Diablo III es infinito y eso es fantástico
El otro día hablamos de cómo los nuevos lanzamientos son menos importantes para un grandísimo número de jugadores del mundo, no solo porque mucho solo compran los mismos juegos y los juega hasta que sale la siguiente entraga, sino porque luego hay otros usuarios que juegan a títulos que les gustan y que no tienen interés alguno por hacerlo a otros juegos. Creo que Diablo III cae un poco en esta última categoría, pero tampoco lo veo como algo malo del todo.
Todos tenemos juegos a los que volvemos una y otra vez a lo largo del año o de los años. Para mi, es costumbre acabarme los tres primeros Mega Man de NES todos los veranos porque lo hacía de niño, y luego siempre que puedo, retomo Battlefield Bad Company 2 o Counter Strike para jugar con mis amigos de siempre cuando el último lanzamiento de turno nos ha cansado. Estos juegos no lo hacen porque... pues no sé muy bien por qué.
Las razones no importan, en definitiva, pero sí lo hace la actitud de la compañía con estos jugadores. No todas se implican lo suficiente como para que el juego siga fresco con los años, pero ese no es el caso de Blizzard. Si la empresa ya mantuvo Diablo II con parches durante años y años mientras algunos jugadores aún invertían tiempo en él, todo parece indicar que con Diablo III van a seguir por el mismo camino.
Es cierto que Diablo III no es ni de lejos un juego anticuado porque el año pasado recibió una expansión, pero al margen de esto, todos vemos que la esperanza de vida de un juego es un mes o dos meses tras su lanzamiento porque muchos jugadores emigran a otros títulos en cuanto sale algo nuevo. Yo hice eso con Diablo III: jugué un mes, me lo pasé en un modo de dificultad extra y, aunque me apetecía seguir jugando y mejorando mi personaje, me apetecía probar cosas nuevas y el deber (el curro) me llamaba.
Otros jugadores, sin embargo, se enganchan y no sueltan jamás esta clase de juego que tienen una profundidad absurda, que permiten jugar y rejugar y seguir jugando y entreteniendo pese a la repetición de sus objetivos y de su historia y demás. Yo mismo me enganché así a Demon's Souls y me lo acabé cuatro veces en distintos niveles de dificultad progresiva. Pero Demon's Souls dejó de ofrecerme algo tarde o temprano, y aunque yo me imponía nuevos retos, el juego seguía siendo el mismo.
Por eso Blizzard lanza sus temporadas. Dentro de unos pocos días, cerrará la temporada 2 de Diablo III y solo cinco días después, el 10 de abril, arrancará la tercera temporada. ¿Y que son estas temporadas? Pues, en resumen, retos que propone Blizzard a los jugadores que no se cansan de Diablo III y que lo siguen jugando porque les gusta y, además, porque la empresa los recompensa con personajes especiales con objetos muy particulares y únicos, además de con una vuelta de tuerca a los principios del juego.
Así es como hay que entender los videojuegos y como me gustaría abrazarlos más a menudo. Me da mucha envidia que haya gente disfrutando así de Diablo III y me encantaría poder dedicarle todas las horas que me apetece a según qué juegos, pero algo en mi cabecita me impulsa a saltar al siguiente en lugar de seguir dando vueltas en un mismo mundo. En parte porque me siento culpable, porque el estigma de que pierdo el tiempo jugando sigue ahí; y en parte porque quiero seguir expandiendo mis horizontes en lugar de seguir con lo mismo una y otra vez.
Nada de esto quita que me parezca magnífico que haya una tercera temporada de retos en Diablo III, y me parecerá genial que haya una decimotercera, si llegan hasta ese punto. Cuando un juego puede durar un centener de horas, de forma orgánica (porque es largo, vaya) o porque los jugadores se implican tantísimo, la compañía debería corresponder igualmente a sus más fieles. Un minipunto para Blizzard por esto.
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