Counter Spy y la influencia de Metal Gear Solid
Hace unos días analizaba en la web el juego independiente Counter Spy, que nos pone en la piel de un espía en plena Guerra Fría donde tendremos que lidiar con los dos bandos enfrentados para evitar una catástrofe nuclear. De esta manera deberemos infiltrarnos en instalaciones de ambos territorios, generadas aleatoriamente, para conseguir información. El juego basa casi todo su concepto jugable en el sigilo, aliñado con ciertas fases de disparos.
En el mismo análisis comentaba que no es una premisa demasiado original hoy en día, ya que hay una inmensa cantidad de títulos que utilizan el sigilo o la infiltración como mecánica principal, secundaria u opcional. Una de las grandes sagas de la historia de nuestra industria en estos términos es Metal Gear Solid, que ha influido en muchos campos a otras obras posteriores de manera evidente. Counter Spy es uno de ellos, demostrando que también bebe de los juegos de Kojima con la diferencia de que se lo expone directamente al jugador, incluyendo pequeños detalles muy fácilmente reconocibles por los fans.
Metal Gear Solid, en cualquiera de sus ediciones, no pretende ser un simulador de espías ni el título de infiltración más realista existente. De hecho, hay un cierto tono humorístico siempre presente en los juegos que se combina de manera magistral con un contexto totalmente serio. Counter Spy también lo comparte en cierta medida, contando con un aire satírico que hace que no nos podamos tomar totalmente en serio lo que nos cuenta, aunque en realidad lo sea.
Las famosas cajas de cartón donde escondernos (que tanto juego han dado) o el gorro de gallina del próximo Metal Gear Solid V dan fe de ello, aunque en este caso nos debemos fijar en otro tipo de detalles pare entender por qué digo que Counter Spy bebe de esta saga y no le importa demostrarlo. Por ejemplo, en ambos juegos se nos presenta el estado de los enemigos con las famosas interrogaciones y exclamaciones que les salen de la cabeza. Si un enemigo oye algún sonido o cree haber visto algo extraño, una interrogación se nos mostrará encima de ellos, si por el contrario nos ve o se alerta, lo mismo ocurrirá con una exclamación.
Pero no se queda solamente en simples detalles visuales, sino que el sistema de alertas también funciona de una manera similar, aumentando su estado general cuando nos descubren los enemigos o la liamos en exceso. La diferencia es que en Metal Gear Solid estos niveles bajan con el tiempo mientras permanecemos escondidos, mientras que en Counter Spy se mantienen y si llegan al punto máximo se terminará la partida. Las cámaras de vigilancia, los conductos de ventilación, el sonido que se produce cuando un enemigo cae abatido (prácticamente igual en los dos juegos)... son sólo algunos ejemplos de los aspectos que comparten ambos títulos.
Evidentemente no son obras comparables en ningún sentido, aunque resulta bastante curioso ver cómo Counter Spy no esconde en ningún momento estas influencias, sino más bien todo lo contrario. Nadie va a decir que es una copia de Metal Gear Solid porque son juegos absolutamente diferentes, pero no le importa decirnos de forma directa que está muy influenciado por él, casi orgulloso de ello.
Estos detalles también los podemos ver de forma bastante habitual en otras artes como el cine, con planos o secuencias que algunos directores imitan de otros en forma de homenaje o guiño. Que los videojuegos también lo hagan demuestra que la industria continúa avanzando y se va desprendiendo de ciertos prejuicios que terminan por no beneficiar a nadie. Counter Spy está muy influenciado por Metal Gear Solid y, en lugar de esconderlo, nos los muestra. Lo importante es que a pesar de ello consigue crear un concepto de juego totalmente diferente y muy recomendable.
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