De regreso a Sombras de Mordor

Hace unos días os hablaba en profundidad sobre los rumores aparecidos acerca de la posible existencia de La Tierra Media: Sombras de Mordor 2, la secuela del juego que llegó hace algún tiempo a nuestras consolas y PC. Al texto lo acompañé con mis impresiones sobre el tema, añadiendo que el primer juego me gustó e incluso lo recomendaba a día de hoy si se encontraba a un buen precio. Sin embargo, algunos de vuestros comentarios apuntaban al mismo lugar: un juego que no es tan bueno pero supo aprovecharse bien del momento en que llegó al mercado. 

Es cierto que Sombras de Mordor apareció en un momento ventajoso, con muy pocos contenidos y lanzamientos para la nueva generación de consolas. De hecho, yo mismo reconozco que lo compré durante sus primeros días de vida ante la escasez de otras opciones. ¿Puede que esas circunstancias beneficiaran al título para que se le valorara más de lo que se debería? Por eso mismo he tomado la decisión estos últimos días de regresar al juego, completar algunas misiones y descubrir qué sensaciones me provoca a día de hoy, después de haber disfrutado de otros muchos juegos en esta nueva generación y sin esa sed de productos de calidad que muchos compartíamos en su momento. 

Y no puedo dejar de daros la razón, en realidad. Sombras de Mordor cuenta con muchas cosas muy positivas y que sorprenden, y fue bonito volver a recuperar ese momento en el que el propio juego te enseña a utilizar las mecánicas de sigilo y asesinamiento silencioso con la mujer del protagonista, esta vez acercándose sin que se note para dar un beso sorpresa. Tampoco puedo dejar de destacar el Sistema Némesis que puede hacer de cualquier enemigo una potencial historia emergente muy entretenida y que otros juegos no han sabido aprovechar ni explotar hasta ahora. Pero no puedo negar que hay otras muchas cosas que me han disgustado y debo evidenciar que si este juego hubiese llegado tal cual a mis manos actualmente, mi opinión sería diferente a la de entonces. 

Pero en realidad eso es algo inherente al mundo de los videojuegos. Cada obra se valora en unas circunstancias especiales, con su contexto, que también forma parte de su valor. Sombras de Mordor incluía en su momento muchas cosas buenas que pesaban mucho, y yo me lo pasé estupendamente bien. Ahora es justo reconocer que su propuesta se queda coja en demasiados apartados y que hay muchos juegos similares mejores que él. Pero es algo que va a pasar casi siempre, no solo en este caso concreto, sino en cualquiera. Al final, simplemente, la cuestión es que sepamos disfrutar de los videojuegos en su momento y que también nos sirvan posteriormente para descubrir este tipo de hechos, que no dejan de ser parte de la naturaleza de esta industria.