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Dragon Quest Builders

Primeras impresiones
Jueves 29 de Septiembre de 2016 por Rafa del Río

Los ochenta fueron el gran momento para el nacimiento del JRPG en consolas. En 1986, dos títulos sonaban fuerte en el mercado: The Legend of Zelda de un joven Shigeru Miyamoto en Nintendo y Dragon Quest -a.k.a. Dragon Warrior- de otro maestro nipón, Yuji Horii, en una por entonces independiente Enix. Un año después Square -por entonces sólo Square- lanzaba Final Fantasy con Hironobu Sakaguchi, y de estos títulos, todos programados para NES, que más tarde recibiría el estupendo RPG basado en la película homónima Willow, uno de los tristemente mal tratados y aún así mejores RPGs de Capcom para la 8 bits de Nintendo, vendrían muchos más. 

 

Sobra decir la importante inspiración que supusieron estos tres títulos pioneros para el JRPG futuro dando vida a tres sagas muy diferentes que supieron evolucionar de formas muy distintas hasta episodios como el esperado Final Fantasy XV, The Legend of Zelda Breath of the Wild o este Dragon Quest Builders que de primera puede parecer el más sencillo y humilde de los tres pero que, sin embargo, esconde un gran potencial en su interior. 

 

 

Redescubriendo el mundo de Alefgard

Descargué la demo de Dragon Quest Builders sin esperar gran cosa, como una prueba gratuita más y un pretexto para pasar la tarde jugando a la consola con mi hija de cuatro años sentada a mi lado en el sofá, pero lo que me he encontrado ha sido mucho más. Tanto, que tras dos tardes completas de juego en sesiones de varias horas -sí, la demo se deja exprimir a base de bien- poco tardé en meterme en internet y reservar una copia física del juego para cuando salga al mercado el próximo 14 de octubre. Y no, no soy de los que compran juegos a lo loco. 

 

Lo primero que llama la atención cuando empiezas a jugar a Dragon Quest Builders, mucho más allá de ese 'oh, un Minecraft de la saga con dibus de Toriyama', es que realmente estamos jugando a un Dragon Quest. Y ojo, no me refiero a un Dragon Quest cualquiera, hablo de un Dragon Quest en negritas, mayúsculas y subrayado, en el que a pesar de la ausencia de su maestro creador se nota la influencia de Yuji Horii Sensei desde el minuto cero del juego, especialmente cuando nos percatamos de que el juego toma la acción tras los acontecimientos del primer Dragon Quest original al devolvernos a Alefgard tras la devastación del Dragon Lord con algunos flashback deliciosos. 

 

 

La secuencia del título, las músicas del maestro compositor Koichi Sugiyama que todos tenemos creando melodiosos ecos en nuestra memoria, el estilo de dibujo claro y sin tapujos del padre de Dr. Slump y Son Goku, el maestro Akira Toriyama y toda la magia de Armor Project y el Bird Studio -os recordamos que Tori significa pájaro. Y Yama montaña, ya que estamos- están presentes y todos y cada uno de los elementos del juego, que como digo, trasciende de sobra esa promesa de Minecraft con personajes del padre de Goku

 

Se repite la presencia de Toriyama y Sugiyama, pero más allá de ello el juego toma la estructura de los JRPGs 'de siempre' con un trasfondo en el que protagonizamos a un chico -o chica- anónimo, que despierta sin memoria en un altar subterraneo tras un largo sueño y que recibe una serie de instrucciones de una voz misteriosa. La voz le anima no sólo a destruir al malvado de turno y sus huestes como viene siendo habitual, sino también a reconstruir el desolado mundo de Alefgard como si de un remake del fantástico ActRaiser para Super Nes -también de Enix y con otro maestro compositor, Yuzo Koshiro-, se tratara.

 

 

Dragon Quest, ¡eres tú!

Soy muy pesado con el tema, pero me parece fascinante cómo se las han arreglado en Square Enix para recuperar toda la magia de los orígenes de la saga y concentrarla junto a los elementos eternos de la misma para crear este maravilloso mundo de Dragon Quest Builder. Los diálogos que parecen a pie de pantalla sin voces y con un repiqueteo que ya tenemos incrustado en nuestra memoria, un héroe anónimo que no conoce su destino y pasa un poco de las explicaciones de la voz que trata de guiarlo, sueños clarividentes, un protagonista que no habla pero al que entendemos perfectamente por cómo gesticula y cómo responden los PNJs y, por supuesto, Slimes, sonidos de hechizos y ataques que ya conocemos y toda la magia de la saga

 

Por si esto fuera poco, también es fácil reconocer esa forma de movimiento y turno de la que hizo gala la serie desde sus orígenes en un mazmorreo que ya no es tal, pues incluye a todo el escenario que podemos alcanzar con la vista -y con las escaleras y puentes que creemos-, así como mil escenarios más a los que tendremos acceso una vez creemos nuestro portal teletransportador -momento en el que acaba la demo, por cierto-. 

 

Desde aquí se ve mi casa

 

Esto va de salvar al mundo construyendo

Pero no nos liemos: Dragon Quest Builders es un Dragon Quest en toda regla, recupera el mundo y la trayectoria de sus inicios y nos trae todo lo bueno de Toriyama a la plumilla y Sugiyama al teclado, pero esto es sólo un punto importante más de todo lo bueno que tiene por ofrecer, porque en Dragon Quest tenemos que salvar al mundo, sí, pero no sólo luchando, sino también construyendo. 

 

La forma que tiene Dragon Quest Builders de plantarnos en el primer escenario de Alefgard, Canteria, es estupenda, y lo bueno es que se mantiene a la altura gracias a unos personajes que a muchos os trerán recuerdos muy divertidos -la primera chica a la que salvaremos se llama Pam, y ahí os lo dejo-. Más allá de los personajes, la historia es sencilla pero envolvente: el mundo ha perdido su capacidad creativa tras un trerrible ataque de mosntruos y los supervivientes son incapaces de construir nada, por lo que viven desperdigados por las ruinas sin esperanza en el futuro. Como héroe con capacidad constructora deberemos reconstruír las ciudades y fortalezas recopilando materiales y encendiendo la llama de la creatividad en las personas que se acerquen a nuestra aldea y se conviertan en residentes.

 

Más allá de este planteamiento tendremos que evolucionar como héroes, no matando monstruos, sino mejorando nuestra aldea mediante la construcción de diversas habitaciones, comodidades como camas y decoración y objetos útiles como fogones, bancos de trabajo y cofres. Según construyamos mejoras nuestra aldea subirá de nivel, y una vez esto ocurra, seremos atacados por monstruos y recibiremos varias sorpresas y mejoras una vez derrotemos a los malos. 

 

Mi homenaje a King's Field, de From Software

 

Mucho más que un Minecraft

Esto es sólo un vistazo a la demo, que no nos permite usar el portal de teletransporte pero sí explorar la región y construir y mejorar nuestra aldea hasta donde podamos soñar. Todas las fotos que incluyo en el artículo son de lo que he visto en la demo y lo que he construido en dos tardes, y a falta de ver todo lo que traerá el juego final os adelanto que el motor de construcción es sencillísimo una vez le coges el punto a los gatillos, la forma de combate recuerda en mucho a la de los primeros Dragon Quest a pesar de no ser por turnos de movimiento y el juego es, en definitiva, mucho pero mucho más que un simple Minecraft.

 

Queda por ver qué cosas vendrán en el futuro, como mejorarán las habilidades de crafteo de nuestro personaje, si habrá cosas como hechizos o mascotas y en qué consistirá todo eso de reconstruir el reino mientras nos enfrentamos al mal y sus huestes. No obstante por ahora la cosa pinta genial, las posibilidades parecen infinitas y el juego permite construir a tu bola sin demasiada complicación de forma ágil y creativa. 

 

Lo dicho, habrá que esperar. Por ahora podéis echarle un ojo descargando su demo gratuita y decidir si Dragon Quest Builders es para vosotros o preferís otra cosa. A mí y a mi familia nos está encantando.

 

Nos leemos! 


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