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Analisis Ys Memories of Celceta ,PSVITA

Swery y Ron Gilbert han tenido un hijo
Jueves 29 de Octubre de 2020 por Adrián Suárez Mouriño

Ys: Memories of Celceta recoge el testigo de Xenoblade Chronicles, ofreciéndonos una aventura fresca, divertida, llena de exploración y de rol de inspiraciones clásicas, pero sin olvidar añadir eso que lo hace especial: un combate estilo beat´em up que acelera el ritmo del juego hasta definirlo.

 

Tomando como punto de partida aquel Ys IV: The Mask of Sun aparecido en 1993; pero cambiando argumento y jugabilidad, aprendiendo de las entregas de PSP y afinándolas, Falcon se ha sacado de la manga un producto de mecánicas sólidas que, junto con una trama ligera pero atractiva y la emocionante premisa de explorar, logra funcionar y engancha.

 

Encarnamos a Adol Christin, protagonista absoluto de la saga. Desmemoriado tras haber investigado el bosque de Celceta, aparece en una villa en la que se encuentra con Duren, un traficante de información de ambiciones empresariales y colega de Adol. Durante su reunión se enteran de la noticia que está atrayendo a todos los aventureros a la zona: hacer un mapa del mismo bosque en el que Adol perdió la memoria a cambió de una jugosa recompensa. Decididos, emprenden juntos el viaje que los llevará a encontrar los recuerdos del muchacho y a hacerse con el suculento botín.

 

Un mundo entero por descubrir.

 

Sinceramente, pocas veces una excusa tan tonta me pareció tan bien metida en el desarrollo de una historia. ¿Qué hay más maravilloso que explorar una tierra misteriosa? El recurso de que Adol no recuerde nada se transforma en el vehículo perfecto de la narrativa. Sus memorias están físicamente desperdigadas por el bosque, y al tocarlas, obtenemos un fragmento de la trama, consiguiendo que ese tópico de la amnesia se integre en el núcleo jugable del título.

 

La historia nunca consigue destacar, realmente es una sucesión de hitos que evidencian nuestro avance en la partida, pero es resultona. Quizás sea por los diseños manga propios de finales de los 80 y 90 que tiene el juego, pero lo que nos cuentan y cómo nos lo cuentan me recordó mucho a obras como Las aventuras de Fly: un cuento facilito movido por un buen ritmo con personajes de los que te acabas encariñando, sin saber muy bien porqué. El relato no se guarda en el recuerdo pero siempre quieres leer un poquito más, siempre quieres jugar otro rato.

 

Porque eso sí que el juego lo realiza con una profundidad tranquila y meditada. Comienzas el título, no recuerdas nada pero quieres recordar. Apareces como un fantasma, salido de un bosque que te ha derrotado y el juego te pide que regreses a vengarte, y quieres hacerlo; este decirte que alguien te ha quitado algo para invitarte a recuperarlo es el motivo por el que no puedes dejar de avanzar, y es por ello que la trama no se esfuerza en destacar, sólo en motivarte a seguir.

 

El combate en tiempo real, y sin turnos de ningún tipo, juega un gran papel en todo esto. Para introducirlo y que lo comprendáis en su magnitud, comentar algo que me sorprendió: no hay harra de stamina; es decir, puedes hacer todos los avances rápidos que quieras y golpear todo lo que te permita la pulsación de tus pulgares. Del mismo modo que la historia no quiere entorpecer lo importante, que explores, el combate tampoco.

 

No tendría sentido meter aquí un combate a turnos o pedir las exigencias de Dark Souls, títulos donde el juego te obliga a detenerte. Y aún así el combate es retante, interesante y con chicha, más contra los jefes; pese a que hasta que no matas al primer boss el juego no empieza a enseñar las garras. Decía al principio del análisis que recuerda a Xenoblade Chronicles porque éste hace mucho algo que hacía muy bien aquel, aunque sin sus hermosas florituras cinematográficas: mezclar enemigos de nivel alto con otros mediocres. Encontrarlos es todo un hallazgo, pese a que abundan, porque supone un nuevo descubrimiento en nuestro viaje, saca a relucir el potencial del sistema de luchas, le da importancia a una zona y, de alguna manera, esa criatura nos dice que esa tierra es suya, y que por ahí no podemos pasar. Y muchas veces lleva razón.

 

El combate se basa en aporrear el botón acción y ser capaz de encajar los golpes especiales de cada personaje, ¿pero qué sucede si golpeamos a lo loco? pues que nos comemos los ataques enemigos. No sé si seréis de mi opinión, pero yo entiendo un sistema de combate como bueno o malo en función de todo lo que pasa mientras yo no estoy atacando. ¿Qué estrategias puedo seguir para fastidiarle los planes a mis rivales? ¿Puedo esquivar? ¿Puedo bloquear? ¿Qué relación hay entre el daño que recibo y el modo de curarme?

 

Memories of Celceta te permite esquivar los golpes de los enemigos. Si lo logras hacer bien, activa una especie de tiempo brujo, una cámara lenta que te deja dar más espadazos en menos tiempo. También puedes bloquear, si lo haces en el timing correcto, tus siguientes ataques tendrán un plus de fuerza. A mí esto me conquistó desde el instante en el que el juego me lo contó ¿La única pausa que hay que hacer durante el combate me premia con golpes más brutos? ¿Y también me recompensan por andar a saltitos alrededor de los enemigos? La mezcla se enriquece con la mejora de armas, la cantidad de estados alterados que podemos sufrir o causar, la variable al daño que ofrece la clase de nuestro personaje, etc, etc. Y todo sin detenernos ni un momento. Siempre atacando, siempre explorando, siempre descubriendo cosas. Memories of Celceta es capaz de construir, con todo esto, un tipo de juego perfecto para Vita. Se sacude cualquier tipo de impedimento a la diversión directa o explicación, como ejemplo, a las seis horas de juego nos toca sumergirnos y estar sin respirar un buen trecho. Cuando los personajes emergen, uno dice “Qué mas da si un hombre puede o no respirar bajo el agua. Se está mejor en tierra”. Olé.

 

Una lástima que el juego sea tan feote.

 

Con esa frase, el juego descubre sus carencias, unas, que a golpe de frase intenta que no se noten, pero ahí están. Este Ys tiene incongruencias de las gordas. Somos los seres más ágiles del mundo pero no podemos dejarnos caer de una altura a otra. A su vez, hay zonas más inspiradas que otras tanto en diseño como en disfrute y el juego tiene carencias técnicas, con momentos en el que el framerate se desploma. Los modelados tampoco ayudan. Tanto enemigos como personajes, con alguna excepción, son feotes y genéricos; y el título es un continuo vagar por lugares comunes, lo que afea el concepto de exploración tan interesante con el que parte el título. Sin embargo, estos problemas son los menos y quedan excusados por lo firme de la propuesta y lo divertida que es. Todo adereado con unas melodías en continuo ascenso que invitan, como todo el conjunto, a avanzar un poquito más.

 

Ys: Memories of Celceta es un título entregado a hacerte disfrutar, siendo su mejor baza lo bien que su combate a toda pastilla se hermana con el JRPG más clásico. No es perfecto ni de lejos, es feote, tiene altibajos de dificultad y posiblemente lo olvides al cabo unos meses tras acabártelo, pero disfrutarás cada segundo que inviertas en él. Eso sí, completamente en inglés.

7.5

/ 10


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