se construyen un juego dentro del juego. Porque id hizo un juego así de bien programado, porque es tan versátil que asusta. Así vemos que es posible hacer calcos exactos de Donkey Kong Country, pero también de TODOS los Mortal Kombat de SNES. Absurdo, pero cierto.

 

 

¿Por qué se hacen estas cosas? Porque Doom es mucho Doom, porque tirar de un juego que ha marcado a tantas personas y reinterpretarlo de la forma más absurda posible es algo de lo que estar orgulloso. Así pasa, que hay hasta juegos modernos que reutilizan el motor para construir su propia fantasía de sangre y balas. No es broma: se llama Total Chaos.

 

 

Quizá exagero con Doom, quizá es que me ha afectado mucho en general su modo de plantear lo que debe ser un videojuego, pero verlo vivo aún hoy me gusta mucho, me entusiasma. Ojalá siga durante muchos años dando ideas estrambóticas a la gente y se mantenga como ese juego eterno que todo el mundo acaba jugando en algún momento porque recuerda la canción de su primer nivel y no puede remediarlo. Allá voy yo ahora mismo.


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