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Cinco finalistas para el Indie Games Festival

De un RTS a un simulador de la vida diaria. ¿Cuál merece la pena?
Viernes 01 de Febrero de 2013 por Jaume Esteve Gutiérrez

Hace poco hablamos en el MG Podcast de los finalistas al mejor juego de los IGF (Indie Games Festival) y hemos decidido que, para no tener que rebuscar entre nuestro archivo, qué mejor que tener cuatro líneas sobre los finalistas. Cuáles son sus tramas, cuáles sus mecánicas, qué esperar de ellos y, lo que en el fondo nos interesa, si merecen la pena o no.

 

Entre los cinco finalistas (Little Inferno, Cart Life, Faster Than Light, Kentucky Route Zero, Hotline Miami) hay un poco de todo. Desde juegos muy experimentales hasta títulos de acción pura pasando por aventuras (no tan) tradicionales, simuladores de la vida cotidiana y títulos de estrategia en tiempo real. Pero dejémonos de cháchara y vayamos con los finalistas.

 

Cart Life. Su premisa le hacía parecer brillante, su puesta en escena te arranca una lagrimita… de desesperación. Nos ponemos en la piel de un tipo que se hace con un chiringuito para vender en la calle desde periódicos hasta cafés. Si te gusta la simulación y la gestión, piensas, Cart Life te ofrece una propuesta interesante.

 

Su aspecto pixelado, su blanco y negro, que remite a tiempos donde solo había una televisión en color en casa, están muy bien pero cuando llegas al núcleo del juego la historia cambia. Cart Life es uno de esos juegos que lleva el concepto de simulación hasta el extremo y hace del trabajo diario lo que realmente es: una monótona sucesión de eventos repetidos. Las mecánicas, que van desde calcular el cambio de los clientes hasta escribir frases en pantalla de manera correcta, no son las más atractivas para un videojuego.

 

Si Richard Hofmeier, el creador, pretendía representar el tedio de una vida gris en un trabajo que no te gusta y por el que tienes que mirar hasta el último céntimo que te gastas, lo ha conseguido a la perfección. Otra cosa bien distinta es que Cart Life sea un juego divertido.

 

 

Hotline Miami. Es el gran favorito en las apuestas y el juego de cabecera tanto de la prensa independiente como de parte de la prensa mainstream (no olvidemos que Eurogamer, tan alegre, le cascó un diez en su review). Vista cenital, acción pura y dura, violencia, mucha sangre. Todo esto promete Hotline Miami. También promete unas mecánicas algo torpes que enturbian el resultado final del juego.

 

Con un protagonista que muere al primer golpe que reciba, unos enemigos que saltan a por ti al más mínimo indicio de tu presencia y unos niveles que se complican cada vez más, Hotline Miami puede llegar a ser desesperante, sobre todo cuando sus controles son cualquier cosa menos precisos. Le reconozco los méritos pero no logro encontrar la genialidad.

 

 

Kentucky Route Zero. Aunque es una aventura episódica, solo hemos podido catar su primer acto por lo que cualquier juicio viene sesgado por una valoración insuficiente del juego. Dicho esto, Kentucky Route Zero propone, bajo el envoltorio de una aventura a la vieja usanza, una reinvención del género. Si The Walking Dead tira por el concepto del videojuego o la película interactiva, KRZ pone el énfasis en la creación de atmósferas y en su guión y desprende capas y capas de jugabilidad.

 

Pero si KRZ tiene un mérito es su apartado visual. Digno de una superproducción noventera, me recuerda —y esta es una apreciación muy personal— a Another World aunque también tiene reminiscencias claras a Sword & Sworcery. Influencias aparte, es una preciosidad que merece ser degustada con detenimiento. Su sabio uso de los escenarios, en los que juega con la profundidad para mostrarnos diferentes paisajes en un mismo entorno, es digna de estar entre los hitos de este 2013.

 

 

Faster Than Light. Muy posiblemente, el juego que tenga la mejor valoración media cuando echas la vista hacia la crítica. Puede que Faster Than Light tenga el apartado visual más pobre de todos los finalistas y aun así debería ser el candidato más serio a llevarse el premio al mejor juego del año. ¿Por qué? Por una jugabilidad a prueba de bombas que nos recuerda que, por muy independientes que sean los finalistas, de lo que se trata este certamen es de premiar a un videojuego.

 

En Faster Than Light nos ponemos en la piel de un capitán que debe dirigir una nave por una galaxia infestada de piratas y de rebeldes. Estatregia en tiempo real demasiado bien hilada que nos va a desesperar en sus primeros compases —ya veréis cuando lleva fuego por todas partes, ya— pero que nos va a mantener enganchados a la pantalla en cuanto comencemos a dominar sus controles.

 

 

Little Inferno. La marcianada con mayúsculas. Lo nuevo de los creadores de World of Goo puede parecer una sobrada de dimensiones colosales pero tiene premio: cuando finalizas el juego tienes una secuencia de unos quince minutos en la que puedes encontrarle sentido a lo que has hecho hasta este momento.

 

Y lo que has hecho no ha sido otra cosa que quemar objetos, porque sí, durante un par de horas. ¿Absurdo? Puede. Pero os aseguro que hay algo adictivo en el hecho de quemar cosas y probar combinaciones para hacerse con todos los combos posibles. Puede que Little Inferno tenga poco de juego pero sabe dar con la complicada tecla que hace adictivo a un juego. Y te mantiene atrapado a la pantalla mientras te preguntas qué narices haces quemando un retrato familiar.

 


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