Lo mejor de U

Me da miedo que, tras Star Fox Zero, la relación de Nintendo y Platinum Games se haya roto o hecho menos cercana, pues nos ha dado juegos tan especiales y originales como The Wonderful 101. Este extraño hack n slash con superhéroes y que tanto recuerda a Viewtiful Joe era difícil de comprender, y eso lo lastraba, pero tras cogerle el truco y meterse de lleno en sus ideas y la manera en que altera lo que habíamos aprendido con otros juegos del género, demuestra que Platinum todavía es un estudio especial y que Nintendo no tiene problema a la hora de arriesgar con sus juegos. Tiene problemas al hacerlos rentables, eso sí.

Nintendo lleva muchos años intentando hacer un digno heredero de Yoshi’s Island, y este bien podría serlo. No es perfecto, pero es muy bonito, tiene un nivel de dificultad por encima del plataformas medio de Nintendo, hay un montón de coleccionables y es asombrosamente inteligente en cuanto al plataformeo. Como si fuera un Mario Galaxy 2, cada nivel introduce una mecánica nueva, te la explica, le da la vuelta y la cierra de forma majestuosa, haciéndolo uno de los plataformas más satisfactorios en años.

Como decía antes, la relación entre Nintendo y Platinum Games nos ha dado dos juegos muy especiales. Este fue el segundo y el que sin duda más me ha satisfecho personalmente. Si el primer Bayonetta era un despiporre de ángeles y demonios, pelo mágico y enemigos inmensos destrozados a patadas. La precisión de los combates sigue estando ahí, se ha mejorado con el Tiempo Brujo que te da una ventaja táctica por jugar bien y encima hay nuevos personajes jugables para cuando decidas dar una segunda, tercer y cuarta vuelta a su historia, que está relacionada con el primer juego a la perfección.

Es Mario Kart bien hecho y con multijugador. Punto.

Si Mario Kart es una cúspide del entretenimiento local y multijugador de la fórmula Nintendo, Super Smash Bros. es una segunda cumbre, un juego completísimo, con todo lo que se le podía pedir a una nueva entrega y que ha solucionado los problemas de Brawl en cuanto a esas pequeñeces que son un mundo (con razón) para los jugadores más avanzados y profesionales. Puede que haya introducido en Nintendo dos de las peores cosas del mundo, el DLC de pago y el DLC físico (sí, hablo de los amiibo), pero en su justa medida, hasta esto tiene un lado bueno. Nada como ver a Ryu y Cloud pegándose en un juego de Mario. Super Smash Bros. es una celebración de todo lo que hace genial a Nintendo a la que se han sumado otras compañías a través de sus personajes.

¿Un juego indie? Un juego indie. Puede que Little Inferno esté ahora en más plataformas, pero cuando se lanzó en Wii U, estaba perfectamente pensado para su mando y era una historia tan especial y pequeñita que daba gustito jugarla en una pantalla pequeña, sentado en la cama, como si fueras un niño pequeño. Su historia además esconde algo que te mueres por descubrir y que poco a poco va volviéndose más perturbador e ilógico.

No hay mucho que pueda decir sobre Pikmin 3 que no se haya dicho ya. Es un juego precioso, que altera lo suficiente la fórmula de supervivencia y trabajo contra el reloj de la última franquicia inventada de verdad por Shigeru Miyamoto. Puede que su control no fuera perfecto y que no terminara de servir para explicar las bondades de Wii U en su arranque, como todos esperábamos, pero pasado el tiempo, sigue siendo un bonito reto y una experiencia diferente a lo que hay en la plataforma.

Otro pequeño juego independiente que seguro que ha pasado por alto mucha gente. Yo lo conocí gracias a Víctor Junquera y me ha sorprendido gratísimamente. Es un juego de exploración espacial donde debes medir bien cada movimiento, donde puedes meter la pata y estar un buen rato intentando recuperarte y que sabe usar muy bien sus limitaciones para introducirte más en el juego y en sus puzles.

La última gran revolución dentro de Nintendo ha sido que podías utilizar un juego para crear nuevas pantallas de cuatro Super Marios. Lo que en un principio parecía un intento de sumarse a la ola de editores de juegos que han nacido tras Minecraft, se ha convertido en un juego inabarcable, tanto porque se puede hacer un montón de cosas raras con él como porque puedes simplemente dedicarte a bajar niveles de otros jugadores y tratar de superarlos. Qué puñetas, puedes incluso no jugarlo y simplemente disfrutar con los niveles imposibles que superan solo unos pocos jugadores.

El último extraño crossover de Nintendo, que llevaba la violencia y las masas de enemigos a The Legend of Zelda sin perder parte del encanto de la saga, aunque centrándolo más en sus protagonistas y antagonistas que en el mundo sobre el que te mueves. Poder manejar a una Zelda badass, a un Ganon enloquecido o a un Tingle puesto de vete tú a saber qué es algo impagable, pero lo realmente meritorio de este juego es la gran cantidad de cosas por hacer, su modo aventura y que puedes apagar el cerebro, aporrear los botones y pasártelo bien durante unas horas sin sentirte estafado, insultado por niños rata online y dentro del entorno Nintendo.

“Un juego de lucha con Pokémon, por muy malo que sea, debe ser interesante”, me dije antes de empezar a aprender combos imposibles y a cambiar de fase para hacer combates perfectos contra los enemigos más difíciles del juego. No me creo ni yo, ni seguramente Nintendo, lo bueno que es Pokken Tournament y lo bien que se adapta su violencia al universo de Pokémon. Lástima que no vaya a haber DLC, porque me gustaría ver el modelo de Street Fighter V aplicado a este juego, que es prácticamente el único de peleas en toda la consola.

Y para cerrar, la segunda gran aventura de Donkey Kong en manos de Retro Studios quizá no es tan satisfactoria como la primera, por aquello de que esta nos sorprendió mucho y casi hizo todo lo que tenía que hacerse con el mono de Nintendo; pero sigue siendo un juego de plataformas que ya quisieran tener otras plataformas en su seno. La inclusión de Cranky Kong también ayuda a meterlo en esta lista.