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Adiós, Xbox 360

Recordando el inicio de la nueva generación
Por Dayo

Por avatares del destino, hace unos días vi la presentación de Xbox 360 allá en el lejano E3 de 2005. Me sorprendió lo muy poco que ha cambiado todo, pero más aún me sorprendió lo poco que ha cambiado la estrategia de Microsoft. Antes de que llegase la infame Xbox One con su always on y su televisión dentro de la televisión, Xbox 360 ya tenía su objetivo claro: convertirse en el centro multimedia definitivo, trascender el videojuego para llevar música y cine a su plataforma. Por avatares del destino, hace unos días Microsoft anunció que dejaría de producir Xbox 360. No voy a quejarme; han sido muchos años en el mercado y tarde o temprano la propia plataforma, que no sus videojuegos, va a quedar obsoleta y causar más pérdidas que ganancias. Ha tenido una buena vida. Y por eso, por avatares del destino, justo después de hacer un vídeo en el que veo a Xbox One como una consola sin esperanzas, quiero mirar atrás y recordar cómo Xbox 360 ha definido el videojuego moderno.

 

La primera Xbox no arrasó. Tenía ideas y fue pionera en su interés por el juego online, pero nada de esto terminó de casar. En diciembre de 2005 había superado las 24 millones de unidades vendidas, que no es mala cifra hasta que lo comparas a los cientos de millones que había alcanzado PlayStation 2. Xbox 360 consiguió que muchas de las propuestas de su antecesora cuajasen y marcó un cambio radical en cómo funcionan las consolas. Incluía un cable ethernet, como si con ello pidiera a sus jugadores que probasen el servicio online, y fue gracias a la insistencia de la plataforma, contra la que Sony competiría proponiendo un servicio gratuito, y que Dios la bendiga, que el juego online se volvió tan importante. Halo 3 y Gears of War, dos de sus lanzamientos bandera, llegaron con propuestas multijugador sólidas; meses después de completar la campaña, aún había partidas por jugar a través de internet. Entré al mundo online con Guild Wars, pero el juego al que volvería no por compromiso, sino por echarme unas partidas, sería Halo 3.

 

Si Steam es responsable de haber resucitado el PC como plataforma de juego, a Xbox 360 le tenemos que agradecer la primera oleada de títulos independientes que señaló el inicio de lo que ahora es un vasto vergel con algunas de las propuestas más interesantes que se han visto en los últimos años. No digo que el juego indie no existiera antes, que eso lleva ahí desde que existe el videojuego mismo, pero el común denominador, y yo entre esas personas, no pensábamos que hubiera vida más allá del AAA. Y entonces ahí llegaron: Bastion, Braid, Super Meat Boy, Castle Crashers, Limbo. Incluso los títulos más olvidables, como Outland, llamaban la atención al fusionar géneros y ofrecer una estética interesante o algún giro a las mecánicas habituales. Pasó mucho tiempo hasta que estos juegos llegaron a la PlayStation 3, y entre tanto, la innovación sólo existía entre las filas de Microsoft. Si prestábamos atención cuando llegaron Flower o Journey, es porque esas grandes obras ya habían allanado el camino.

 

Xbox 360 pensaba en lo digital, para lo bueno y lo malo. Aunque todavía hoy sigo comprando los juegos de consola en formato físico, no negaré pasar las horas muertas rebuscando en el catálogo de su tienda, a ver qué nueva demo tenían, qué título indie podía llamarme la atención. También, y es por esto que incluyo “lo malo”, marcó el inicio de las descargas, las actualizaciones y el DLC. Todos sabemos lo que eso implica, pero como dijo el señor Ollivander al entregar la varita a Harry Potter: “El-que-no-debe-ser-nombrado hizo grandes cosas… Terribles, sí, pero grandiosas”. Supo conectar a los jugadores, crear listas de amigos y hacer que, incluso cuando estuviéramos separados, pudiéramos jugar juntos. E igual que antes, no soy un fan de los avatares ni los fondos personalizados o los trofeos; ese interés lo perdí hace ya un tiempo, pero lo tuve. Cambié una y otra vez mi aspecto para que se me ajustara a mi estilo, revisaba los logros para ver qué me había perdido y qué había logrado. A veces incluso lo utilizaba como un recuento de a qué había jugado y cuánto había pasado desde la última vez que encendí la consola.

 

A pesar de llegar meses después, PlayStation 3 no supo replicar la misma pasión por su componente online, e incluso trayendo su versión de los trofeos y usuarios y sus fondos de pantalla en movimiento, lo único que realmente supo aportar fue la instalación previa. Bueno, eso y el online gratuito. Pero todas las bases sobre las que hoy se cimienta nuestro medio empezaron con Xbox 360. Tuvo sus chascos, como esas placas personalizables para convertir tu consola en una cutrez cani, pero no se comparan a sus méritos. Hoy mi PlayStation 3 ha quedado relegada principalmente a ser un reproductor de DVD, BluRay y, de vez en cuando, jugar a algún título que quiera completar por primera vez o que necesite revisar, pero mis amigos todavía vienen a casa para la ocasional partida de Halo 3. Antes me entraba la vena ludópata y me echaba una partida a Poker Night at the Inventory 2. Hace un año le enseñé Super Meat Boy a un amigo que apenas juega a videojuegos y no se fue de casa hasta llegar al Infierno. Xbox 360 no ganaría en ventas frente a PlayStation 3, y ninguna se acercó a lo que consiguió Wii, pero ofreció algo que ahora parece haberse perdido: realmente parecía una nueva generación, el futuro del videojuego. No puede quejarse de haber perdido el tiempo.


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