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MGReplay | Killer 7 pc

Sábado 12 de Septiembre de 2015 por Diego Emegé

Está bien, lo reconozco: estoy aprovechando MGReplay para retomar mis juegos favoritos. Pero no podéis crucificarme, porque sé que lo disfrutáis tanto como yo. Para el artículo de hoy he decidido sacármela. Hablo de esa mítica obra de Suda51 que se llama Killer 7, que se lanzó en territorio europeo, hace ya casi nueve años, un 15 de julio de 2005. A mis manos llegó en agosto de ese 2005. Lo compré para jugarlo en mi adorada Gamecube, una pieza de ingeniería japonesa que, debo decir, adquirí recopilando rigurosamente las pagas de un año y algún que otro amor monetario de familiares. Me gusta poner en «papel» estas reflexiones. Me ayuda a alimentar la nostalgia y a retomar ciertos locus amoenus.

 

¿Sabéis lo que es un locus amoenus? Es un término literario que los autores latinos usaban para referirse a aquel lugar en el que nos encontramos en paz o en el que encontramos la calma, el sosiego o, yendo a lo literal, un «lugar ameno/bonito». Yo con los términos tengo mucho peligro: tiendo a extender su acepción hasta lo incorrecto y acabo aplicándolo en campos o sentidos a los que no pertenece. Este es uno de los casos. Para mí Killer 7 es una suerte de locus amoenus. Os lo explicaré con un símil.

 

En un examen de cultura clásica, allá por la ESO, nos preguntaron por nuestro locus amoenus. Poco había que haber prestado atención en clase para no saber responder a eso, pero lo interesante era buscar ese sitio en la cabeza. Lo que escribí entonces sería lo mismo que escribiría ahora: Asturias. Tiene bosque, tiene playa, tiene comida —no es cara—, tiene calma, ¡tiene party y tiene una sabrosura! Mi respuesta debería sería mucho más precisa, pero para el símil me viene mejor ir a lo general. Killer 7 tiene todas las características que necesita, no ya un juego, sino cualquier obra para encender los fuegos de mi regocijo.

 

 

Empezamos por la narrativa. Killer 7 tiene una forma de contar la historia muy amplia y nada clara. No es la única vez que voy a mencionarlo, pero me recuerda a Dark Souls en lo fragmentados que están los pedazos de historia a lo largo del juego y, además, en lo crípticos que son la mayoría de las veces estos pedazos. Hay cinemáticas que explican grosso modo las bases de la historia: en un futuro alternativo llegamos a una paz mundial que se ve rota cuando surge una organización terrorista formada por locos sonrientes con explosivos en lugar de órganos llamada Heaven Smile; los Killer 7, unos asesinos que pertenecen a la personalidad de un mismo hombre, son los únicos capaces de pararles los pies. Tomo aire y sigo. Hasta ahí bien pero, ¿quién es cada uno? ¿Quién es el enemigo? ¿Por qué los Killer 7 son los únicos que ven a esos locos sonrientes e incluso a los muertos? ¿De dónde vienen?

 

Todo ello lo vamos descubriendo o, por lo menos, se nos va mostrando muy poco a poco, entre cinemáticas, conversaciones, cartas… Pero la mayor parte de las veces todo ello se nos muestra de forma críptica, ambigua o incluso irónica. Por otra parte, hay un trasfondo que denota un estudio por niveles de lo que ocurre en el juego. Podemos observar un nivel teológico, uno político, uno mortal y uno espiritual, de todo lo que está aconteciendo en todo momento. Y eso lía, ya lo creo que lía, pero sobre todo anima a seguir jugando y, especialmente, a volver a jugarlo, porque nunca queda todo claro.

 

El título tiene una forma muy peculiar de expresar lo lúdico. Es un juego de acción en tercera persona, con disparos en primera, movilidad estilo rail shooter, un cierto toque de horror, partes de puzle, un sistema de experiencia muy especial… Variado es. Variado y atípico. Todo ello hace del juego una experiencia muy atractiva una vez que se coge el tranquillo a las mecánicas de juego, pero lo mejor viene de parte de la dificultad. Aquí es donde vuelvo a posar la vista sobre Dark Souls para alabar el componente de desafío que tienen los dos juegos. Killer 7 es difícil, pero es esa clase de dificultad que infunde respeto y que obliga a cambiar de forma de jugar, como en Souls. Es fantástico, porque uno se adapta a esas nuevas reglas del juego y aun así se retuercen y le putean hasta que uno quiere dejar de jugar. Pero hay que seguir y terminar la fase, porque es un gustazo saber que la has superado.

 

Esto es lo que yo llamo un melocotonazo musical

 

Y qué decir del aspecto visual. Damas y caballeros, si este texto les ha picado la curiosidad o la nostalgia, les animo a que prueben a jugarlo emulado. Servidor lo ha hecho así y ha disfrutado de lo que perfectamente se puede llamar Killer 7 HD. Y lo maravilloso del asunto es que el juego sigue siendo tan cautivador como en el 2005. Los gráficos estilo cel shading se aprovecharon muy bien para conseguir un estilo muy personal, que logra atmósferas muy desasosegantes y escenarios que nos hacen sentir solos. A esto se le añade una banda sonora de diez, que cuenta con temas brillantes que se quedan en la cabeza para los restos. Acompaña perfectamente la acción, pasando de temas atmosféricos a temas de acción en una remezcla de géneros desde el jazz a la electrónica.

 

La vuelta a mi locus amoenus, Killer 7, no podría haber sido más dulce. Siempre ha quedado en mi memoria como mi juego perfecto, pero ahora que he comprobado que el tiempo no ha hecho más que mejorar su aroma y su sabor he tenido que recalificarlo como El mejor juego extremadamente perfecto para Diego. Suda51 es un tipo peculiar y no es para todos, pero Killer 7 es algo que tenéis que conocer. Os animo con fuerza a que os acerquéis a este diamante hecho juego y a que lo hagáis por medio de un emulador para disfrutar de ese aspecto visual tan exquisito. Os doy un mes para hacerlo. ¡Nos vemos en agosto!


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