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[Análisis expandido] Verdún

Cuatro gatos son un ejército
Por Dayo

Este texto es una expansión del análisis de Verdún.

 

Hace ya no sé si unas semanas, un mes o cuánto tiempo, alguien cuyo nombre no recuerdo puso un enlace a las estadísticas de Steam señalando que Evolve lo estarían jugando como 2 000 personas. Evolve ha muerto”. Por una parte sí, porque pretendía ser el nuevo gran shooter que cautivase a cientos de miles de jugadores, uno de esos que sigue jugándose meses, años después de lanzarse, pero ha acabado quedándose muy lejos de ser semejante fenómeno. Aunque por otra parte no, porque es fácil encontrar a cinco jugadores entre dos mil, juntarles en un mapa y hacer que se metan de hostias. Evolve ha muerto como juego de masas, pero sigue vivo como juego multijugador.

 

En este contexto entra Verdún.

 

Cada vez que busco una partida me dicen exactamente cuántos jugadores hay en cada servidor, cuántos están buscando, cuántos están a la espera, cuántos se están pegando. Jamás he visto que la cifra supere los 1.000 jugadores en ningún servidor. Hay algunos en los que ni pasa de 100. Y sin embargo nunca he tenido problemas a la hora de encontrar una partida y pasar un buen rato sufriendo entre las trincheras.

 

Las matemáticas serán todo lo objetivas que queráis, pero las cifras son un concepto difícil cuando estamos hablando de gente, tanto de la que juega como de la que podría jugar. En primer lugar sí, no hay problemas en entrar a jugar y no sentirte solo, pero también son raras las veces que me encuentro las 32 casillas de jugadores llenas y han sido muchas las partidas en que ha aparecido un mensaje pidiendo a los jugadores que cambien de bando para equilibrar los equipos. Pero también juegas a Verdún y tienes la impresión de que todo esto sería épico si en vez de 32 tuvieran a 64 jugadores corriendo de un lado a otro. Tampoco es que los mapas sean colosales, pero el estilo de juego, basado más en las cargas en grupo que en los lobos solitarios, pide filas de soldados marchando a la vez al toque de trompeta. El juego intenta mantener esta ilusión con una solución muy inteligente: marcar unos mismos tiempos para el respawn. Hay un contador siempre en marcha que se reinicia cada 30 segundos, tras los cuales todos los jugadores muertos resucitan. Así, en vez de un solo hombre marchando en solitario y cayendo bajo el intenso fuego de los francotiradores (y hay que ver lo precisos que son, los bastardos), tenemos a seis temiendo por sus vidas en tierra de nadie.

 

Una vez más, una solución inteligente. Pero también un tapón muy claro.

 

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Aunque tampoco le puedo pedir peras al olmo. Sí, podría haber escaramuzas de 64 jugadore, pero entonces no habría ni Cristo porque no existe tanta gente que tenga Verdún. Es un juego de espejos y una realidad que se equilibran en una cuerda muy floja: hay una comunidad minúscula, pero muy orgullosa. Si miras los análisis verás usuarios con treinta, cincuenta, cien horas de juego. Para ser un título con tan poca gente jugando, tiene una cantidad de guías sorprendente. En combate los soldados suelen comunicarse y avisar cuándo hay pocas defensas en el flanco izquierdo o si hay un francotirador apostado en tal sitio. Al final de cada partida todo el mundo se felicita. En el fondo es un buen ambiente.

 

Quizá esté extrapolando demasiado, pero ayer fui a ver un concurso de cosplay en el ExpoManga. Hice un cálculo rápido y, teniendo en cuenta que soy de letras, calculé que habría unas 500 personas en la habitación. 500 personas viendo cómo tres o cuatro tipos salían al escenario con sus disfraces y se creían su papel tanto que casi daría vergüenza ajena. Pero al mismo tiempo, en aquél instante, para las cuatro personas que había bailando o haciendo playback, el mundo entero eran aquellos 500 asientos y vivían el momento. Si comparamos cifras no hay casi nadie jugando a Verdún. Me sigue diez veces más gente en Twitter de la que hay ahora mismo pegándose tiros en esos campos de batalla. Pero Verdún no está muerto y sólo hay que entrar para darse cuenta de eso. Siempre hay gente suficiente para dividirse en dos equipos, siempre hay jugadores comunicativos, siempre hay MVPs, siempre hay camperos, atrevidos, oficiales competentes e incompetentes, gente de buena voluntad, jugadores que se comunican y que lo dan todo. Lo ideal sería que hubiera miles, decenas de miles de personas jugando y que todas las escaramuzas fueran de 32 jugadores y que pudiera realmente pensar que un modo de 64 jugadores es factible porque, en serio, eso sería genial, pero tal y como están las cosas, aquí y ahora, las cifras dan igual. Sólo me pregunto si habrá gente suficiente como para mantener esa ilusión a largo plazo.


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