Puzzle Bobble, 1994. En una proyección imposible, una carambola funesta, una ecuación con repercusión exponencial, una pelotita del Puzzle Bobble atraviesa una de las paredes en las que por obligación suele rebotar y consigue mediante este bug disparatado (a día de hoy, tras miles de millones de partidas en todo el mundo en cada edición, nadie ha confesado que esto haya sucedido, salvo esta vez) la pelotita destruye la barrera y se despide hacia el infinito, sin resistencia alguna, como una bola proyectada desde la estratosfera hasta el más allá, como el alma del Pikmin que se escapa de su cuerpo ya sin vida.
Este suceso loco, esta idea alucinada, tiene mucha más gracia si imaginamos que esta misma esfera, cae en un
agujero de gusano (¡segunda casualidad!) y aterriza de nuevo en la tierra (se me olvidó especificar que atraviesa la cuarta pared, sale de la máquina recreativa, en forma corpórea, el lenguaje binario se convierte en esta ocasión en una esfera cristalina, y de gran peso además, como una pequeña bola de bolos), regresando a este mundo, 17 años después.
Joder, la puta pelota ha visto cosas que no creeríamos jamás. Qué desilusión se lleva la pelota (es una de las
azules) al ver que la nueva gran versión, que por una casualidad aún más galáctica e inexplicable, es lo único interesante para una nueva plataforma durante unas cuantas semanas, sea prácticamente lo mismo que 17 años después. Mismas funciones, mismas posibilidades, mismos retos. Y con lo que ha visto, la puta pelota.
Se dice por ahí que Puzzle Bobble Universe no engaña al usuario... pues hombre, engaño no, no hay agresión ni ignominia, pero tampoco es que lo trate con mucha consideración. Si el efecto estereoscópico está realmente utilizado con sabiduría (y una intrascendencia sonrojante, también) la ausencia de multiugador, editor de niveles, modos online, street pass, opciones de mayor profundidad salvo los típicos modos supervivencia o retos, es que el concepto no da para más.
En fin, quién sabe, quizás ese sea el problema. El formato no da para más. No hay escape. Pero entonces Nintendo 3DS no era la plataforma adecuada, no cuando se debe cobrar un producto a 40?, por bueno y funcional de base que sea. Sí, como puzzle sigue siendo trepidante, un juego que nos obliga a disparar con precisión, a calcular visualmente zonas muy concretas donde creemos que van a rebotar las esferas y de hecho, es la mejor analogía imaginable con respecto al billar francés. Ah, y sus mascotas son más carismáticas que el 99% de otros juegos.
PBU es auto suficiente de base y a los enamorados del concepto, pese a existir la misma fórmula y franquicia en cien formatos y opciones mejores,
seguirán rebotando las esferas con honestidad, con cierta satisfacción. Hasta que un día una no rebote más, escape de su cárcel digital y se arme la de Dios.
NOTA FINAL: 5,5
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