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Analisis Inazuma Eleven DS

Jueves 03 de Febrero de 2011 por Enrique Luque de Gregorio
En realidad poco importa qué fue antes, si el huevo o la gallina. Y menos aún en un país como es Japón, donde cada serie de animación tiene novela, cada novela tiene película, cada película tiene videojuego, y así hasta el infinito. El caso es que Inazuma Eleven se ha convertido en un auténtico fenómeno (otro) en el país asiático. ¿Sus principales propuestas? Tomar el relevo generacional a la serie clásica Campeones (Oliver y Benji) y presentar en un juego una sorprendente mezcla entre rol y fútbol.

Aunque el videojuego original (éste), creado por Level 5 (Dragon Quest, Rogue Galaxy), fue anterior que la serie de animación, lo cierto es que resulta ya en sí mismo todo un anime. No sólo por sus continuos vídeos (de intachable factura y perfectamente doblados, por cierto), sino por el propio argumento que presenta: búsqueda de amigos para formar un equipo, espíritu de superación, derrota contra unos rivales súper poderosos que, cómo no, terminarán por ser el enemigo a batir, etc. Una desenfadada historia que ha hecho furor entre los más pequeños pero que, a fin de cuentas, tampoco ofrece nada que no se haya visto mil veces con anterioridad (al menos en los casos de aquellos jugadores que ya tengan una edad).

En realidad, Inazuma Eleven tiene más de juego de rol que de título futbolístico. Es más, puede considerarse un RPG en toda regla. Si cambiásemos el instituto donde da comienzo por una típica aldea pseudo-medieval y sus combates (que en realidad son partidos de fútbol completos o acciones determinadas, como marcar un gol o robar el balón) por batallas contra enemigos fantásticos, podríamos estar hablando de cualquier aventura genérica de Square-Enix.

Inazuma Eleven cuenta en concreto la historia de Mark Evans, un chaval que intenta sacar adelante el maltrecho equipo de fútbol de su escuela, que pasa por un auténtico estado de declive. Como suele ser habitual, su esfuerzo, el apoyo de sus amigos y la inestimable aparición por el colegio de un niño con grandes cualidades y nombre de estrella de rock en horas bajas, Axel Blaze, consiguen poner la suerte de su lado poco a poco.

Se podría decir que el desarrollo del juego se divide en dos: los momentos típicamente roleros y los partidos. En los primeros, hay que mover al personaje por distintos escenarios para cumplir misiones (reunir jugadores, encontrar a un compañero desaparecido y cosas así) de una manera muy típica; en cambio durante los segundos el control pasa a ser íntegramente táctil. En realidad hay muy poco fútbol en los encuentros de Inazuma Eleven. Los jugadores se mueven de manera casi automática y nuestras órdenes pasan por elegir entre robar el balón de una manera u otra en defensa, pasar, y llevar a cabo otro par de acciones en ataque. Como en todo juego de rol, existen técnicas especiales para cada jugador que se pueden ir aprendiendo a medida que éstos van subiendo de nivel.

Y es que la principal gracia de Inazuma Eleven es precisamente ésa: el mejorar a nuestros jugadores y la -cierta- libertad que ofrece para formar el equipo, seleccionando entre un amplio número de personajes entre los que elegir, cada uno con un aspecto y unas características determinadas. Por lo demás no hay grandes sorpresas en su desarrollo. Los escenarios no son nada del otro mundo en cuanto a diseños y tamaños, y la libertad de movimientos no es especialmente pronunciada.

Haciendo balance, Inazuma Eleven es una propuesta peculiar, pero que a fin de cuentas tiene más convencionalismos que innovaciones en su mecánica. Es difícil que vaya a satisfacer a quienes busquen una experiencia rolera singular o un buen juego de fútbol. En cambio sí es recomendable para los más jóvenes de la casa que ya conozcan el anime. Un juego ideal para regalar a tu hermano pequeño. Fútbol de primaria, de patio de colegio.

NOTA FINAL: 6,5
6

/ 10


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