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¡Trabaja, esclavo! 
Lunes 20 de Abril de 2020 por Rebeca Escribano

¿Sientes en tu cuerpo la necesidad de volver a jugar a un Tycoon donde crecer, volverte un magnate poderoso y empezar a contar tus beneficios en millones? Pues entonces, quizás, Good Company es tu juego ideal.  

 

The Good Company te pondrá en la piel de un arquitecto jefe / CEO /ingeniero a la hora de sacar adelante varias startups que te encumbrarán en la cima de la industria actual. Desarrollado por Chasing Carrots, este simulador de PC que podéis encontrar en STEAM te sumerge en el mundo de la obediencia ciega, el capitalismo más puro y el olor a las cadenas de montaje de John Ford de una patada. Ambientado en los años 70 / 80, tu tarea principal será centrarte en la eficiencia para que tu empresa obtenga los beneficios que sabes que te mereces. 

 

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Sobre la estética de The Good Company 

 

Con un diseño cartoon realmente precioso, en vista isométrica y colores planos, The Good Company borda un estilo visual casual inspirado en los juegos de móviles para evitar que tantos datos y eficiencia productiva acaben saturándote y haciéndote abandonar a las pocas horas. 

 

El juego cuenta con una UI sencilla, atractiva y altamente personalizable en la que te permitirá definir no solo el nombre de tu empresa sino también el aspecto de tu CEO entre una serie de limitadas pero adorables opciones que acabarán enamorándote desde el minuto uno. Las personalizaciones incluyen desde siluetas para tu gerente, hasta el color del cabello y piel o el tipo de ropa con el que quieres equipar a tu personaje. Al mismo tiempo, puedes añadir a tu protagonista un adorable compañero robótico que te acompañará y hará de tus horas industriales una pequeña maravilla. 

 

Los efectos de sonido del trabajo alrededor de nuestros trabajadores, encajan de maravilla con una música pegadiza pero no demasiado pesada que complementan perfectamente la estética general del juego. 

 

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¡Trabaja, esclavo! 

 

Una vez personalizado a nuestro personaje principal, es el momento de ponernos a trabajar. Como en todos los Tycoon, tendremos que ir desarrollando nuestras industria para crecer desde unos simples vendedores de calculadoras hasta creadores de robots de compañía. Como jugador, puedes escoger entre diferentes modos: desde el modo campaña hasta el juego libre. Empezar una partida en el segundo modo creyendo que The Good Company es un juego de gestión simple y sencillito que te lleva de la mano y que no merece la pena pasar por los tutoriales es el primer error que puedes llegar a cometer. Y es que detrás de estos personajes redonditos y robots que te siguen haciendo “bit, bit”, se esconde una enorme cantidad de información densa escondida detrás de un tutorial realmente largo y complejo.

 

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Como el buen simulador de industria que es, The Good Company cuenta con docenas de menús que no debes ignorar (no seas tan bruto como yo, por favor), así como una lista de opciones de personalización que te llevará más de un par de horas llegar a comprender por completo. Es fácil quedarte en la bancarrota por no entender del todo las mecánicas del juego así que… no desesperes, y vuelve a empezar.  

 

Por suerte el juego cuenta con una enciclopedia bastante completita donde, si estás motivado y tienes ganas, puedes llegar a dominar por completo las mecánicas e interrelaciones entre las diferentes acciones. Eso sí, la enciclopedia no sustituye al tutorial y yo, personalmente, no puedo dejar de recomendaros que cojáis una libretita y toméis apuntes de lo que va ocurriendo en el tutorial para no entrar en pánico luego cuando no encontréis / comprendáis algunas accioens.  

 

Una vez dominadas las bases del juego lo único que os queda por hacer es disfrutar de obsesivas y maravillosas horas de juego sin parar (con sus reinicios por inútil incluídos). Poco a poco verás cómo vas pasando milestones como el hecho de contratar a tus propios empleados, investigar nuevos productos para la venta e implementar actualizaciones en tus fábricas. Todo esto mientras controlas que te lleguen correctamente (y a buen precio) los materiales brutos con los que construyes los productos que vas a vender. 

 

Al más puro estilo de John Ford, tendrás que crear cadenas de montaje eficientes donde poner al empleado ideal a ensamblar la parte necesaria para ensamblar ese otro componente que creará el producto final para la venta el cual a su vez tendrá que llegar al público final. 

 

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Y creedme, que cuando todo empieza a funcionar, es más que satisfactorio quedarte mirando a los pequeños muñequitos que se mueven sin alma ni otro objetivo vital que producir para ti. 

 

Espera... ¿sería así como se sentía mi ex-jefe? 

 

El juego, aunque cuesta mucho entrarle y cogerle el tranquillo a las mecánicas, opciones y a su UI en general, es muy satisfactorio incluso en su fase de Early Access. Es fácil verse saturado o desbordado por la enorme cantidad de posibilidades que tiene y, como en otros juegos por el estilo requiere de grandes dotes de organización y de una mente clara y limpia para poder disponer las cadenas de montaje de la forma más eficiente posible. 

 

Sin embargo, está claro que (muy probablemente debido a que se trata de un Early Access), hay ciertos aspectos del juego que podrían mejorarse y dinamizarse para que la sensación general fuera más fluida. Por poner un ejemplo, el hecho de ser un personaje dentro del juego (el CEO) en lugar de una figura invisible y omnipotente como en otros juegos de gestión, impondrá limitaciones a la hora de controlar diferentes edificios y escenarios. Sin ir más lejos, tendrás que ir desplazándote físicamente de almacén en almacén para poder controlar in situ los diferentes avances y cadenas de montaje y la logística general es bastante farragosa de poder administrar correctamente.  

 

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Al mismo tiempo, es fácil caer en la bancarrota. A diferencia de juegos como Two Point Hospitals donde es bastante sencillo ver si estás pagándole de más a un empleado, en Good Company te encontrarás a menudo preguntándote si no te merece la pena despedir a alguien y recontratar a otra persona más barata (como el monstruo capitalista que eres) para descubrir que los salarios han subido inexplicablemente. Esto, sumado al hecho de que no puedes parar el juego y mover la cámara para tener una visión general de todo, dificulta a veces de forma innesaria los procesos del juego. 

 

A pesar de ello, Good Company me ha parecido un buen juego dentro de la simulación que, a pesar de su complejidad, acaba absorbiéndote durante horas y generándote una interna sensación de satisfación que, vaya, hacía mucho que no sentía. 




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