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MGRetro | Blood Will Tell

MGRetro 36
Jueves 05 de Marzo de 2015 por Rafa del Río

A mediados de siglo XX, cuando las cosas aún seguían 'bastante jodidillas' en Japón, Un tipo llamado Osamu Tezuka y denominado por sus congéneres como el Manga no Kami-Sama -Dios del manga-, se dedicó a crear obras e historias de las que luego, con el tiempo, nacería el concepto moderno de manganime. 

 

Una de sus mejores historias, Dororo, sería rápidamente llevada a la televisión en los sesenta, y con el paso de los años, con la llegada de las nuevas tecnologías y formas de ocio, los tipos de Red Entertainment la llevarían a la pantalla de Playstation 2 en un videojuego que fue tan inesperado como grandioso. 

 

 

La historia de los 48 demonios

Dororo narra la historia de Hyakkimaru, un joven guerrero que al nacer fue desprovisto de 48 partes de su cuerpo, que fueron a parar a 48 demonios por culpa de un oscuro secreto familiar. Dado por muerto tras la transacción, Hyakkimaru fue recogido por Jyukai, un médico que curó sus carencias con 48 prótesis de muy diversos tipos y lo crió.

 

La historia empieza, tras un corto tutorial, con Hyakkimaru enfrentándose a los demonios en una aldea perdida del japón medieval. Nuestro protagonista aún no ha recuperado ninguna parte de su cuerpo, y su figura parece un cajón desastre de piezas de recambio: cuchillas en vez de brazos, pierna ortopédica y una pantalla que permanece en blanco y negro por culpa de sus carencias físicas. Tras derrotar a las criaturas y enfrentarse a su jefe, Great Horn, recuperaremos las cuerdas vocales de Hyakkimaru, y conoceremos al fin su historia. Una historia en la que los demonios corrompen a su padre y le prometen el poder de traer la paz a cambio de las 48 partes del cuerpo que le robaron a su hijo. Y es que Hyakkimaru es un elegido, el protagonista de una profecía que habla del elegido que derrotará a los demonios y le devolverá la paz al mundo, y ahora debe enfrentarse a las criaturas para recuperar su cuerpo. 

 

 

Samuráis, mitología y Tezuka.

Así comienza una gran historia y un mejor videojuego en el que en nuestra búsqueda de los 48 demonios conoceremos a Dororo, 'el mejor ladrón del mundo', que pronto se unirá a Hyakkimaru y se convertirá por méritos propios en personaje jugable de la historia.

 

Blood Will Tell se configura así como una historia de mitología japonesa plagada de personajes y elementos fascinantes con la sólida base del manga de Tezuka, pero no os creáis que eso significa que el juego es flojo. La jugabilidad está más que a la altura con un título de acción y aventuras trepidantes en el que la forma de evolucionar está hábilmente insertada mediante la derrota de los demonios y la recuperación de las partes que perdimos.

 

 

A este respecto, el juego guarda algunas cosas realmente interesantes que demuestran una narrativa que va más allá de lo presentado en pantalla: La mejora de audio una vez recuperamos los tímpanos de Hyakkimaru o el paso de pantalla en blanco y negro a pantalla a todo color al recuperar los ojos son sólo un ejemplo de cómo irá evolucionando el personaje según vayamos recuperando su cuerpo.

 

Junto a esto tenemos una historia que se extiende en el tiempo, en la que iremos viendo cómo sus protagonistas crecen y evolucionan con alguna que otra sorpresilla de por medio a la que se unen unos enemigos que no son tan simples como parece y que se visten con una trama que ayuda y mucho al desarrollo de la aventura.

 

Finalmente, la galería de personajes y elementos mitológicos propios del Japón medieval se unen al peculiar punto de vista de Tezuka, lo que da como resultado un juego magistralmente orquestado por los tipos de Red Entertainment, que posteriormente lanzaría títulos como GunGrave, Trigun, Sakura Wars o Record of Agarest Wars.

 

En definitiva, Blood Will Tell: Tezuka Osamu's Dororo fue uno de esos grandes títulos que supieron calmar las ansias de los amantes del género samurái en un momento en el que lo que veíamos en pantalla parecía casi imposible. Puede que pasara sin pena ni gloria en su momento por culpa de esa forma de contemplar el público occidental como una criatura incapaz de saciarse con nada que no sea Call of Duty, sin embargo ofrecía mucho más para el usuario exigente y ansioso de experiencias nuevas. 

 

¡Nos leemos!


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