Agony: Camino directo a los Infiernos

El ser humano es idiota. Sí, no tiene otra explicación. Nos gusta pasarlo mal. Por eso vamos al cine a ver pelis de terror. Según muchos estudios, cuanto más sufrimiento se provoca en el espectador, mejor lo pasa viendo una película. Esto se debe, según explica la teoría de la transferencia de la activación, a que a medida que ocurren sucesos negativos o inesperados, se genera malestar empático. Así, mientras van acumulándose las cosas malas en el historial del protagonista, comenzamos a sentirnos tan mal como él y acabamos esperando el final feliz. Deseamos que pasen cosas buenas, al mismo tiempo que sólo ocurren cosas malas. Cuando llegamos al final y nuestras expectativas se cumplen, suspiramos de alivio y nos quedamos tranquilo. Pero, sí, lo hemos pasado bien pasándolo mal.

Cuando nos convertimos nosotros en el protagonista de la historia mediante un videojuego, esto no cambia lo más mínimo. Bueno, sí, quizás estamos más ansiosos por llegar a ese final feliz, ya que lo que ocurra dependerá únicamente de nosotros, y sufriremos mucho más teniendo que actuar en consecuencia que mirando como un mero espectador. Vamos, a más de uno casi le da un infartito cuando le ha tocado huir de alguien o de algo y se lo ha acabado encontrando donde no se lo esperaba. Por poner un ejemplo, vamos, que de sustos hay muchos.

El año pasado, Until Dawn fue todo un fenómeno de masas y no sólo como videojuego. Gracias a muchos Youtubers, se convirtió en una serie episódica que mantuvo en vilo a mucha gente, incluso a aquellos no tan fans de los manditos. Es normal, nos gusta pasar miedo, somos así. Por eso este tipo de juegos, como Amnesia o la saga Resident Evil, triunfan. También porque son buenos juegos, claro. Bueno, depende. Que algunos son muy malos, pero los sustos te los llevas.

Videojuegos de terror hay muchos y son muy diferentes. En cada uno de ellos somos un tipo de personaje contra un miedo diferente. Es por eso por lo que creo que me ha llamado la atención el título del que voy a hablar hoy: Agony, un survival horror en primera persona ambientado en el Infierno. Sí, sí, el Infierno. Se está calentito, pero no a todo el mundo le gusta. Como al protagonista de la historia (osea, nosotros), un alma atormentada que lo único que desea es huir de todo ese sufrimiento. Que igual se lo ha buscado, pero no somos nadie para juzgarlo.

La propuesta de Madmind Studio, fundado este mismo año, quiere tocarnos una fibra muy sensible. Nueve profesionales (algunos de ellos han trabajado en The Witcher 3 y en The Division, entre otros), dirigidos por Tomasz Dutkiewicz, han creado para nosotros el título que nos hará visitar una parte todavía más oscura de nosotros mismos. Su grotesca idea de llevarnos hasta las entrañas del inframundo es muy llamativa, sobre todo porque no nos limitaremos únicamente a intentar escapar del lugar. Nuestro personaje nos permitirá poseer cuerpos ajenos e, incluso, controlar a diferentes demonios.

Yo no soy muy fan de los sustos gratuitos, y pocas veces voy al cine a pasarlo mal con una película de terror. Debe tratarse de una obra que me llame lo suficiente más allá de un “voy a cagarme viva y todavía no sé muy bien por qué”, debe haber una historia detrás, una historia siniestra que realmente consiga adentrarse en mi mente y trastocarla. Eso es lo que veo en Agony, veo un videojuego que nos permite explorar un mundo a la vez que exploramos nuestra mente. Igual exagero y la cosa no va por esos derroteros, igual se basa en los sustos gratuitos. Pero pintaza tiene.