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MGRetro | Turbo Esprit

MGRetro 19
Jueves 30 de Octubre de 2014 por Rafa del Río

Nada mejor cuando estás saturado de sandbox que hablar de lo más parecido que existió en los lejanos ochenta, una mezcla de 'simulador' de conducción, persecuciones a altas velocidades, intermintentes que funcionaban y atropellos caseros en un título de gran cálidad que fue bautizado como Turbo Esprit.

 

¿Qué decías de sand box?

Turbo Esprit fue, sin duda, uno de los mayores hitos de mediados de los ochenta, cogiendo la jugabilidad de títulos de carreras como Checkered Flag y llevándolo a las calles de una gran ciudad plagada de semáforos, farolas, peatones, circulación y traficantes. Todo esto desde una doble vista que nos permitía ver el interior del coche con los funcionales indicadores del salpicadero amén de una vista trasera de nuestro impresionante deportivo. 

 

El título fue ambicioso a tantos niveles que incluso a día de hoy cuesta entender en qué estaban pensando los tipos de Durell -padres entre otros del ya presente en esta sección Saboteur- cuando se pusieron manos a la obra con ésta maravilla. Por un lado presentaba una ciudad completa en la que podíamos movernos libremente a través de avenidas, calles y callejones en nuestra persecución implacable a los traficantes que debíamos detener. Por otro, tomaba la figura del Lotus Esprit como protagonista indiscutible del juego, para lo que contó con la ayuda de los ingenieros de la marca automovilística, que no pusieron ningún reparo a que su criatura estallara en llamas en pantalla a la menos provocación.

 

Finalmente, mezclaba como decíamos el manejo de juegos como Checkered Flag con el punto de vista trasero del coche permitiendo realizar giros de 90 y 180º en carretera y movernos libremente, lo que entonces era un sueño imposible que tardó décadas en repetirse. Y todo esto mezclado con una jugabilidad a lo Spy Hunter que nos permitía disparar, golpear a los coches y, ya puestos, ser perseguidos si atropellábamos a algún peatón y acumular multas de tráfico que nos restaba puntuación al saltarnos un semáforo.

 

 

Historia y jugabilidad

El punto de partida de Turbo Esprit, como suele suceder en los juegos de los ochenta, era muy sencillo: Como polícías del departamento de antivicios habíamos recibido un soplo que nos advertía que una banda de narcotraficantes estaba cruzando la ciudad con un cargamento de heroina. Nuestra misión, destruir o detener los coches de los traficantes, ya fuera a disparo limpio o embistiéndolos en el caso de los coches blindados, que para colmo eran tan rápidos como nosotros y propiciaban una buena persecución en la que los peatones, los semáforos, el resto del tráfico y los giros a ciega tenían mucho que decir. 

 

Sin embargo, historia aparte, lo más divertido de Turbo Esprit era pasar totalmente de los coches y dedicarnos a conducir libremente 'como papá', viendo encenderse los intermitentes de nuestro poderoso Lotus, cruzando un callejón a toda velocidad y pintando, en nuestra imaginación, todas las paredes y escenarios blanqueados con las tiendas y rótulos que soñábamos al paso de nuestro vehículo.

 

Qué verde era mi valle.  

Es difícil transmitir a día de hoy lo que Turbo Esprit supuso para mi generación y para todos los que pousieron sus manos en él. Era la culminación de un sueño, la promesa de lo que todavía estaba por llegar y que con el paso de los años se materializó en forma de Driver, Grand Theft Auto o, saltando las diferencias, No Man Sky.   

 

Con Turbo Esprit los chicos de Durell nos vendieron libertad. Nos dieron motivos para ver una luz al final de un túnel que se limitaba a repetir más de lo mismo, y con él fueron muchos los programadores que soñaron con dar ese pequeño paso más. 

 

Turbo Esprit nació en 1986 para los ordenadores ZX Spectrum, Commodore 64 y Amstrad CPC, y a pesar de su más que reconocida influencia no ha tenido secuelas más allá de los títulos que bebieron de sus fuentes. Es bastante fácil jugarlo a día de hoy vía emuladores, y si pensáis que estáis poniendo las manos en un título que tiene casi 30 años, la experiencia es espectacular.

 

¡Nos leemos!


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