Mucho temía por Techland a tenor de sus últimos movimientos. Y es que una compañía puede tener algún que otro traspiés, pero a mi parecer las recientes acciones de esta empresa hacían presagiar un atasco de los que hacen época, uno de esos que terminan marcando a los usuarios hasta el punto de apestar todo aquello que saquen, merezca más o menos la pena.
Por contaros algo de ellos, puedo deciros que comenzaron en 1991 ejerciendo labores de distribución, algo parecido a los también polacos CD Project. Decidieron lanzarse al desarrollo allá por el año 2000, estrenándose con Crime Cities, un curioso título que mezclaba a partes iguales acción y conducción futurista. Sin embargo, y después de un catálogo de calidad algo cuestionable, pegaron tres años después con Chrome, un juego de acción en primera persona para el que se desarrollo un motor gráfico a medida.
El movimiento no solo fue rentable por el hecho de que otros de sus juegos hicieran uso del llamado Chrome Engine (como FIM Speedway Grand Prix, Crazy Soccer Mundial o Chrome: SpecForce), sino que comenzó a ser licenciado a terceros, entrando en un terreno que ya por entonces parecía coto privado de Epic y su Unreal Engine. Así nacieron obras como Sniper: Ghost Warrior, Code of Honor o la desastrosa franquicia Terrorist Takedown. Sin embargo, una producción propia sería nuevamente la mejor publicidad para dicho engine, llegando concretamente en su tercera versión el hermoso y más que competente Call of Juarez.
Corría el año 2006 cuando Techland sorprendió a los usuarios de PC con su particular interpretación del salvaje oeste americano, contándonos la historia del reverendo Ray y del fugitivo Billy Candle. Un espectáculo que terminaría saltando al tiempo desde Windows hacia Xbox 360, demostrando que desde Polonia se hacían muy buenos desarrollos. Call of Juarez: Bound in Blood continuaría la serie en 2009, haciendo uso del Chrome Engine 4 mientras nos narraba la también vistosa historia de los hermanos McCall.
Pero el bueno camino de la franquicia se vería truncado en hace dos años con Call of Juarez: The Cartel. Vendría sustentado por la misma versión del motor que movería al exitoso Dead Island, pero el juego en sí era un despropósito pleno de simpleza y burdo desarrollo. Además, el encanto del clásico western daba paso a un entorno moderno protagonizado por los cárteles de la droga. Gracias a The Cartel, muy pocos eran los que esperaban algo bueno de Call of Juarez, dando por sentado el hecho de que la serie estaba más que muerta.
Quién nos iba a decir que en estos días un juegazo como Gunslinger nos abofetearía con dosis de realidad, mostrando que a Techland le queda cuerda para rato. Reconozco que después de The Cartel, tras contemplar un Dead Island Riptide que calcaba al píxel a su predecesor y ver las previas de un Hellraid que igualmente parecía otro Dead Island, poco confiaba en el buen hacer de los polacos. Pero van y plasman un Call of Juarez: Gunslinger fantástico, un juego de acción tremebundo, de esos que no te dejan respirar pero que te lo pasas de miedo sin tener que pensar demasiado. Y de la mano de unos gráficos la mar de majos y una banda sonora de auténtico infarto. Vaya, que me han alegrado no pocas horas de juego, pero más aún me he alegrado por Techland.